En cuestión de horas cambió la postura del gobernador Carlos Joaquín González respecto al regreso a clases en todos los niveles a partir del próximo 30 de agosto, en medio de una situación alarmante de casos de Covid-19 que supera incluso a los primeros meses de la pandemia el año pasado.

En Quintana Roo se había dicho que no se regresaría a clases presenciales hasta estar en semáforo verde, aunque después de una reunión con el duramente criticado subsecretario de Salud del país, Hugo López-Gatell, esa retórica cambió.

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El regreso a clases será “voluntario” para los padres de familia que decidan que sus hijos vayan a clases.

Joaquín González no tuvo argumentos o no quiso defender la salud de los niños de Quintana Roo, por encima de las decisiones del presidente de la República, Andrés Manuel Obrador, quien no tiene más argumentos que su deseo de que las clases se reinicien, sin tener en cuenta el riesgo de estudiantes y docentes.

El gobernador no está en condiciones de contradecir al presidente para no tener problemas con él y así evitar un enfrentamiento que pudiera ocasionarle una revisión de su administración, ya bastante tiene con no ser bien visto por AMLO.

Aquí aplica el dicho “cuando veas las barbas de tu vecino cortar pon las tuyas a remojar”, pero en este caso los únicos perdedores podrían ser los niños y las familias de Quintana Roo.

Condiciones de las escuelas

Las condiciones de infraestructura de las cerca de 2 mil 500 escuelas hacen prácticamente imposible un regreso seguro para los estudiantes por elementos fundamentales como:

  • Estado físico
  • Circulación del aire
  • Espacio

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Los grupos de primaria y secundaria en muchos planteles públicos, por no decir en todos, superan los 40 niños en espacios reducidos en los que apenas se pueden acomodar y el calor de la temporada hace que no pueda circular el aire, además de que son pocas las aulas que cuentan con un ventilador.

A todo lo anterior, hay que sumar la falta de experiencia de la secretaria de Educación, Ana Vásquez Jiménez, quien nunca pasó por las aulas de Quintana Roo como docente en nivel primaria o secundaria y desconoce la situación con la que tienen que lidiar los maestros de manera cotidiana.

El solo hecho de ver lo que ha pasado en entidad con la educación hace dudar de los protocolos que se implementarán.

Vásquez Jiménez se encuentra enfrentada con el magisterio la sección XXV del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), ya que no los ha tomado en cuenta para la elaboración de los protocolos de regreso a clases presenciales.

Un riesgo el regreso a clases

El sindicato ha advertido del riesgo independientemente de los protocolos, debido a que no hay vacunas aún para menores de 18 años. No hay recursos siquiera para la limpieza y mantenimiento de las escuelas, al grado que los padres de familia están buscando la ayuda del Ejército Mexicano.

Carlos Joaquín González, al igual que ocurre a nivel nacional, ha manejado el semáforo epidemiológico de manera política.

El ocultamiento de la información sobre los casos de Covid-19 hace imposible conocer la realidad del problema, de ahí el relajamiento de las medidas en las familias.

Este problema sin duda puede tener varias aristas y puntos de vista, pero lo más importante es preservar la vida y la salud de los más pequeños.

Hasta ahora son las personas menores de 18 años las menos afectadas por Covid-19.

De acuerdo con las propias cifras estatales, en lo que va de la pandemia:

  • Alrededor de mil 200 niños y adolescentes han sido contagiados
  • Por lo menos una decena ha perdido la vida

Esta situación podría cambiar, a partir del próximo 30 de agosto, con el regreso presencial que se antoja como un fallo del Gobierno Federal y Estatal, por no tener límites en las decisiones que ponen en riesgo a lo más valioso de las familias: los niños.

Payo Obispo

Sería bueno que el gobernador Carlos Joaquín González haga algo en favor de los habitantes de Cozumel y que intervenga ante la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) y la Secretaría de Salud, para regular el cruce de barcos desde Playa del Carmen.

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Quien ha tenido la necesidad de viajar a la isla se ha dado cuenta de lo inhumano y riesgoso que resulta abordar a los barcos de cruce, donde según por normatividad federal no pueden trabajar las dos empresas de manera simultánea, ocasionando que cada barco viaje a su máxima capacidad de 600 pasajeros, convirtiéndose en un riesgo inminente de contagio de Covid-19.

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