Desde hace casi 30 años la industria de los videojuegos ha tenido una temporada en la que los ojos del mundo se centran solo sobre ella, siendo el E3 la convención sobre videojuegos más grande e importante de la industria.
En el E3 las distintas compañías y desarrolladoras de videojuegos presentan sus proyectos —tanto software como hardware— en el Centro de Convenciones de Los Ángeles, permitiendo que la prensa, los inversores y el público en general pueda formar parte de este gran “festival”, en el que se concentra todo el hype de la comunidad por lo que vendrá en los próximos meses.
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Sin embargo, desde hace algunos años la relevancia de este evento ha venido decayendo. Algunas personas consideran que se ha quedado “estancado” en el tiempo y no ha evolucionado con él —y con la propia tecnología—. Pero lo que más ha afectado es la separación de ciertas compañías del evento principal por diversos motivos, lo que genera que el público se preocupe por lo que sucede tras bambalinas.
De esta manera, podemos observar como la edición del E3 2021 ha migrado al ámbito digital principalmente debido a la pandemia del Covid-19, pero termina siendo un formato querido por muchos y odiados por otros.
Entonces, debido a la importancia que tiene este evento para la industria y los tiempos en los que estamos viviendo, surge un nuevo debate: ¿realmente aún necesitamos al E3?
Creado por necesidad
Los videojuegos han tenido lugar en nuestra sociedad desde la década de los 80 con los primeros arcades. No fue hasta la década de los 90 cuando las personas comenzarían a tomar en serio a este sector, el cual crecía a pasos agigantados, demostrando que estos juegos no eran solo cosas de niños.
Este fue uno de los motivos por los que se crearía la Interactive Digital Association (IDA) —la actual Entertainment Software Association (ESA)—, encargada de regular el mercado de los videojuegos y productos digitales.
Si bien es cierto que las compañías de videojuegos ya tenían un lugar en las convenciones de tecnología como la Consumer Electronics Show (CES) o el European Computer Trade Show (ECTS), eran lugares donde acudían miles de personas, pero que no se les daba la suficiente atención a estos.
De aquí surgió la Electronic Entertainment Expo, o mejor conocida como E3, una feria que destacaría lo mejor de este sector en un solo lugar. Fue así como en 1995 compañías como Nintendo, Sony y Sega, en asociación con la IDA, se reunirían anualmente para demostrar al mundo lo que realmente tenían para ofrecer.
Posterior a eso, la relevancia del evento se incrementaría, ocasionando que más compañías y desarrolladoras se unieran para presentar sus propios proyectos. De esta manera, es como este “pacto” fue ideado para que los videojuegos tuvieran su propio evento.
En un principio, se tenía concebido como algo meramente formal, en el que solo los inversores, prensa y ciertos invitados podían acceder al evento. No fue hasta que en 2015 se permitiera la venta de boletos para el público general, convirtiéndose de esta forma en una especie de “Comic Con”, en el cual el ambiente festivo se hace presente.
Tiempos difíciles
Como cualquier evento de esta magnitud, las polémicas suelen estar siempre presentes, como el caso de las Booth Babes —es decir, edecanes con atuendos sugestivos— en los puestos de las compañías con motivo de promocionar sus juegos. Esto generó que la organización comenzara a multar con grandes sumas de dinero a las empresas que lo hicieran.
Pero sin duda alguna, el problema más grande del E3 comenzó en 2019 cuando Sony decidió ausentarse del evento, optando por seguir por su cuenta con un evento propio. El encargado de dar esta noticia fue el jefe de Sony Interactive Entertainment Worldwide Studios, Shawn Layden, quien en un comunicado expresaba su preocupación por los cambios que ha habido en el mundo desde la primera feria en 1995, donde los inversionistas se sorprendían en el lugar y la prensa era por medios físicos; para ellos, el E3 ya no tiene la misma actividad comercial y mediática de antes.
Este choque de posiciones entre la ESA y Sony ha desencadenado que otra gran compañía como lo es Electronic Arts también se ausentara del evento por motivos muy similares, y de esta manera, comenzara a optar por eventos propios o virtuales.
Si bien es cierto que Nintendo ha migrado al formato de streaming para sus presentaciones con el Nintendo Direct, sigue formando parte de esta gran feria con el Nintendo Treehouse; algo parecido sucede con Microsoft con sus ID Xbox.
Esto deja en evidencia que uno de los problemas que tiene el E3 es que su “fórmula” ha quedado anticuada y por tanto, las compañías y desarrolladoras buscan crear la suya propia para proteger sus intereses comerciales.
Momentos únicos en un mismo lugar
Este evento ha sido la cuna de múltiples momentos memorables en la historia de esta industria, desde los más grandes como las presentaciones de juegos muy esperados como lo fue el caso de Final Fantasy VII Remake, o las presentaciones de consolas de nueva generación como lo fue con Xbox One, o inclusive de grandes de la industria como Shigeru Miyamoto, con la Espada Maestra para anunciar The Legend of Zelda: Twilight Princess.
Asimismo sucede con los recuerdos que generan aquellos grandes fracasos que acaban por convertirse en memes, como el concierto de presentación del Wii Music o la demostración en vivo del Kinect con sus bugs.
Por otro lado, también es necesario hablar del elemento humano, como bien mencionaba antes, desde que el E3 dio la oportunidad para que los fanáticos pudieran acceder en persona a estas conferencias, el ambiente de “la fiesta de los videojuegos” ha estado viva, con personas haciendo sus cosplay, compartiendo lugar para probar un título nuevo, o simplemente coincidiendo en lugares donde dan sus opiniones sobre lo que ha sido del evento.
Todo este ánimo que existe detrás del E3 es lo que lo vuelve algo único, así como sucede con la San Diego Comic Con o el Tokyo Game Show, la comunidad que adora estos productos se reúnen y esperan con ansias este evento y sus anuncios. Algo que ya se ha vuelto una costumbre desde hace años.
¿El E3 está muriendo?
Ahora, si bien es cierto que los tiempos han cambiado y la era digital ha llegado, las compañías de videojuegos también han comenzado a tomar nota para adaptar sus estrategias a nuevos tiempos.
Si bien el E3 puede significar gastos significativos para una compañía y migrar a eventos propios o virtuales genere una mayor ganancia para sí mismas, este festival sigue siendo importante no solo por los videojuegos, sino también por la gran importancia comercial de otros artefactos de tecnología.
De esta manera, aunque la edición del 2020 y 2021 no han tenido los mejores anuncios o las novedades más destacables, es necesario considerar que la pandemia ha tenido un papel fundamental en este caso.
Las compañías no tienen una conspiración para “asesinar” al E3 haciendo estas cosas. Los tiempos están cambiando, y con ello las necesidades por parte del público a los cuales la industria se va adaptando a su propio ritmo. Sony comentaba esto al anunciar su ausencia en 2019:
“¿Cómo podemos hacer que el E3 se vuelva más relevante? ¿Puede el E3 convertirse en un festival de videojuegos sin la necesidad de soltar un bombazo? ¿No puede ser simplemente una celebración de juegos y paneles con los que los desarrolladores se puedan acercar a los aficionados?”
De forma muy general, este evento seguirá manteniendo una gran relevancia, al menos por unos años más, y para mantenerse es necesario que “renueven su fórmula”. La solución no es separarse e ir por su cuenta totalmente, pero tampoco es quedarse igual que siempre. Es necesario un trabajo continuo por todas las partes para proteger la esencia de la “fiesta de los videojuegos”, sea bajo el nombre de E3 o cualquier otro.