El mundo de los videojuegos, a pesar de ser uno de los más nuevos en el mundo del entretenimiento, es uno de los que ha tenido un crecimiento impresionante tanto en a nivel de mercado como en lo que respecta al uso de la innovación tecnológica. Parte desde consolas como la NES o la Sega Mega Drive que fueron las que iniciaron la llamada “guerra de consolas” y que hoy en día, casi 25 años después, continúan en uno de los debates más relevantes: El apartado de gráficos.

Un paso del 2D al 3D

Uno de los elementos que más identifican a los videojuegos ha terminado siendo los sprites y la música de los sistemas de 8, 16 e incluso 32 bits. Esta “medida” representaba la capacidad de procesar mucho mejor la información y los colores, por ende, consiguiendo cada vez una mejora grafica y sonora que es considerable.

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Para los 80 y e inicios de los 90, Nintendo y Sega eran las consolas que más sobresalían en el mercado y eran las que competían cara a cara con sus consolas para poder desarrollar mejores sistemas. Pero al mismo tiempo, el mercado de juegos de la PC estaba naciendo.

Durante este tiempo, los juegos en consolas parecían mágicos, el hecho de tener escenarios que se desplazaban suavemente en las cuatro direcciones: Arriba, abajo, izquierda, derecha, era algo difícil de replicar, y que por ejemplo en PC era casi imposible debido a la necesidad de usar “pantallas”, teniendo que pasar de una parte del nivel a otro “a saltos”. Y sería esta misma limitante la que plantearía el salto al 3D.

Para 1993, dos juegos iniciarían esta tendencia: DOOM (PC) y Star Fox (SNES). El primero, a pesar de usar un efecto estereoscópico, jugaba con las dimensiones para asimilar un espacio 3D en imágenes 2D, convirtiéndose en el First Person Shooter que marcaría un precedente. Y por el lado de Star Fox y sus naves con figuras poligonales presentaban un escenario totalmente tridimensional que parecía irreal, sobre todo por ser gráficos ejecutados por una SNES.

Los gráficos realmente importan
Juegos tan simples que dieron pie a lo que tenemos hoy (Cortesía: HobbyConsolas)

Este sería el precedente que llevaría a que las consolas pasaran al 3D, y que queda evidenciado con los lanzamientos de consolas como Dreamcast, Nintendo 64, y así sucesivamente, dejando claro que la evolución grafica era necesaria.

Un gran avance, pero la misma discusión

Duró una década conseguir lo que muchos soñaban, juegos que pudieran acercarse a entornos reales en espacios tridimensionales, y aunque hoy en día nos parecen gráficos terribles, en su tiempo eran el futuro, y muy probablemente, las personas que iniciaron esto ni siquiera llegaron a pensar que lo que hoy tenemos era posible.

Uno de los ejemplos que más han dado de qué hablar durante esta última década es el aclamado remake de Final Fantasy VII, proveyendo del mejor ejemplo posible del cambio que ha tenido la industria, pero sobre todo, de cómo ha explotado a límites inimaginables la tecnología que se ha desarrollado.

Los gráficos realmente importan
El mismo titulo separado por casi 15 años (Cortesía: Gamereactor)

Es de esta manera cómo la evolución de la industria ha quedado definida con el desarrollo de este nuevo hardware que presenta las facilidades de crear nuevos mundos alternativos de una manera realista con mejoras en las texturas del entorno, de los personajes, e incluso, la iluminación del ambiente.

Pero así como antes se debatían las personas por cuál sistema era mejor entre sus consolas con 16 bits y cuál tenía una mejor variedad de color, el debate ha seguido presente con el paso de los años, aún así, quizá las diferencias no son tan visibles entre una generación y otra de consolas, por lo que el debate en la comunidad ya no se basa solo en esos puntos, sino que se ha vuelto aún más técnico, por esto podemos ver temas como el frame rate, la resolución, los teraflops y una gran lista.

