La respuesta de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo en La Mañanera del Pueblo del 21 de noviembre expuso con claridad lo que está en juego: no se trata solo de una televisora que critica al gobierno, sino de un esquema mediático que exacerba el discurso de odio como estrategia política.
La pregunta de Yareth Arciniega, de la Revista Fortuna, sobre TV Azteca y su línea editorial abrió la puerta a un diagnóstico contundente por parte de la mandataria: Ricardo Salinas Pliego y su televisora han optado por un discurso ofensivo y sistemático contra el gobierno, disfrazado de libertad de expresión, pero en realidad orientado a provocar y desgastar a la Transformación.
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Sheinbaum Pardo fue precisa al señalar que no caerá en la provocación. La oposición busca que el gobierno reaccione para acusarlo de autoritario, pero la presidenta reafirmó que su mandato es actuar en el marco de la ley y con respeto a las libertades.
El Madrazo coincide en que este es el punto central: el odio no es debate, es manipulación. La televisora pretende instalar la idea de que los jóvenes están contra la Transformación, pero la realidad es otra: la mayoría de ellos respalda el proyecto y recibe apoyo en becas, educación y empleo.
El discurso de odio como narrativa política
La presidenta advirtió que el discurso de odio no solo es ofensivo, sino contraproducente. Al insistir en una línea de ataques permanentes, TV Azteca arriesga su propia credibilidad y hasta la confianza de sus anunciantes.
Este es un aspecto clave: el mercado también sanciona la manipulación. Una televisora que apuesta por la polarización y la violencia simbólica pierde autoridad moral y se convierte en un instrumento de intereses particulares.
Sheinbaum Pardo recordó que el movimiento que hoy gobierna México triunfó tras años de tocar puertas, informar y debatir, no con discurso de odio ni violencia. Esa diferencia es fundamental: mientras algunos empresarios creen que el pueblo es manipulable, la Presidenta reivindica que el pueblo eligió con conciencia y que el gobierno responde a esa voluntad.
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Honestidad frente a la provocación
La declaración sobre el odio también puso en evidencia la distancia entre el poder económico y la autoridad moral. “La honestidad no se compra, ni la autoridad moral, con todo el dinero del mundo”, dijo Sheinbaum Pardo.
El Madrazo respalda esta afirmación porque desnuda la estrategia de Salinas Pliego: utilizar su televisora como arma política, sin asumir que la autoridad moral se construye con coherencia y servicio al pueblo, no con privilegios ni campañas de odio.
La Presidenta fue clara: México no persigue a nadie por sus ideas políticas, hay libertad de manifestación y comunicación. Lo que se rechaza es la violencia y el discurso de odio como herramientas de manipulación. Este es el verdadero debate: no se trata de censurar, sino de evidenciar cómo ciertos grupos buscan convertir la libertad de expresión en un escudo para promover el odio.
La postura de Claudia Sheinbaum Pardo frente a la televisora de Salinas Pliego es firme y necesaria. No caer en provocaciones, actuar en el marco de la ley y defender la honestidad como principio son la mejor respuesta frente a quienes creen que el pueblo es tonto o manipulable.
El odio no construye democracia; la Transformación sí, porque está sostenida en el mandato del pueblo y en la convicción de gobernar con justicia y verdad.
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