Se desmaya y médicos no lo atienden por celebrar un cumpleaños

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CHETUMAL, QRoo.- Martín caminaba sobre la avenida Insurgentes y justo al pasar frente al Área de Urgencias de la Clínica del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) se desvaneció. 

Llegó desde el municipio de Felipe Carrillo Puerto. Es de condición socioeconómica humilde. Se dedica a la albañilería, pues la necesidad le obligó a cambiar de actividad ya que hasta hace algunos años trabajaba como campesino.

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Vestido de camisa azul de manga larga, pantalón de mezclilla gris y zapatos negros se desplazaba a pie sobre la banqueta, y de repente cayó al suelo.  

Personas que pasaban por el lugar se acercaron para auxiliarlo. También salieron unas personas que se encontraban esperando turno para consulta, debajo de un toldo, en el estacionamiento de las ambulancias de la Clínica del ISSSTE, hoy habilitado como Área de Urgencias. 

En tanto se trataba de apoyar a Martín, las mismas personas pidieron a los guardias del nosocomio dieran aviso al personal médico para que le dieran ayuda médica, lo cual fue hecho casi de inmediato. Incluso se dio parte al número de emergencias 911.

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Tres mujeres en particular se encargaron de auxiliar a Martín. Una de ellas le colocó la mariconera que traía debajo de la cabeza. Otra tomó el sobre de vinil con documentos que llevaba el desvanecido en la mano, al momento de desplomarse, y una más fue un abanico de mano para darle la mayor cantidad de aire, en tanto llegaba el apoyo médico. 

Los dedos de las manos de Martín estaban contraídos, semejaban una garra; su cuerpo rígido y su piel tomó un color oscuro, además quedó inconsciente. Una de las mujeres le hablaba para ver si respondía, pero no hubo mayor señal, entonces aprovechó el alcohol que traía como protección contra el Covid-19, le aplicó una buena cantidad a un cubrebocas y se lo dio a oler a Martín. 

Habían pasado más de 20 minutos y no reaccionaba, la ayuda no llegaba. Su respiración casi ni se sentía. 

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Pasaron unos minutos más y Martín poco a poco comenzó a “regularizar” su respiración. De forma repentina abrió los ojos e intentó ponerse de pie, pero no pudo. 

Al ver la reacción, las mujeres lo ayudaron a sentarse en el piso, había pasado aproximadamente media hora, permaneció unos minutos más en esa posición. Fue entonces cuando se le preguntó qué ocurrió y él respondió que padece epilepsia. 

Mientras Martín se levantaba y se colocaba en una silla que le acercaron, una de las personas que esperaba consulta indicó que la razón por la que no salió el personal médico de la clínica fue porque se encontraba en una celebración de un cumpleaños y que de hecho los derechohabientes aguardaban a que terminara el convivio para que fueran atendidos.  

Luego de estabilizarse Martín explicó que su problema ha ido en aumento y que actualmente se desvanece hasta tres veces al día. Llegó a la capital una vez más para conseguir trabajo o algún apoyo económico. 

Comentó que ha ido al Congreso del Estado y al Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) Quintana Roo y en ninguno de los dos sitios le proporcionaron ayuda, por ello recorrió las calles y las casas de la ciudad con la esperanza de que alguien le ayudara y pudiera conseguir para sus medicamentos, que por cierto son caros; valproato semisódico que cuesta 809 pesos y levetiracetam, con un precio aproximado de mil 200 pesos, ambos los toma de manera permanente. 

Actualmente ya casi no puede trabajar por el riesgo que corre, pues cada vez que se desvanece se golpea la cabeza o el cuerpo. 

La preocupación más importante de Martín de 47 años de edad, además de su salud, es su mamá de 68 años, quien depende de él, toda vez que es la única familia que tiene. No está casado y tampoco tiene hijos. 

La tristeza lo embarga, pues aunque hay gente que le apoya con algún “dinerito o un trabajito”, la mayoría no le cree porque piensa que se trata de una mentira su padecimiento, que ya no le permite tener una vida normal y menos contar con un trabajo fijo. 

Al escuchar la historia, personas que observaban la escena de inmediato comenzaron a colaborar para sus medicamentos y en menos de 20 minutos ya contaba al menos para una parte y para regresar a su lugar de residencia en la cabecera municipal de Felipe Carrillo Puerto. 

No obstante Martín requiere de una ayuda continua, no cuenta con celular pues alguien se lo robó en una de las tantas veces que se ha desvanecido, pero dejó su dirección por si alguien desea apoyarlo: colonia Leona Vicario, calle 55 por 56 y 58 número 664.

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Se solicitó información sobre lo ocurrido a la Delegación del ISSSTE de Quintana Roo y la respuesta fue que no era derechohabiente y que sí se le dio ayuda humanitaria. Sin embargo, sólo un trabajador salió de la clínica cuando estaba a punto de irse Martín e informó que no se le podía dar el medicamento, porque solo se puede atender con ese tipo de ayuda a personas afiliadas al instituto, pero que de todas maneras preguntaría. La respuesta, nunca llegó.

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