Julio Hernández López, “Astillero”, es un veterano periodista que con un par de entrevistas, dejó en evidencia una grave falla en el “método de investigación” de Anabel Hernández García, en su último trabajo periodístico relacionado con el presunto financiamiento del cártel de Sinaloa a la campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador, en 2006. 

El cuestionamiento de Astillero para Anabel Hernández fue que la periodista no pudo comprobar la entrega de dinero que afirma hizo el cártel de Sinaloa a colaboradores cercanos para la campaña de 2006 del hoy Presidente de México. Y aunque Anabel reiteró una y otra vez que sí lo podía probar, porque habló con “varios integrantes del cártel”, no quiso decir quiénes eran. 

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Lo que sí afirmó es que vio los videos de Mauricio Soto Caballero, presuntamente cercano de López Obrador, en los que testificó ante la Fiscalía del Distrito Sur de Nueva York, en Estados Unidos, cuando estaba supuestamente detenido acusado de narcotráfico, que Nicolás Mollinedo Bastar, “Nico”, había recibido dinero para la campaña presidencial de 2006.

Esta versión no está probada, jurídica ni periodísticamente, concluyó Astillero. Pero Anabel Hernández le dio peso a los testimonios de los testigos, como única prueba de peso.

Para Astillero, Anabel sólo argumentó porque no tiene pruebas sólidas, pero ella dijo que tiene grabaciones, audios, sin definir de quién.

Omisiones de Anabel Hernández

Lo que se observó es que Anabel Hernández jamás entrevistó a Mauricio Soto Caballero, pero Astillero sí lo hizo, después de la entrevista con la periodista.

Soto Caballero rechazó que él fuera el conducto o entregara dinero proveniente del cártel de Sinaloa. Y también tumbó una de las afirmaciones de Anabel, que con una tarjeta de presentación de Nicolás Mollinedo, afirmó que era su socio. Anabel Hernández no hizo la tarea de investigar la presunta sociedad de Soto Caballero con Mollinedo Bastar mediante un acta constitutiva.

Negó que fuera detenido en Estados Unidos y especificó que en 2006 se integró al equipo de Mollinedo Bastar para trabajar en la logística de la campaña de López Obrador, sin embargo puntualizó que él cubrió sus gastos de forma personal. Le confirmó a Astillero que no tiene problemas en viajar a Estados Unidos, para confirmar que no hay ninguna acción judicial en su contra, tal y como lo afirma la investigación de Anabel Hernández.

El periodismo: La forma y la ética

El periodismo no está exento de que sea utilizado como arma política. Las empresas de medios persiguen el lucro y tienen intereses bien definidos. Son pocos, poquísimos los medios que pueden presumir la independencia entre la cabeza empresarial, sus intereses y el derecho de las audiencias.

En ese entramado de intereses, la semana pasada observamos un nado sincronizado, es decir, tres periodistas que lanzaron sus investigaciones relacionadas con una presunta investigación de la DEA, de los recursos del narcotráfico que recibieron hombres muy cercanos a Andrés Manuel López Obrador, para financiar la campaña presidencial de 2006. La investigación fue supuestamente cerrada. 

ProPublica, Tim Golden y Anabel Hernández, de forma “coincidente”, publicaron sobre ese financiamiento, lo que abrió la sospecha sobre la veracidad de esa información presentada bajo el formato de reportaje.

Pero en el periodismo no hay coincidencias, sino certezas, y bajo la premisa comprobable de que la DEA está detrás de las presuntas filtraciones, que provocó el reportaje en nado sincronizado de tres periodistas, recuerda que esa dependencia antidrogas siempre ha jugado un papel de desestabilización en América Latina. El caso de Salvador Allende, en Chile, es un ejemplo de la injerencia de la DEA para derrocar un gobierno democrático.

Encuadrado en los géneros periodísticos informativos, los reportajes no admiten suposiciones ni inferencias sino pruebas, datos concretos y reales, con entrevistas de las fuentes que además cumplan con el contraste, es decir, las versiones a favor y en contra de un determinado tema.

En la corriente del Nuevo Periodismo, iniciado en los Estados Unidos por Tom Wolfe, el reportaje tomó un sentido narrativo y se acercó a la literatura de no ficción. De esa corriente, una de las novelas-reportaje más famosa es A Sangre Fría, de Truman Capote. Por ahí, por esta corriente, va el trabajo de Anabel Hernández.

En el caso de Astillero-Anabel Hernández, el primero puso el acento en las líneas y fronteras del periodismo, en el reportaje, de las pruebas que deben sustentar un trabajo de investigación. Por desgracia, para Anabel, quedó evidenciado su trabajo por no sustentar su investigación con pruebas contundentes, pero sobre todo, por no ir directamente a la fuente, sino en basarse sólo en lo que le filtró la DEA. Lo tenía que hacer por rigor periodístico y, sobre todo, por ética.

El verdadero periodismo está en la capacidad de criticar a los gobiernos, de tomar distancia con el poder, pero con reglas claras, en función del aseo periodístico, de la verdad. Las filtraciones, que no son cosa común en los medios, pero existen, obligan a los periodistas a comprobar lo que está en los documentos.

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