En el inicio de la industria la tecnología seguía pareciendo arcaica, y que conforme iba saliendo cada generación de consolas, el público se va actualizando con ellos, dejando en claro que siempre se seguirá viendo hacia el futuro.

Cuando lo virtual luce real

Es así como nos encontramos en la situación en la que cada día parece que los videojuegos se están volviendo una experiencia mucho más cercana a la vida real. Si bien la realidad virtual tuvo este concepto de ser mucho más inmersiva la experiencia para el usuario, los títulos usuales lo están logrando mucho antes con tecnologías que están revolucionando a la industria.

Tomemos el caso de Unreal Engine y Unity siendo los dos softwares especializados para el desarrollo de videojuegos y construcción de mundos que se han convertido en referentes debido a su éxito conseguido gracias a que ofrece todas las herramientas que facilitan la creación de títulos para estudios de todo tipo, siendo un ejemplo Lumine o Metahuman dos de los assets que más han dado de qué hablar a la creación de personajes o moldeado de terreno.

Algo similar es el caso del Ray Traicing, un software que presenta una mejora considerable en la iluminación ambiental del entorno en un juego que, con un simple cambio, altera completamente la forma en como se ve todo.

Sin duda alguna, una de las introducciones de esta nueva generación —que a pesar de ser muy exigente en cuanto a requisitos para poder ejecutarla completamente— se apunta como una de las favoritas de cara al futuro.

Al sumar un gran conjunto de estos elementos nos acercamos a un tema apasionante: El fotorealismo. Project Mara es uno de los mejor dados de un juego que puede simular hasta las pelusas dentro de una casa, ofreciendo un nivel de realismo que es indistinguible de la vida real.

Esta tecnología se está poniendo a prueba, y quizá su mejor exponente es el próximo Forza Horizon 5, dejando entrever que este es el posible futuro de la industria.

¿Los gráficos definen la calidad el juego?

Como bien se viene mencionando, el apartado visual de los videojuegos se ha llenado de tecnicismos entre los que se destacan las capacidades de las consolas o las computadoras para poder correr estos escenarios realistas, en los que se disfruta totalmente de una inmersión mucho mayor.

Sin embargo, como también se dijo antes, los cambios generacionales a pesar de ser notorios, cada vez se hacen mucho más pequeños y específicos para dar nuevas experiencias, siendo en el apartado de gráficos la mejora de la distancia de dibujado, iluminación o cantidad de partículas en pantalla, siendo estos detalles los que ofrecen esta sensación de nueva generación.

Todo esto se ha logrado gracias a que la tecnología ha sido explotada hasta el máximo por los desarrolladores de los títulos, ya que sin una dirección que tenga una visión clara y un buen equipo, esto sería imposible.

En esta ocasión el mérito más grande se lo debe llevar el departamento de dirección de arte, porque sin él un juego simplemente perdería su encanto y su distinción de otros.

Por colocar algunos ejemplos: Dead Space o God of War 2 son títulos que, a pesar de ser  viejos, presentan un apartado de gráficos particular que los hace destacar y por esto mismo se consideran unos clásicos de generaciones anteriores.

De esta forma es como sucede con una gran cantidad de títulos de hace algunos pares de años que mantienen su imagen intacta.

Una parte importante, pero no definitoria

En redes se han vuelto común los debates sobre qué compañía o estudio es la que  desarrolla mejores juegos y hardware para acercarse a estas experiencias más realistas, pero que realmente no aporta nada a la comunidad ni la industria y que terminan por menospreciar el verdadero trabajo.

El desarrollo de los videojuegos cada vez se ha vuelto más complejo, y si bien los gráficos son una parte fundamental a la hora de presentar un título, sin un buen apartado artístico, una buena historia y una buena jugabilidad, son los elementos que realmente definen lo que hace bueno a un juego.

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No se sabe a ciencia cierta adonde llevará la tecnología dentro de la industria del videojuego, pero es de esperar que mientras exista esta ambición de complementar todos estos aspectos mientras se sigue innovando, se seguirá construyendo el camino hacia un futuro incierto.

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