El desarrollo de los aparatos electrónicos durante el último siglo ha sido una de las cosas más destacables en la historia de la humanidad. Debido al potencial que tuvo en sus inicios y la disposición de muchas personas para explotarlo es que hoy en día nos encontramos con un panorama que parecía inimaginable hace años. Estas ansias por superarse no siempre han surgido de la nada, sino que están relacionadas con una palabra: la competencia.

La industria del videojuego, a pesar de ser una de las más jóvenes, es de las que más se ha desarrollado, pasando en los arcades en la década de los 70, pasando por las consolas de sobremesa a inicios de los 80, las cuales han seguido en desarrollo hasta el día de hoy a la par que las computadoras.

Sin embargo, esta evolución solo ha sido posible gracias a la feroz competencia en el mercado.

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Si esta competencia ha sido necesaria, elementos que la rodean se han salido de las manos, convirtiendo esta “guerra de consolas” en un tema que fuera de ser fascinante, acaba resultando infantil.

Un inicio controvertido

Atari, la compañía madre del inicio de los videojuegos en las consolas caseras fue la compañía que exploraba en un mercado totalmente desconocido, debido a que se distanciaba de lo que ya hacían las jugueterías con la implementación de la tecnología; pero es esta idea revolucionaria la que le ayudaría a comenzar a crear el camino que seguirían sus predecesoras.

La consola de la compañía americana no presentó un rival alguno, ya que compañías como Mattel o Coleco no fueron una amenaza real. Pero a pesar de este hecho, los videojuegos atravesaron un periodo oscuro en los 80 debido a la gran cantidad de títulos de mala calidad, llevando a Atari a su quiebra en 1993. Esta situación daría paso al primer contendiente de la famosa guerra: Nintendo.

En los años posteriores, la compañía nipona se colocó como la salvadora de los videojuegos en aquella época, presentando cosas totalmente innovadoras en un mundo de cientos de posibilidades, dando pie a un reinado que parecía indiscutible.

Pero no todo es color de rosas y tal como demuestran en Console Wars (tanto el libro como su adaptación a documental), Nintendo era criticada debido a sus estrategias de ventas, llegando incluso a compararla con un monopolio debido a su basta presencia en el mercado.

No obstante, la industria comenzaría su verdadera contienda con la aparición de SEGA, otra compañía japonesa que deseaba abrirse paso en este mercado y para ello, decidió  combatir cara a cara con la Gran N. La compañía había decidido apostar al “todo o nada” y obtuvo dos resultados distintos: en Japón, la SEGA Genesis no logró lo esperado, sin embargo, en América la marca se catapultó con éxito.

La guerra de consolas entre Nintendo y SEGA fue ruda en los años posteriores y esto se debía principalmente a que, por un lado, teníamos una compañía japonesa que deseaba mantenerse en su zona de confort, haciendo bien lo que dominaba y permaneciendo en su sector; mientras del otro lado, a pesar de ser japonesa, la rama americana tomó las riendas de la marca siendo mucho más arriesgada y juvenil, apostando al mercado que no cubría su competencia.

Estas estrategias se notaban desde la publicidad hasta su apartado de hardware, lo que dio resultado una competencia tan reñida que ambas compañías tuvieron que dar el máximo para demostrar cuál era mejor.

Guerra de consolas un conflicto alargado innecesariamente
Mario y Sonic fueron mascotas rivales, ahora tienden a competir codo con codo en un mismo juego (Cortesía: Meristation)

No sería hasta inicios de los 90 que las cosas cambiaron y es que SEGA se hallaba dividida entre su dirección japonesa con la americana, siendo estas diferencias las que la llevarían a grandes desacuerdos y a una inminente pérdida. Mientras tanto, Nintendo se alzaría con la victoria momentáneamente.

Más compañías, más disputas

Esta “guerra de consolas” resultó bastante seria, una disputa que probablemente estaba destinada a dejar mal parada a una de las compañías participantes. Este gran momento en la historia de la industria del videojuego acabó con el reinado de Nintendo.

Pese a la salida de SEGA de esta competencia, en 1994 había una compañía —también japonesa— que no tenía dudas de entrar en el mercado y tomar su lugar: Sony. En este punto, Nintendo acababa de dar el salto definitivo al 3D con la Nintendo 64, no obstante, frente a este nuevo rival la competencia se había tornado mucho más fuerte.

Con la llegada de la Playstation al presentar un hardware más poderoso, un diseño novedoso con la adición del CD-ROM y un catalogo de juegos exclusivo, no es de sorprender que logró sobrepasar los 100 millones de unidades vendidas durante su vida útil. Con esto, Sony se hacia un lugar en la industria del videojuego que Nintendo no podía dejar de lado.

Fue ya en los 2000 cuando la cosa se intensificó más. Nintendo y Sony llevaban en esta rivalidad unos años hasta el lanzamiento de sus nuevas consolas: Playstation 2 y la GamecCube. Otra compañía llegaría tarde a la fiesta: Microsoft con su consola Xbox, en 2001.

Esto inició una nueva etapa en la guerra de consolas, con una batalla de tres frentes, con tres compañías que destacaban en distintos aspectos: Nintendo se mantenía en su zona de confort y aunque no contara con la mejor consola, sus juegos se seguían caracterizando por su calidad y cariño de sus seguidores.

Sony presentaba una consola bastante capaz y novedosa con un catálogo de juegos muy variado.

