Durante los últimos tres años del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, las inversiones en Quintana Roo, gestionadas en su mayoría por la gobernadora Mara Lezama desde que era presidenta municipal de Benito Juárez, han superado en promedio a las realizadas por todos los ex presidentes de México, con excepción de Luis Echeverría, a quien se le considera el padre del milagro turístico llamado Cancún, y que hoy se ubica como una de las marcas turísticas más importantes del mundo.

En esos años 70, se buscaban pioneros que vinieran a trabajar a Quintana Roo, a arriesgar su patrimonio y apostar su futuro en la naciente joya del Caribe, en lo que nos hemos convertido con el paso del tiempo.

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Esta migración generó un gran destino construido por miles de valientes mexicanos, que poco a poco se transformó en un sistema de explotación laboral administrado por grandes holdings extranjeras, que aprovecharon el paraíso y la mano de obra barata para detonar un gran desarrollo turístico en el que solamente ganan unos cuantos y el dinero se almacena e invierte fuera de México en algunos casos.

Otro tema generado por este desarrollo turístico explosivo, fue la sobredensificación de nuestra tierra, que al tratarse muchas veces de origen ejidal, se convirtió en una zona inmobiliaria horizontal, en la que la mayoría de los trabajadores de las zonas turísticas viven sin servicios, es decir, sin calles, sin agua, sin drenajes, sin luz, sin vigilancia, sin recoja de basura y sin la posibilidad de aspirar en el corto plazo a una solución.

Lo anterior debido a que con la reforma constitucional de Salinas, al régimen ejidal, les dio la posibilidad de enajenar como propiedad titulada, pero al no existir procesos definidos en registros públicos y registro agrario, se ha transformado en un modelo ilegal de negocio que mata poco a poco la seguridad, el agua y la justicia social de los quintanarroenses, ahorcando en gran medida a los ayuntamientos, que muchas veces están impedidos legalmente para resolver el problema.

Todo ello, se debió a la falta de planeación futura en el sexenio de Echeverría, que fraguó la creación de un gran desarrollo turístico de talla mundial en Quintana Roo y procuró los ejidos para su sostenimiento a través de la creación de extensas regiones que sirvieran de graneros para el autoabastecimiento.

Finalmente no salió como se planeaba y los miles de trabajadores que siguen llegando año con año llamados por el canto de las sirenas del mar Caribe, terminan en un espejismo con bajos sueldos, con jornadas extenuantes y sin servicios públicos.

Tan sólo en el mes de julio del presente año, la Sedena ha reportado que en los tramos 5, 6 y 7 de la icónica obra del Tren Maya se han generado más de 30 mil empleos en Quintana Roo.

En el conflictivo tramo 5, que va de Cancún hacia Playa del Carmen se han generado cerca de 10 mil empleos.

En este orden de ideas, tan solo en el Tren Maya, que se encuentra en Quintana Roo, se cuenta con 40 mil empleos directos generados por el Gobierno Federal, de los cuales un gran porcentaje se les otorgaron a trabajadores migrantes.

Empleos en Quintana Roo

Por lo que respecta al Aeropuerto Internacional de Tulum “Felipe Carrillo Puerto”, se han reportado 15 mil nuevos empleos en la región en una obra que culminará en pocos meses; lo que se contrasta con los 10 mil empleos directos y más de 41 mil empleos indirectos del Puente Vehicular Nichupté, el Bulevar Luis Donaldo Colosio, la Avenida Chac Mool y el Distribuidor Aeropuerto.

Haciendo una sencilla sumatoria de los reportes oficiales de generación de empleos en las obras magnas que están transformando el presente y el futuro de Quintana Roo, nos debemos hacer la pregunta obligada. ¿Quintana Roo cuenta con la infraestructura básica para atender a mas de 100 mil trabajadores y sus familias? ¿La Sedatu y la Sedena ya se coordinaron con la STPS para encontrar trabajo o capacitar para el trabajo a las miles de personas trabajadoras migrantes que llegaron a Quintana Roo? ¿Se cuenta con algún programa de Sedena y STPS para transformar a trabajadores de la construcción en trabajadores de la industria turística?

Hoy, quienes formamos parte de esta Cuarta Transformación lanzamos campanas al vuelo por los proyectos históricos que se están detonando en nuestro Estado, pero también debemos de pensar en el mañana y en que nos pase el error de Echeverría. Aún tenemos tiempo, Presidente y Gobernadora para prevenirlo.

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