David Acosta | R360
CHETUMAL, QRoo.- “Ayúdame, mamá”… esas fueron las últimas palabras de aliento de Norbin antes de morir; una lluvia de balas en la puerta de su casa le pusieron fin a su vida y a la de David, su entrañable amigo de la infancia, cuando estaban en medio de una celebración de cumpleaños que más tarde se convertiría en un cortejo fúnebre.
“El Güero” y “La Pulga” como les conocían en un populoso barrio de la colonia Proterritorio, en la capital del estado, convertida en una de las demarcaciones más violentas de la ciudad, pasaban un rato agradable, charlando y escuchando un poco de música; celebrando a su manera el cumpleaños de David.
Media hora antes del trágico suceso, Norbin, un adolescente tranquilo y con apenas 17 años de edad, había llegado a su casa tras su jornada laboral del martes, en una pizzería. Antes de verse con su amigo, se cambió de ropa y su madre por instinto le ofreció mole pare cenar, su comida favorita, pero como pasaban de las 23:30, ella misma le sugirió: “mejor lo comes mañana, no te vaya a hacer daño”.
Fue en ese momento cuando David llegó a buscarlo para invitarle a pasar un rato, pues tenían pendiente la celebración de su cumpleaños número 21. Fue así como se acomodaron en las instalaciones de un pequeño negocio de antojitos que sus papás tienen en su propia casa, ubicada en la confluencia de la avenida Corozal y Chablé.
Pasaron unos cuantos minutos, ambos disfrutaban de la música en un celular que Norbin le había pedido a su papá minutos antes, cuando al filo de la medianoche la tranquilidad fue rota por una ráfaga mortal de balas, proveniente de un vehículo en movimiento, que los alcanzó a ambos; testigos escucharon cerca de 10 detonaciones.
Norbin cayó cerca del fogón que sus padres utilizan para preparar la comida que venden cotidianamente, mientras que David quedó tendido en la acera y también a unos pasos de su casa, pues vivía casi enfrente de su mejor amigo.
Al escuchar las detonaciones Carlos, de oficio fotorreportero y padre de Norbin, inmediatamente salió a ver lo que ocurría y su esposa detrás. Ambos se percataron del amigo y de su hijo que se encontraba aún con vida.
“Mamá, ayúdame”, dijo Norbin. Los padres, entre lágrimas, la confusión y el impacto de los hechos, corrieron a solicitar ayuda de forma instintiva, desesperada: “Una ambulancia”, gritaban a los taxistas y automóviles particulares que pasaban por el lugar, pero Norbin dejó de moverse: tenía un impacto visible de bala en el pecho, justo a la altura del corazón.
Los primeros en llegar fueron los policías municipales, luego los estatales y después la ambulancia. Habían pasado más de 20 minutos, demasiado tarde para los dos amigos. Los paramédicos confirmaron que ninguno de los dos contaba con signos vitales.
Al sitio también llegaron los familiares de David y los policías ministeriales que cercaron el perímetro, toda vez que los testigos de la muerte se habían agrupado en el lugar. Los reporteros de la fuente policiaca también aparecieron, había incluso transmisiones en vivo.
Una semana antes vecinos de la colonia reportaron hombres armados en un vehículo sobre la avenida Corozal y a unos pasos del doble homicidio. El 911 de la Secretaría de Seguridad Pública envió tres patrullas repletas de policías, quienes levantaron a una persona que resultó ser inocente.
Elementos de las fuerzas armadas llegaron para apoyar en las tareas y como parte del protocolo arribó un vehículo y personal del Servicio Médico Forense (Semefo), para el levantamiento de los cadáveres, posterior a la recolección de pruebas ministeriales.
Tras la liberación de los cuerpos de los inseparables amigos por parte del Semefo, llegaron a sus respectivas casas ubicadas sobre la calle Chablé, alrededor de las 20:00 horas del miércoles, los padres y familiares de ambos, quebrados emocionalmente, pero se dieron tiempo para atender a los asistentes.
La escena era aún más desgarradora, pues como vivían casi enfrente, ante el cúmulo de gente parecía un solo velorio, sin embargo los cuerpos estaban en sus respectivas moradas. Hubo que solicitar el cierre al tránsito de coches, pues también se colocaron sillas y toldos sobre el arroyo vehicular.
Por encima del féretro de Norbin se observaron las ramas de un frondoso árbol de Huaya, que paradójicamente se encuentra cargado de frutos y alberga al menos cinco nidos de aves. La vida en medio de la muerte.
En el lugar exacto donde quedó el cuerpo de Norbin se colocó una cruz con veladoras, con aún huellas de sangre y marcas de al menos tres impactos de bala.
Tras las ceremonias fúnebres y religiosas, este jueves, los cuerpos de los amigos de la infancia fueron habitar el camposanto, lugar en donde les dieron el último adiós familiares y amigos.