Xbox se concentró en las facultades técnicas de su consola, presentando así una de las más potentes del mercado.

De esta forma, desde poco más de 20 años después de aquel momento, a pesar de que no existe una lucha tan encarnizada como la de los 80, aún hay una competencia muy notoria entre las compañías —que no se distancia mucho de sus primeras propuestas—: Sony y Microsoft son quienes llevan liderando el barco en lo que respecta a juegos y consolas, al punto de diferenciarse por características que antes no se les prestaba atención; mientras que Nintendo… se mantiene a su propio ritmo.

La verdadera guerra está en los jugadores

Como mencionaba antes, la guerra de consolas desde su inicio resulta en un momento histórico para la industria y es que luego de la caída de Atari, se puso en duda el futuro de los videojuegos, sin embargo, con esta contienda, se dejó en claro que los videojuegos tendrían mucho por explotar a futuro.

En su momento, Nintendo y SEGA fueron las que con sus campañas publicitarias se vendieron como sistemas de videojuegos totalmente distintos, pero aun así perseguían el mismo objetivo: entretener a sus usuarios.

Sin importar el documental, el libro o incluso a la persona que le preguntes sobre aquella época, a pesar de aquel ambiente de competitividad que existía, a los jugadores solamente los veían como meros espectadores que buscaban disfrutar de los productos de ambas compañías. Podríamos decir que de cierta forma, esta rivalidad era tomada con mucha ligereza.

Sin embargo, con la llegada de internet y la presencia de esta nueva era de la guerra de consolas con las tres grandes compañías, las cosas no cambiaron necesariamente para bien.

Durante su primera ronda de consolas en que existió la competencia, los piques entre las personas que seguían a cada una se comenzaron a notar; no sería hasta la generación siguiente (Wii, PS3 y Xbox 360) cuando sus “seguidores” tomarían esta rivalidad mucho más en serio.

Guerra de consolas un conflicto alargado innecesariamente
El E3 es el principal punto reunión de los fanáticos de los videojuegos, pero también en donde giran los debates sobre la guerra de consolas (Cortesía: Meristation)

Con el tiempo, los jugadores comenzarían a ser “soldados” dentro de esta autoproclamada guerra, tomando su lugar junto a su compañía preferida y lanzando argumentos que lo justificasen como para desprestigiar a los demás.

Esta situación se ha radicalizado con los años y si bien existe un gran porcentaje de usuarios que no forman parte de ello, es posible coincidir que un gran problema que hay en esta industria es la toxicidad de la comunidad.

Los daños colaterales de la batalla

A estas alturas, la contienda que libraban dos compañías que se “motivaban para superarse” constantemente ha pasado a ser un lugar en el cual los jugadores se dedican a desprestigiar sus gustos mutuamente y manchar la imagen de las compañías a las que “defienden” tan activamente.

Resulta curioso que dentro de una industria en la cual se busca el entretenimiento y el disfrute de sus productos por los jugadores, y que si bien las ventas son un punto importante para la compañía, es ilógico que quienes se lo tomen más en serio sean los mismos usuarios a quienes no les afecta en lo absoluto.

Sumado a esto, la situación abarca a la compañía en su totalidad, por lo que los estudios que desarrollan estos juegos también terminan siendo atacados, e incluso, acusados por “preferir una marca”, véase el caso de Assassin’s Creed: Valhalla (desarrollado por Ubisoft), cuyo lanzamiento a consolas de nueva generación tuvo problema de framerate en Playstation 5, llegando al punto de que se especuló que fue un complot de Microsoft para que esto sucediera. O también el “humo” que sacaba la Xbox Series X al calentarse y que se demostró que era solo una broma.

Este tipo de cosas convierte una situación totalmente seria en una pelea para niños. Sin embargo, no es culpa de las compañías que esto suceda, ya que para éstas lo importante es su relevancia en el mercado y para ello deben trabajar continuamente en la mejora de sus productos; aun así, probablemente haya sido un descuido el hecho de que este avance se haya convertido en “balas” que se usan en estas riñas sin sentido.

En busca de una tregua

Con la llegada de la nueva generación, recientemente las empresas acompañaron su lanzamiento con un mensaje hacia esta “guerra de consolas” que ellos muy bien saben que existe y es directamente con base en las declaraciones de Phill Spencer, CEO de Xbox, el pasado 2021, que dijo que la esta eterna disputa que se exagera por parte de los usuarios realmente no beneficia a nadie.

De hecho, él mismo planteaba que es necesario destruir estas barreras que se construyeron durante años para que realmente todos disfruten cualquier consola y cualquier titulo, sin recurrir a estas peleas de niños.

Este punto es similar al que comparte Jim Ryan, CEO de Sony Interactive Entertainment, quien señala que ya no debería ser llamada una “guerra de consolas”, sino una competencia entre ellas, porque es justamente eso lo que existe hoy en día, ya que gracias a eso es que se evita ser complacientes con lo que se tiene y se busca siempre algo mejor.

Es así como esta última generación de consolas ha apuntado hacia la retrocompatibilidad y las opciones de cross-play, para ofrecer mayores facilidades a los jugadores que disfrutan de esta industria.

Si bien esta “guerra” no dejará de existir en redes debido a los jugadores, nada de ello  evitará que las empresas y el resto de la comunidad pueda complacerse con todo lo que ofrece este sector.

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