Y ardió.
En esa frase se resume lo ocurrido este miércoles cuando el Congreso se aprestaba a discutir la despenalización del aborto en cualquier condición.
La polarización que genera el tema, más los ánimos caldeados, y los factores políticos en el aire, fueron elementos suficientes para que el vaticinio del diputado de Morena, Edgar Gasca Arceo, se confirmara. El Congreso ardió.
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Fue una sesión penosa, legaloide y hasta irónica en donde los calificativos fueron desde el “¡Cobardes!” y “¡borracho!”, hasta la demanda de que trabajen “porque para eso les pagan” de una de las legisladoras que mayor número de faltas ha acumulado, Tyara Schleske, del PVEM. Nadie daba crédito a sus palabras.
Tratar de entender todo lo que ocurrió en el Congreso de Quintana Roo no es fácil; se necesita conocer la Constitución federal, la Constitución de Quintana Roo, la Ley Orgánica del Congreso y el reglamento de las comisiones. Implica cierta dificultad y alguna capacidad de interpretación legal.
A partir de ahí, todo lo sucedido tiene mil lecturas.
Todo pintaba para ser un día de acuerdos en donde las y los diputados abrirían el debate en el pleno de la sesión número 5, programada para las 15 horas, que no se llevó a cabo.
En privado hubo un primer acuerdo. Diputadas y diputados se reunieron en la Sala de Comisiones en donde hicieron cálculos y cuentas para entrar al debate de las iniciativas. Salieron con una primera ruta ya definida: Se abordaría en la reunión de las 5 comisiones los dictámenes, se construiría solo uno y se votaría para luego turnarse al pleno.
El departamento jurídico del Congreso fusionaría ambas iniciativas y, en ese proceso, evitaron tocar la Constitución de Quintana Roo, a pesar de que en su artículo 13 señala que la vida está protegida desde el momento de la concepción.
Sin embargo, al iniciar la reunión de las comisiones detectaron que la suma de votos a favor y en contra del proyecto, les daba empate. La ley dice que en caso de dos empates consecutivos el tema se desecha y se tendría que mandar al siguiente periodo en septiembre.
Diestra con los argumentos legales, la diputada Judith Rodríguez, alguna vez presidenta de la Mesa Directiva, propuso una ruta para llevar el dictamen al pleno, pero el diputado Eduardo Martínez propuso otra y ahí fue donde comenzó la historia de las confrontaciones. Se buscaba “planchar” el dictamen antes de iniciar el trabajo de las comisiones. No lo lograron. Se descalificaron a grito pelado, delante de todos los presentes.
Sin acuerdo, la presidenta Judith Rodríguez determinó iniciar la reunión de las 5 comisiones con Edgar Gasca como secretario de la reunión y quien es presidente de la Comisión de Salud.
Fueron seis recesos los que se llevaron a cabo ante la falta de acuerdos.
Fueron 13 horas de jaloneos verbales, de argumentos legales y legaloides, de calificativos, de señalamientos, de quejas, de acusaciones mutuas y de pena ajena.
Los autores guardaron silencio
Mientras tanto los diputados promotores de las iniciativas, Ana Pamplona, del PT y José Luis Guillén, de MAS, no decían ni pío. Presentes ambos, guardaban silencio. Jamás defendieron sus proyectos, ni argumentaron nada.
En la sesión de comisiones se votó aprobar la emisión de un solo proyecto de dictamen de las dos iniciativas. También se votó ahí mismo modificar el proyecto para que se incluyera una modificación al artículo 13 de la Constitución estatal con el fin de garantizar el respeto a los derechos humanos marcados en esta misma norma.
Ahí se dio el primer traspié, pues el departamento jurídico no se dio cuenta de que en el proyecto de dictamen incluyeron un párrafo en el artículo 13 que ya existe, pero en el artículo 12. Un absurdo.
El diputado Eduardo Martínez, del PAN y abierto opositor a la despenalización del aborto, cual cabildero, iba y venía de curul en curul para tratar de convencer a todos que el proyecto tenía severos errores, sumaba fuerzas y argumentos con las diputadas Kira San, Aurora Pool, ambas panistas, la diputada Reyna Durán, sin partido y ex morenista, así como con el diputado Carlos Hernández, del PRI.
Del otro lado trataban de defenderse con sus propios argumentos el departamento jurídico, la diputada Judith Rodríguez, la diputada Tyara Schleske y la diputada Erika Castillo (Morena) quien, como suele ocurrir con su trabajo, se sumó tarde al debate.
Benjamín Vaca, subsecretario de Servicios Legislativos, no lograba parar cada gol legal que le metían y que iban a terminar por atorar el debate.
Otro que guardaba un silencio sepulcral era Gustavo Miranda, presidente de la Jugocopo y responsable de firmar un acuerdo con las organizaciones feministas, plantadas dentro y fuera del Congreso. Él les había asegurado, a nombre de las y los diputados, que habría un dictamen el 25 de febrero, pero no pudo cumplirles.
Los opositores a la despenalización del aborto hallaron un mecanismo para evitar pasar al pleno el dictamen que, denunciaron, está mal integrado. Pasaban lista y se salían del salón a la hora de votar. Así reventaron el quórum tres veces.
Los ánimos explotaron y José Luis Guillén, a quien ya le urge irse de candidato a diputado federal, no se aguantó y les llamó “¡cobardes!”. Roberto Erales del PT, lamentó el uso de ese lenguaje, pero hizo alusión al estado etílico de Guillén cuando abandonó la conducción de una comparecencia. Carlos Hernández, regresó iracundo a defender su honor y recriminó a Guillén de quien dijo, no sabía si estaba tomado.
En el debate iracundo, la que sorprendió fue la diputada Kira San, suplente de Lili Campos, quien docta en el manejo de las leyes, les desarmó su proyecto de dictamen. Aunque Judith Rodríguez le rebatió con el ejemplo de la despenalización en Oaxaca, la panista reviró: violar la ley en ese estado, no es motivo para violarla aquí también.
Ya sin quórum, Gasca Arceo tiró la toalla y dijo “se me hace un desgaste estar volviendo a pasar lista…”. Así Villanueva decretó un receso no sin antes, a petición de Erika Castillo y José de la Peña, exhibir y darles un “rayón” a los diputados que, dijeron “se burlan de los que sí queremos cumplir”. La lista negra de los faltistas se dio a conocer al pleno en donde, ya de puro coraje, hasta ventanearon los partidos a los que pertenecen.
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Los faltistas ganaron este round, al atorarse el debate del aborto. Mientras tanto, los promotores del mismo, se alistan para el siguiente encuentro en medio de la hoguera en la que, sí, ardió el Congreso.