Desde tierras distantes, un producto importado, de Morelos para Quintana Roo, gracias a la gracia de una amistad importada, la del morelense Don Graco Ramírez, que como asesor del Gobierno del Cambio, dicen las malas lenguas, se ganó el derecho de acompañar al joven de ayer, Charlie J, en su administración y de paso, dejar al Rambo Tijuanense a cargo de la seguridad pública.
Ya no se sabe qué fue peor, si traicionar al leal amigo, Rodolfo del Ángel, que lo acompañó desde los tiempos en que Charlie J. andaba como alcalde de un municipio que surgió de la voluntad de un ex gobernador que pisó penales federales de México y Estados Unidos, o traicionar a todo un estado, con una decisión que fue más por compromiso que por entregar resultados.
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Bien cobijado, el Rambo Tijuanense pasó a convertirse en una especie de profesor Chiflágoras, que repentinamente hizo coexistir el mundo de los policías y ladrones, con el del glamour de la farándula y los reflectores de los medios, todo un Polivoz.
El ahora comandante Chiflágoras se ha destacado por convertirse en vocero de sus acciones, un cargo que acaba de confirmar el otro vocero, el del estado, Charlie O.
Empoderado, el comandante Chiflágoras tiene como eje de comunicación sus cuentas de redes sociales, en especial la de los trinos, en donde balconea a los malechores, envía advertencias y hasta videos de la tropa en una coreografía que enmudece -l i t e r a l- hasta a las mejores producciones de Hollywood y también a las de Bollywood
¿Quién está detrás del comandante Chiflágoras en términos de comunicación? Una mujer, caída en desgracia, pero con la billetera asegurada con recursos provenientes de la tesorería estatal.
Charlie J. ya cambió al 60 por ciento de su gabinete, y mandar de regreso a Tijuana o a Morelos al comandante Chiflágoras no sería un acto de debilidad ante la perrada de medios que demanda un cambio, pues los resultados están a la vista, sería más bien un acto de congruencia con aquello que prometió: terminar con el compadrazgo y el amiguismo.
Pero. ¿cuándo un político ha cumplido siquiera a medias su promesa? (como es el caso de Charlie J.). Debería no considerar las renuncias en su gabinete, sino renunciar como la cabeza de un equipo que ha ido de desacierto en desacierto.
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El comandante Chiflágoras cree que con tener una imagen de bonachón y hasta de fanfarrón, con eso basta para convencer a un ciudadano, cada vez menos convencido e incluso hasta arrepentido, de haber votado en 2016 por un cambio que a cuatro años de distancia, no ha llegado, y en cambio, lo que sí llegó es la falta de resultados en materia de seguridad.
Pero mientras el comandante Chiflágoras siga en su mundo de la actuación y las entrevistas, con la venia de su jefe, la seguridad de los quintanarroenses seguirá por los suelos.