Antonio Ramos | R360
Una camioneta forense,
a la Muerte fue donada,
con los tributos pagada,
del pueblo solidarense.
Maquillada y perfumada,
la muerte fue a dar la vuelta,
y en segunda y en tercera,
bien contenta manejaba.
De orinar ganas le dieron,
por el centro estacionó,
regresando le dijeron:
“tránsito la infraccionó“.
Dos malhumorados agentes,
al parquímetro apuntaron,
“No nos pele usted los dientes”,
enojados sentenciaron.
“Yo con Laura quiero hablar”,
enojada les gritaba,
“Váyase a la chingada”,
un agente replicaba.
A la camioneta subió,
estrujando su boleta,
a la Colosio partió,
en busca de la alcaldesa.
A una zona de guerra llegó,
las calles despedazadas,
“Estamos reconstruyendo”,
un letrero le anunciaba.
Caminando ella llegó
al hotel de la señora,
de las patas enlodada,
ya ni el sol la calentaba.
Rellenitos de cajeta,
unos churros le invitó,
“Queridisima calaca,
al cielo nos vamos hoy”.
“No me jodas la existencia,
que yo enojada estoy,
aunque la boleta canceles,
conmigo te vienes hoy”.