Jazmín Ramos | R360
CANCÚN, QRoo.- El olor a copal, incienso y flores de cempasúchil aromatizan el Mercado 23 de Cancún. Es la vendimia para la celebración del Día de Muertos.
Hay un ir y venir de gente, que se prepara para recibir a las almas que se adelantaron en el camino, comprando una variedad de artículos para sus altares.
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Visitar el Mercado 23 en la víspera de el Día de Muertos, es toda una tradición en Cancún, ahí los comerciantes improvisan puestos y entre los más visitados son aquellos que ofrecen los dulces tradicionales de la temporada, así como los de papel picado.
Calaveritas, fruta cristalizada, cocadas, figuras de amaranto, chocolates y caramelos se venden a granel, así como los paquetes de papel de colores, con varias figuras, pero la más popular, la huesuda.
“Esta es la época en la que me gusta visitar el Mercado 23, los olores de las flores y de los dulces, me recuerdan a mi niñez, allá en Oaxaca, cuando con mi madre ibamos al mercado para comprar las ofrendas de los altares”, recuerda, Miriam López Osuna.
Los puestos están decorados con papel picado, hay entre tres a cuatro empleados, ya que uno no se da abasto; son días de buenas ventas.
“Tenemos que aprovechar las temporadas. La de el Día de Muertos, es la mejor, a veces no nos damos abasto, debemos tener varios empleados, en mi caso son mis hijos quienes me ayudan”, mencionó Tomás Cruz Palma.
Los pasillos de esta central de abastos lucen concurridos, el regateo está a todo lo que da, es una especie de verbena popular, donde nadie se escapa de comprar. Ahí incluso se puede mercar el tradicional mucbipollo, el platillo típico de la región. Es la comida de la temporada, la herencia de la cultura maya, quienes celebraban el Hanal Pixán -comida de las almas-, el encuentro de de los vivos con los muertos.
El mucbipollo es una especie de tamal que se prepara con masa y manteca de cerdo condimentada con salsa roja y achiote, relleno de carne. Es el platillo principal que se pone en las ofrendas para recibir a quienes regresan del inframundo a visitar a sus seres queridos.
“Aquí en el Mercado 23 encuentras los más deliciosos mucbipollos, es un platillo muy de nosotros los yucatecos, el cual se coloca en los altares como el manjar principal para recibir a nuestros familiares que se nos adelantaron, es mi platillo favorito”, indicó Concepción May Us.
Al clásico mucbipollo se le une también la venta de pan de muerto, hay de todos los tamaños y con el sabor de la panadería tradicional y para quienes buscan probar las nuevas tendencias hay panes rellenos con nata, cajeta o frutas. Los vendedores recomiendan degustarlo con un buen café con canela.
“En la tradición no puede faltar el pan de muerto, aquí en este puesto tenemos desde los clásicos hasta los que ya vienen rellenos. No podría decir cuál es el más popular porque los dos se venden bien”, comentó Martín Abarca Salado.
En la vendimia de el Día de Muertos la calabaza se hace presente, es fundamental para la elaboración de los dulces en conserva; se ofertan desde piezas enteras hasta pequeños trozos que después se cocinan con piloncillo y canela.
Las ofrendas no solo tienen que llevar comida y bebidas, que generalmente hacen referencia los gustos de los difuntos, sino que es tradición colocar dulces, de ahí toda esa variedad que se ofertan en la temporada.
“Mi mamá hace un dulce de calabaza muy bueno, hace varias porciones, la que pone en los altares y la que nosotros compartimos al recordar a nuestros seres queridos. En mi casa lo comemos con leche”, dijo Pedro Hernández Carmona, cliente asiduo del Mercado 23.
Los visitantes siguen llegando; en esta época El Mercado 23 extiende sus horarios de atención al cliente, generalmente a las cuatro de la tarde cierran los puestos, pero ahora deben aprovechar y siguen la vendimia pasada las ocho de la noche.
“De lo que se trata es aprovechar el flujo de visitantes que genera la venta de El Día de Muertos, época en que los mexicanos recordamos a nuestros fieles difuntos”, mencionó Federico Canche Peralta, comerciante.
La tradición refiere que el día primero las almas de los niños regresan a visitar a sus familiares y el día dos los adultos le piden permiso al inframundo para visilar la que en vida fue su casa; es ahí donde se da la convivencia entre los vivos y los muertos. Una tradición que ha pasado de generación en generación.