Leonila Vázquez Alvízar, una de las mujeres que marcaron la historia de la solidaridad en México, falleció este 13 de abril a los 89 años en el municipio de Amatlán de los Reyes, Veracruz. Fue fundadora del colectivo humanitario Las Patronas, un grupo de mujeres que desde hace más de tres décadas ofrece ayuda a los migrantes que viajan en el tren conocido como La Bestia, arriesgando su seguridad para brindar alimento, agua y esperanza a quienes cruzan el país en busca de una vida mejor.
La noticia fue confirmada por medios locales y organizaciones defensoras de los derechos humanos, que lamentaron profundamente la pérdida de esta figura clave del activismo humanitario. El medio La Jornada destacó que doña Leonila falleció en su casa, rodeada de familiares, y que será velada en su comunidad, donde dejó un legado imborrable de empatía y resistencia.
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Todo comenzó en 1995, cuando Vázquez Alvízar presenció por primera vez el paso del tren cargado de migrantes. Aquel encuentro la marcó para siempre. ¡Madrecita, tenemos hambre!, fue el grito que escuchó, y desde entonces no dejó de responder con acciones. Junto con sus hijas y vecinas del poblado de La Patrona, en el municipio de Amatlán, fundó el grupo que hoy es símbolo de humanidad a nivel nacional e internacional.

Las Patronas son un referente
Las Patronas se convirtieron en un referente de lucha social, reconocidas por organismos nacionales e internacionales, incluidos el Comité de Derechos Humanos de la ONU y Amnistía Internacional. Pero más allá de los reconocimientos, Leonila siempre se mantuvo sencilla y firme en su propósito: ayudar sin esperar nada a cambio.
“Ella nos enseñó que no se necesita tener mucho para dar. Su generosidad, su fe y su entrega nos inspiran”, expresó una de las actuales integrantes del grupo.El cuerpo de Leonila Vázquez Alvízar será despedido con cariño por su familia, su comunidad y cientos de personas que reconocen su labor como un acto de amor y justicia. Su legado vivirá en cada lonche entregado, en cada mano tendida desde las vías del tren, y en cada migrante que alguna vez encontró en Las Patronas un refugio en medio del camino.
