Pues resulta que el junior Pedro Joaquín III finalmente dijo: Sí voy por la presidencia municipal, y lo hizo de la mejor manera, tomando la bandera que amenazó su decisión y que le hizo recular temporalmente: el brote de violencia.

Una candidatura cargada de simbolismo; una jugada de tres barandas, ya que Pedro Joaquín III no sólo va por Cozumel, sino por todo Quintana Roo; igual que la casta que encabeza el niño verde, igual que Roberto Palazuelos.

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Pedro Joaquín III va no sólo por Cozumel

¡Hay tiro!, como se dice en el argot de la política y del periodismo.

Hasta dónde los malosos han logrado penetrar a la política. La cuestión no es si lo han hecho o no; sino, con qué profundidad y hasta dónde es irreversible. Y quiénes están asociados y quiénes no, o cada quien, hasta dónde.

Son preguntas que se hace el ciudadano de a pie mientras avanza uno de los procesos electorales más violentos que han vivido México y Quintana Roo en su historia reciente.

En esta vorágine, la política avanza y Quintana Roo intenta alejarse de los malos gobiernos de todos los colores que han saqueado sus riquezas y se dedican a administrar el motor turístico para sus intereses de grupo y hunden cada vez más a Quintana Roo en un modelo de turismo que genera mucha riqueza que se fuga del país, basada en la pobreza laboral de los trabajadores de esta industria tan depredadora.

Industria rica con trabajadores pobres y Quintana Roo en peligro de caer en el miedo ante el crimen de la calle y el de cuello blanco. 

La reconstrucción de Cozumel apenas comienza, como dice Pedro Joaquín III; debería ser la reconstrucción de Quintana Roo, ¡urge! Usted tiene La Última Palabra.

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