Un periodo importante en la vida de muchas personas (más o menos 20 años para quien tiene la fortuna de haber estudiado una carrera universitaria) ocurre dentro de salones de clase, ante un profesor.

Según el Panorama de la Educación 2019 de la OCDE, en promedio, los niños en México pasan casi 800 horas al año en las escuelas primarias y, en la secundaria, alrededor de 900. Para el caso de la educación superior, los estudiantes pasan alrededor de 16 a 18 semanas al semestre en clases. Y todo ese tiempo transcurrido en clases, ocurre frente a una figura que, en los últimos años ha sido revalorada: el profesor.

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De acuerdo con la SEP, 2.1 millones de profesores forman parte del Sistema Educativo Nacional. Todos esos profesores, también pasaron una parte importante de su vida preparándose para el ejercicio de su profesión y una parte importante de esa formación se verá reflejada en su desempeño dentro de las aulas; pero, ¿qué distingue a un buen profesor?

Lo que caracteriza a un buen profesor podría depender de los ojos de quien lo mira

Por ejemplo, a través de una pequeña encuesta preguntando ¿cómo reconoces que estás ante un buen profesor?, se encontró lo siguiente:

-“Un buen maestro te atiende bien y es paciente” (estudiante de primaria, 9 años).

-“Cuando pasa la clase y ni cuenta te das del tiempo” (administrador, 48 años).

-“Quien logra despertar el interés del alumno” (representante médico, 48 años)-

“Son los que me dieron herramientas para hacerme hábitos, y los que le dan prioridad a aplicar el conocimiento y no la memorización” (juez, 39 años).

-“El que disfruta su trabajo” (psicóloga, 39 años).

-“Ser puntual, justo, empático, respetuoso” (secretaria, 58 años).

-“No juzga a un alumno, lo ayuda a sacar lo mejor de sí mismo” (abogada, 51 años).

-“A quien le entiendo a su clase” (estudiante secundaria, 13 años).

-“Con quien disfrutas la clase” (ingeniero electrónico, 38 años).

-“Cuando te dan ganas de saber más del tema” (universitaria, 19 años).

-“Cuando le preguntes y la respuesta sea la adecuada” (ama de casa, 68 años).

-“Quien explica y provoca que la materia sea fácil” (gerente, 40 años); “le gusta el trato con los alumnos” (cajera, 70 años).

-“Quien logra involucrar al alumno en la materia” (ingeniera civil, 44 años).  

Las anteriores opiniones muestran la percepción de personas que, según sus saberes y/o experiencias, distinguen a un buen profesor, pero, y los expertos en la materia, ¿qué elementos consideran se deben tomar en cuenta para reconocer a un buen profesor?

En la extensa literatura especializada en el quehacer docente se habla de que, si el fin de la enseñanza es que los alumnos logren alcanzar ciertos aprendizajes, entonces, lo que caracteriza a un buen profesor se relaciona con qué tanto contribuye al logro de esos aprendizajes.

Feldman (1989) identificó 28 dimensiones relacionadas con la efectividad docente (claridad y entendimiento, estimulación del interés en la materia por parte del profesor, naturaleza y valía del curso, calidad y frecuencia de la retroalimentación profesor–alumno, naturaleza y utilidad de los materiales de apoyo didácticos, etc.). Años después, el mismo autor (1997) tras realizar amplios análisis, concluye que son ocho dimensiones las que tienen las más altas correlaciones entre la eficacia docente y el aprendizaje de los estudiantes. Éstas son: 

  1. Preparación del docente. Un profesor debe ser experto en el tema, disciplina o grado que imparte, pues requiere comprender plenamente hechos, conceptos o principios de lo que se imparte.
  2. Organización del curso. Se refiere al uso eficiente de técnicas para organizar, dirigir y coordinar el curso, de tal manera que, el salón de clases posea una atmósfera que estimule y facilite el aprendizaje. 
  3. Claridad y entendimiento.  La claridad es la capacidad para comunicar ideas eficientemente; es el manejo que tiene el profesor para hacer accesible y comprensible el contenido impartido a sus alumnos.
  4. Impacto percibido de los resultados de la instrucción. Un buen profesor logrará un impacto positivo como resultado de su instrucción, es decir, la evidencia de su enseñanza podrá percibirse en el crecimiento y desarrollo de actitudes y habilidades de sus alumnos.
  5. Estimulación del interés por el curso y la materia por parte del docente. Un buen profesor engancha a sus alumnos y logra trasmitir y compartir esa pasión o gusto por lo que imparte.
  6. Esfuerzo por animar la discusión y estar abierto a las opiniones de otros. Un buen profesor no monopoliza el diálogo en clase, por el contrario, posibilita la libre expresión de todos sus alumnos.
  7. Habilidades oratorias del docente. Con el objetivo de establecer una conexión sólida con sus alumnos, un buen profesor requiere de una comunicación clara, coherente y persuasiva.
  8. Claridad de los objetivos del curso y sus requisitos. Un buen profesor establece con claridad lo que se debe esperar del curso y qué deben hacer los alumnos para lograrlo. 

Si bien estos rasgos dan una idea clara de lo que podría definir a un buen profesor, lo cierto es que muchos podrán recordar a esa profesora o profesor, que no era perfecto, sin embargo, tuvo un impacto positivo en sus vidas.  

Feldman, Kenneth A. (1989), “Instruccional Effectiveness of College Teachers as Judged by Teacher Themselves, Current and Former Students, Colleagues, Administrators, and External (neutral) Observers”, Research in Higher Education, núm. 30, pp. 137-194.

Feldman, Kenneth A. (1997), “Identifying Exemplary Teachers and Teaching: Evidence from student ratings”, en R.P. Perry y J.C. Smart (eds.), Effective Teaching in Higher Education: Research and practice, Nueva York, Agathon, pp. 368-395.

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