El último día de agosto surgió una falaz alianza de medios que lo único que tiene en común es su animadversión contra el Gobierno de México.
No es la defensa de la libertad de expresión, ni el combate de la impunidad en los casos de ataques contra periodistas y medios, como tampoco lo es su ánimo constructivo y colaborativo, lo que da pie a esta alianza.
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Su verdadera motivación está alimentada por la conducta errática del Presidente Andrés Manuel López Obrador, en materia de medios y sus frecuentes rabietas ante la crítica.
Esta alianza surge a menos de dos meses y medio de la creación de la sección de “Quién es quién en las mentiras de la semana”, que conduce una inexperta y nerviosa Ana Elizabeth García Vilchis.
En esa sección, los mayores “clientes” son los periódicos Reforma y El Universal, este último, uno de los suscriptores de la alianza, y el primero, fuera de ella.
No resulta extraño que esta nueva especie de colaboración mediática apunte a Juan Francisco Ealy Ortiz, el Presidente Ejecutivo y del Consejo de Administración en El Universal, cuyo medio ha sido objeto de fuertes críticas desde la tribuna presidencial en que se ha convertido La Mañanera.
La amenaza cumplida del Presidente, de no dar un solo peso a El Universal para publicidad gubernamental, y además exhibir a “El Gran Diario de México”, con los montos millonarios que recibió en convenios publicitarios del gobierno de Enrique Peña Nieto, dieron justificación al rotativo, para encabezar una alianza cuyo nombre proviene de un plagio.
El plagio que se presta a confusión
El pasado 2 de septiembre, la verdadera Alianza de Medios (de Periodistas de a Pie), una iniciativa que surgió desde 2018 y que hoy la conforman 14 medios ubicados en el norte, centro y sur del país, lanzó un posicionamiento dirigido a la ciudadanía en general, en el que expresan su preocupación porque el nombre tomado por El Universal y sus aliados, se preste a confusiones.
Es más, la postura aclara que el nombre de la Alianza de Medios, cuyo “génesis es distinto (…) se presenta como un esfuerzo inédito, cuando en realidad no es así”.
La Alianza de Medios de Periodistas de a Pie, explica en su escueto posicionamiento, “trabaja con periodistas que viven y trabajan en zonas de riesgo en distintas entidades de la República Mexicana”. Se trata de periodistas, la mayoría de ellos, independientes, que a diferencia de la Alianza de Medios MX, sí tienen por convicción la defensa de la liberta de expresión.
Y explica cómo ha sido su trabajo para generar condiciones para que periodistas desplazados se integren a su labor cotidiana en otras redacciones. Aquí sí hay activismo real y efectivo, a favor de periodistas, abandonados en sus garantías mínimas por el Estado y las empresas para las cuales algunos de ellos laboraban.
La promesa e incluso, la puesta en línea del sitio alianzademedios.mx, no tiene como objetivo salvaguardar, velar o indagar casos de periodistas víctimas de la violencia de la delincuencia política o criminal. Tiene como meta usar el nombre de varios de ellos, muertos, para golpear a la Cuarta Transformación. Las cosas por su nombre.
Los firmantes de la alianza
No sorprende que empresas como Proceso, la Silla Rota o el Heraldo de México, estén en esta especie de alianza espuria.
Desde que inició el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, sus líneas editoriales más que orientadas a la crítica constructiva o la auditoría al poder, han estado dirigidas a un intenso golpeteo, al “periodismo de consigna”, generado en el fondo por la pérdida de los grandes presupuestos por convenios de publicidad gubernamental que recibieron en el pasado.
El Heraldo de México, por ejemplo, desde sus inicios como proyecto, ha tenido conflictos con periodistas liberales que lo abandonaron como Julio Hernández López (Julio Astillero); Alejandro Páez Varela (Sin Embargo), Álvaro Delgado (ex Proceso) y Vicente Serrano (Sin Censura), etc.
Tampoco sorprende que la Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión (CIRT), el único organismo camaral, haya firmado la alianza. La mayoría de sus agremiados fue “víctima” de la 4T al cortarles la llave del presupuesto público.
Así pues, en el fondo no es la libertad de expresión o la defensa de periodistas que, son la excusa de la Alianza de Mediox Mx, para enfrentar a un gobierno, que dicho sea de paso, es tan discrecional en la asignación de convenios publicitarios, como lo fueron los gobiernos del PRI y del PAN. Es el dinero público, otra vez, lo que mueve sus conciencias ante el fracaso de sus modelos de negocio, si es que la mayoría de los suscribientes alguna vez lo tuvieron.