CIUDAD DE MÉXICO.- Como una de las principales instituciones académicas y científicas del país, y guardián del patrimonio histórico mexicano, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), adscrito a la Secretaría de Cultura federal, llega a sus ocho décadas y media de existencia.
En un boletín se informa que se ha fortalecido en su vocación de investigar, conservar y difundir el patrimonio histórico, arqueológico, paleontológico y antropológico de México.
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Fue a raíz de un diferendo entre los gobiernos estatal y federal por la propiedad de los hallazgos que Alfonso Caso y su equipo registraron en la Tumba 7 de Monte Albán, Oaxaca, el 9 de enero de 1932, que resultó necesaria la existencia de una institución que se encargara del cuidado y la administración del patrimonio histórico y arqueológico de la nación, lo cual derivó en la creación del INAH, el 3 de febrero de 1939, por mandato del presidente Lázaro Cárdenas, como parte de la Secretaría de Educación Pública (SEP).
Así se fincaron las bases para que el INAH fuese autoridad en la aplicación de la legislación en materia de monumentos arqueológicos e históricos, y uno de los mayores centros de investigación y de educación superior del país en el ámbito de las Ciencias Sociales.
En el espíritu de estas políticas culturales de Estado, se determinó también que el INAH debía contar con científicos debidamente preparados para la atención de sus responsabilidades.
En 1940, a través de un plan de cooperación con la UNAM, se incorporó a la que posteriormente se convertiría en la actual Escuela Nacional de Antropología e Historia. Más tarde, en 1966, se inauguró el Centro de Estudios para la Conservación de
Bienes Culturales de Churubusco, antecedente de la hoy Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía “Manuel del Castillo Negrete”; y en Chihuahua se creó la Escuela de Antropología e Historia del Norte de México, en 1990.
Patrimonio histórico vigilado
A lo largo de estos 85 años han sido incesantes e incontables los
descubrimientos arqueológicos registrados por el Instituto. Entre los más destacados se encuentra, en 1953, el de la tumba de Pakal, el máximo gobernante de Palenque, a cargo de Alberto Ruz L’huillier, y el monolito de la diosa Coyolxauhqui, en 1978, ocurrido durante los trabajos de instalación eléctrica, cuyo hallazgo dio lugar al proyecto arqueológico del Templo Mayor, en la Ciudad de México.
El acompañamiento del INAH durante las obras de infraestructura en el país ha permitido poner en valor el pasado prehispánico y el patrimonio histórico, como los salvamentos arqueológicos en el marco de la construcción del Aeropuerto Internacional “Felipe Ángeles” y del Tren Maya, entre cuyos descubrimientos, a lo largo de sus mil 554 kilómetros, están una cabeza del dios del maíz, en Palenque; la espectacular Estela 18, en Uxmal; una representación poco común del dios K’awiil, en Campeche, y miles de sartales, vasijas y fragmentos de cerámica, cuyo estudio nutrirá las investigaciones sobre la gran nación maya, durante las próximas décadas.
Otro de los grandes sucesos de la institución fue su incursión en la historia oral, luego de que, en 1959, el Departamento de Estudios Históricos, hoy Dirección de Estudios Históricos (DEH), creara el Archivo Sonoro, con entrevistas a personajes de a pie, veteranos revolucionarios, exiliados republicanos o médicos, cuyas grabaciones aportaron una visión fresca y novedosa de los hechos.
La DEH, la cual llega este 2024 a su 65 aniversario, reúne a 78 de los más de 870 investigadores adscritos al INAH que, día con día, producen, publican y divulgan un caudal de conocimientos en torno a las más diversas disciplinas de lo humano y el patrimonio histórico.
Otro eje esencial en la historia del INAH son sus museos, cuya red suma ya 162 recintos. Entre los museos nacionales a su cargo se distinguen el de Historia, Castillo de Chapultepec, y el de Antropología, inaugurado en 1964, donde se investigan, conservan y exhiben las colecciones arqueológicas y etnográficas más importantes del país.
Además, también destaca la administración de 193 zonas arqueológicas y una paleontológica. Sobresalen Chichén Itzá, Tulum y Teotihuacan, por la cantidad de visitantes que reciben.
En 2023 las zonas arqueológicas y los museos del INAH recibieron a cerca de 20 millones de visitantes nacionales y extranjeros, y en los años previos a la pandemia de Covid-19 superaron los 27 millones de asistentes.
En 1988, el INAH fue incorporado al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, órgano desconcentrado de la SEP. En ese mismo año, celebró su Primera Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia, la cual con los años se ha consolidado como un referente en sus materias de especialidad, y cuya edición más reciente tuvo una asistencia histórica de 160 mil personas.
La composición pluricultural de la nación mexicana fue reconocida primero en el artículo 4o., y desde 2001 en el artículo 2o, de la Carta Magna. Con estos actos, el INAH refrendó su compromiso de contribuir a documentar, esclarecer y ponderar las múltiples identidades, acreditando la diversidad de las culturas, las lenguas, historias y universos culturales del patrimonio cultural mexicano.
A finales de 2015 se creó la Secretaría de Cultura federal y se estableció que el INAH formaría parte de ella. Dos años más tarde, en 2017, desde diversos frentes, profesionales del Instituto fueron llamados a cumplir una tarea sin precedentes: coordinar el trabajo de restauración en 2 mil 340 inmuebles históricos de propiedad federal afectados por los sismos de ese año, y cuyo avance a la fecha supera el 70%.
La recuperación de patrimonio histórico que está de manera indebida en el extranjero ha sido uno de los sellos distintivos de esta administración, en la cual se ha fortalecido a nivel nacional el diálogo de las secretarías de Cultura federal, de Relaciones Exteriores y del INAH con dependencias de ámbitos judiciales, militares y aduaneros. Este trabajo cercano y coordinado ha
rendido sus frutos en la recuperación de casi 15 mil bienes arqueológicos e históricos.