De acuerdo a la teoría de la ideología del filósofo francés de tendencia marxista, Louis Althusser, la producción y circulación de los signos y símbolos que representan la comunicación en una sociedad están controlados por el poder a través de instituciones como la familia, la escuela, la iglesia, los medios de comunicación y por supuesto, el Estado.
Tales instituciones difunden la ideología dominante y la imponen a la sociedad a través de la educación, la propaganda y otras formas de control social, como en este caso se puede apreciar a través de los mecanismos de comunicación pública del Estado en el ejercicio de La Mañanera, en la que el titular del ejecutivo acompañado de altos funcionarios construyen la ideología de la Cuarta Transformación y la difunden en ejercicios semióticos constantes en los que plasman símbolos y signos propios de este movimiento.
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Esta forma de comunicación de parte del Estado es permeable a través del discurso y se adopta por grupos sociales, sin que se encuentre exenta de resistencias al poder, que no en todos los casos es mera oposición, si no que en muchos caso surge como creación divergente, alternativa y novedosa, redescubriendo el hacer, pensar, sistematizar, educar, socializar y definitivamente, articular y discurrir, en que los signos establecidos son resignificados en la inmensa alteridad, como ejercicio paralelo y punto de quiebre del status quo, entre la dominancia y lo dominante.
En este sentido, es posible discernir y construir en paralelo sin que por ello, se trate de posturas opositoras o divergentes, más bien en un pensamiento filosófico marxista como el de Althusser, se trata de la resignificación de lo ya conocido; de la elaboración de pensamientos creativos; de construir conocimiento y de no permitir quedarnos en el estado de confort. Y esta idea es la que más debe ser comprendida por aquellos que ciegamente creen en una ideología estática, en la que se tacha de traidor a cualquiera que tenga criterio propio y en algunos casos más radicales, solo por atreverse a pensar.
Y es aquí donde surge un gran conflicto de la democracia y la lucha entre las decisiones mayoritarias y las personales, por lo que se hace necesario un proceso político que incluya a la epistemología como parte de la construcción del conocimiento político-ideológico de un proyecto de nación.
La resignificación la ideología de la que haba Athusser, se dio recientemente con la llegada de la Cuarta Transformación, en la que todos los signos y símbolos impuestos por el Estado príísta comenzaron a desvanecerse para darle paso al movimiento multicultural del cual se nutre la Cuarta Transformación como un ente generador de ideas renovadoras y resignificadoras del pasado, mismo que debe seguir en proceso de transformación.
De las personas que piensan diferente
En la realidad que vivimos, no existe como tal un proceso epistémico para la toma de decisiones como lo sugieren diversos autores como Alvin Goldman o Fuertstein, ya que las democracias padecen de un problema fundamental, el tratar de conseguir los procesos de toma de decisión y acción mediante el conocimiento político adecuado que no se perciba como un atropello de la autoridad hacia las personas que piensan diferente.
Es así que la ideología política es como la materia, no se crea ni se destruye, solo se transforma. Por ello, debemos de entender que nada puede ni debe ser estático, y en el propio nombre del régimen en el que trasmitamos se indica, la Cuarta “Transformación” impulsada por un “movimiento”. Solo falta comprenderlo y nutrirlo para seguir evolucionando.
Desde las teoría de Louis Althusser podemos entender muy bien el significado y la constante resignificación que acompañan a la realidad política actual de México y es importante entonces para propios y extraños entenderla, pero sobretodo seguir su ritmo, porque sin duda lo mas fácil en el constante movimiento es quedarse atrás.