Uno de los peores temores de los filósofos y politólogos modernos es que los regímenes actuales que se autodeterminan como defensores de la democracia desgasten el concepto ante la sociedad por la falta grave de resultados y opacidad de las administraciones que exaltan y se apropian de dicha denominación, hueca a veces, sin claras muestras de que ello sea verdad.

La democracia no sólo se trata de ejercer el derecho libre del sufragio directo y universal, sino de hacerlo además sin condiciones y de manera realmente informada de las plataformas y de los compromisos adquiridos por quienes aspiran a ser electos a un cargo popular.

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La democracia lleva además implícitas otras figuras que no siempre son del agrado de los demócratas de la posmodernidad, como pueden ser la transparencia en el manejo de los recursos públicos, la obligatoriedad de rendir cuentas, la participación ciudadana directa en la toma de decisiones, el fortalecimiento del sistema anticorrupción, la verdadera autonomía de los  OCA´s (órganos constitucionalmente autónomos), la división real de poderes para lograr un verdadero sistema de pesos y contrapesos, y la más importante de todas, el respeto al Estado de Derecho.

Sin embargo, si nuestros elocuentes suspirantes hubieran tenido la intención de prepararse para los espacios por lo que van a luchar de dos a tres caídas con limite de tiempo hasta el 2 de junio, hubiesen leído a Hobbes, Locke, Montesquieu, Rousseau, y de perdida a Hamilton, para saber que es un sistema federal. Sin embargo, no es así, y la mayor parte de ellos se lanza a las calles a hacer promesas que en muchos casos ni siquiera se encontraran en las facultades legales de los cargos que buscan, en nombre de la la democracia, con lo que acrecentarán más y más el descontento y el enojo de la ciudadanía.

Hoy en día, la deuda más grande que los gobiernos del PRI, PAN y de la Cuarta Transformación han generado, está en la educación, con un país que tiene una media educativa de secundaria si bien nos va, con uno de los últimos lugares en reciente prueba de PISA y con un vergonzoso ultimo lugar de mexicanos con doctorado en la OCDE. 

La democracia
Los gobiernos tienen una deuda con la educación. Foto: BBC

Jacques Lacan nos dice que cuando se tiene una inadecuada formación o instrucción, aquello que no conocemos no lo podemos ver, dado que nuestro cerebro es incapaz de conceptualizar lo que no tiene integrado, es como pretender que una PC lea un programa que no tiene cargado, y eso es lo que pasa hoy en día en la sociedad de información, que por más datos que recibamos a través de Facebook, X, Youtube, etcétera, si no tenemos una adecuado sistema educativo, ese exceso de información puede convertirnos en una sociedad fácilmente manipulada. 

Debate sobre la democracia 

Pero lo más grave es que esta teoría no es nueva, ya que en el siglo I a. de C. en Roma se escribió la obra literaria denominada “Tratado de la República”, de Marco Tulio Cicerón, en la que crea un interesante debate con Escipión tercero, nieto del cónsul Publio Cornelio Escipión del conquistador de África, y del que es importante rescatar los diálogos respecto a la imposibilidad de establecer un sistema democrático en un pueblo no educado, por el alto riesgo de fracasar y convertirse en lo opuesto, porque las masas sin conocimiento son fácilmente dirigidas hacia el populismo, y esto nos puede llevar en sentido opuesto a la democracia.  

Así pues, el reto y la única promesa a la que se deberían de avocar quienes pretenden ser representantes de todas y de todos, es el de fortalecer la educación, ya que sólo así, mediante la democracia, podremos salir de este bucle en el que estamos inmersos desde la conquista.

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