
En el contexto político del México dominado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el tapado era un sistema por el cual el presidente en turno elegía en secreto a su sucesor y alguno de los entes corporativos lo destapaba para posteriormente elegirlo en un proceso supuestamente democrático. Andrés Manuel López Obrador invirtió la fórmula y sin ningún enlace corporativo, destapó a sus corcholatas, de forma muy anticipada. Hoy, esa forma de hacer política se está imponiendo en los estados, en donde Quintana Roo no es la excepción de cara al proceso de 2027.
Mucho se ha especulado que la corcholata de la gobernadora Mara Lezama Espinosa es Gino Segura, el joven verdeecologista que saltó a Morena, más por la oportunidad que se le presenta en el futuro, que por su ideología partidaria, alejada en la praxis de la izquierda, pero adoptada por pragmatismo.
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Pero a ciencia cierta y aunque en los hechos puede parecer que Gino es la apuesta fuerte, lo cierto es que Mara Lezama Espinosa va a tener otros ases bajo la manga, de mano de la encuesta, el método que le dio a López Obrador la certeza de que la actual gobernadora era la elegida, primero para la presidencia municipal de Benito Juárez y después, para la gubernatura.
Así que la elección de las corcholatas va a depender en gran medida de estar ahí, en la encuesta, y por lo menos ya hay nombres entre los que aparece Rafael Marín Mollinedo, a quien lo favorece ser uno de los amigos más cercanos de López Obrador.
La amistad sin embargo no es suficiente para estar en la boleta de 2027, lo es permanecer en la encuesta y sin duda, la posición que se ocupe en la administración pública y en los puestos de representación popular, es decir, las secretarías de Estado, las direcciones de las empresas de los organismos descentralizados, así como las senadurías y diputaciones.
Rafa Marín, entre las corcholatas
Mara Lezama tendrá tiempo de dar a conocer a las corcholatas, entre las que ya tiene asegurado su lugar Gino Segura, pues es más que evidente porque en eventos y reuniones de alto nivel, es el ajonjolí de todos los moles, lo mismo da que sea del tema del ámbito de su presidencia en la senaduría, la Comisión de Turismo, que en cuestiones de educación, en que no tiene nada qué hacer más que salir en la foto.
Pero decíamos, para no desviarnos más del meollo del asunto, que Rafa Marín tiene en la amistad del ex presidente de México una carta, que no es suficiente, aunque sí pesada. La otra carta, y es sí muy definitiva, es la de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, quien no dejará que de momento Rafa Marín se distraiga, por lo que acontece hoy, con las medidas arancelarias que está adoptando Donald Trump contra México.
Sin embaego, desde la Agencia Nacional de Aduanas de México se cobrarán los aranceles a las importaciones que provengan de Estados Unidos, si es que Sheinbaum Pardo decide en reciprocidad imponer impuestos a las mercancías que provengan de los Estados Unidos y de China que estén fuera del T-Mec.
Y es justo que esa vitrina será un reflector muy potente en las aspiraciones de Rafa Marín, de gobernar Quintana Roo desde 2027.
Por el momento, en el estado, ya se articula una cadena de apoyo, en la que hay morenos muy visibles, como el diputado Ricardo Velazco o el regidor Orlando Muñoz, en Playa del Carmen. En Cancún, hasta los ex perredistas que aún quedan con cierto prestigio, se sumarán a una eventual candidatura del economista por la UNAM.
Sin embargo, Rafa Marín debe confirmar con la presidenta de México que quiere y aspira a ser el jefe del Ejecutivo estatal, para que a su vez la primera jefa de la nación en la historia de México, en su momento, sea una balanza en el proceso adelantadísimo a la gubernatura de Quintana Roo.
Lo que sí es que la gobernadora es una mujer inteligente y disciplinada y si ve esas señales desde Palacio Nacional, apoyará lo que crea que es mejor y conveniente para el estado. Y ahí es que la experiencia de Rafa Marín será un factor decisivo, de la cual carecen los demás suspirantes.