Con la visita del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) una cosa quedó de manifiesto: Carlos Joaquín González ya se cuadró ante el mandatario nacional, quien con el juego político que lo caracteriza volvió a dar en apariencia el espaldarazo al oriundo de Mérida, Yucatán, pero en el evento dejó claro que estaba en el estado por Laura Beristáin, quien vendió bien su evento porque en realidad no tiene nada seguro en cuanto a la Luis Donaldo Colosio.
Por lo menos tres veces AMLO se ha referido al gobernador de Quintana Roo como un hombre honesto y le ha llamado hasta su “amigo”. La primera ocasión fue el 24 de febrero del 2018, en Chetumal; otra vez fue el 1 de junio de 2020, en Cancún; y la última, el 11 de octubre en Solidaridad.
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Pero la honestidad del gobernador ahora más que nunca está en duda, ejemplos sobran. Pensar que el presidente es amigo del gobernador, también está en tela de juicio. En política la demagogia es todavía una de las armas vigentes y López Obrador es diestro en el tema.
Enfrentamientos también los ha habido, desde la desaparición del Seguro Popular y la creación del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi); la desaparición del Consejo de Promoción Turística de México (CPTM); el Bloque Opositor Amplio (BOA) y más recientemente, la desaparición de los 109 fondos y fideicomisos nacionales.
Pero este domingo, durante el evento de Acciones de Mejoramiento Urbano y Regularización en el municipio de Solidaridad, se le observó a Carlos Joaquín un discurso apagado y sin mayor trascendencia. Además sin exigencias o críticas contra AMLO.
Pero, ¿qué hay en el suelo que pisa Carlos Joaquín que lo obliga a doblegarse ante el presidente de la República? ¿Será el proceso electoral, en el cual sus cuadros no pintan ni dan color, con todo y que está comprando a los partidos que puede? ¿Será la auditoría que cayó de sorpresa en las dependencias con recursos federales desde mayo pasado? ¿Será porque se quedó sin recursos para destinar a las campañas con la desaparición de los fideicomisos? ¿Será porque le quitaron hasta la coordinación de las acciones preventivas contra el Huracán “Delta”? ¿Será porque en donde pretende colocar su búnker electoral, Playa del Carmen, ya le fue arrebatado y su única candidata fuerte es Cristina Torres, quien fue apabullada por la propia Laura Berinstain? ¿Será su temor de ir a la cárcel por el desorden financiero que tiene en la administración pública estatal? ¿Será porque ninguna obra de su gobierno ha cuajado?
La realidad es que Carlos Joaquín, quien ha sido abandonado por su gabinete, se quedó como ratón en laberinto. Su cansancio se observa hasta en su rostro, que nada tiene que ver con el contagio por Covid-19. Las personas que estuvieron con él en campaña y que incluso invirtieron millonarios recursos están esperando la jornada electoral del 2021 y la del 2022 para cobrarle la factura.
Pero también le cobrarán la factura los ciudadanos que votaron y confiaron en él, pero que hasta el día de hoy no han visto cumplir ninguna sola promesa y que por el contrario dicen resultó igual o peor que las dos últimas administraciones que le antecedieron.
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Razones para cuadrarse ante AMLO hay muchas, la cuestión es si estar de lado de AMLO le bastará para librar la carnicería en su contra que se vislumbra en los ya menos de dos años que le restan de administración.
Payo Obispo
Dicen que la secretaria de Salud, Alejandra Aguirre Crespo, anda con el “Jesús en la boca” porque desde mayo tiene personal de la Secretaría de la Función Pública (SFP) revisando las cuentas de la dependencia, en todos los gastos habidos y por haber. Especial interés de la Federación tiene el millonario presupuesto destinado en la emergencia sanitaria por Covid-19.
Sobre el autor: Egresado de la carrera de Relaciones Internacionales de la Universidad Quintana Roo. Cursos y talleres sobre periodismo escrito, periodismo digital y comunicación política. Más de 20 años de carrera periodística.