Con cada año que pasa, la industria del entretenimiento en general ha demostrado que no para de crecer, siendo esto lo que ocasiona que constantemente nos veamos bombardeados por más y más contenido, lo que puede ocasionar que incluso se convierta en algo agobiante.
La existencia de tantas cosas en un lapso tan corto de tiempo tiende a producir dos interrogantes: ¿por qué todo parece repetirse y copiarse unos con otros? ¿Acaso ya no se puede innovar igual que antes?
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La industria del videojuego no escapa de esta situación, ya que si bien con cada avance que se realiza en la tecnología pronto se podrá incluir a cada una de las consolas, dispositivos o computadoras en las que se ejecuten, el hardware no es lo que necesariamente se disfruta, sino más bien es lo que permite ejecutar lo que realmente es atrayente para realizar esa primera compra: los juegos.
Sin embargo, algo que resulta bastante común son las opiniones de las personas con respecto a que los videojuegos parecen repetirse una y otra vez, sin ofrecer algo realmente nuevo para experimentar. De esta manera es que resulta necesario entonces realizar una visión en retrospectiva de la industria, porque si bien como sucede en el cine y la música, innovar resulta algo cada vez más complicado, pero no es imposible.
Un pasado glorioso
Para nadie es un misterio que con el nacimiento de la industria tecnológica se abrió un abanico de posibilidades para las personas de poder crear nuevas cosas que nos pudieran brindar una ayuda en las tareas que se realizaban. Lo mismo sucedería cuando los videojuegos aparecieran a finales de los 70 por primera vez, que si bien contaban con un hardware que ahora puede parecer prehistórico, era la única forma de crear estas experiencias de diversión que encantaron a millones de personas y al ser algo totalmente nuevo, la capacidad de innovar dentro de este mundo no tenía limites, lo que daría por resultado que muchas personas también acuñaran estas ideas y las siguieran para convertirse en la industria que es el día de hoy.
De esta manera, no resulta complicado el reconocer títulos como Doom, Street Fighters o inclusive a Mario, que son algunas de las franquicias que lograron distinguirse de los juegos más simples como lo podrían haber sido Space Invaders o inclusive Pac-Man.
He de aclarar algo y es que puede resultar ilógico comparar esta clase de juegos debido al tipo de público y consola al que se dirigían, sin embargo, el punto aquí resulta en que la gran diferencia que llevó a que unas franquicias sí sobrevivieran y las otras pasaran a un segundo plano, fue su capacidad de innovar para mantenerse con vida.
Esto explica porqué hace años la situación de los videojuegos se concebía como algo completamente novedoso: la industria no se había establecido como tal, los videojuegos se encontraban “recién nacidos” y los desarrolladores comenzaban a aventurarse y trabajar sus ideas para crear nuevas cosas que no se habían visto antes. Tenían un lienzo en blanco dentro de este nuevo mundo.
El complejo y avanzado mundo actual
Con el avance actual de la tecnología y el asentamiento de los videojuegos como uno de los mercados de la industria del entretenimiento con un mayor crecimiento en ganancias, y todo gracias a las personas que se sumergieron en aguas desconocidas, visionarios de su época que se dedicaron a crear unas bases tan sólidas como las ya mencionadas, lo cual daría por resultado el panorama actual.
Los números corroboran lo anterior, ya que como bien lo indica Newzoo existían alrededor de 2.69 billones de jugadores para finales del 2020.
Por otro lado, Gameshift realizó una investigación para conocer la cantidad de juegos en el mercado general, siendo una tarea titánica y complicada (debido a la creación constante de indies, betas, etc.), que revelaría que existen más de un millón de títulos para 2019, exactamente 1,181,019.
Pero a pesar de todo este éxito, resulta innegable que la comunidad que creció con ellos y las nuevas que están por llegar ahora tienen un conocimiento muy superior en lo que respecta a tecnología (software y hardware principalmente en este caso) en comparación con generaciones anteriores, por lo que para quien lleve un tiempo compartiendo su vida con los videojuegos, es probable que comience a percatarse lo repetitivo que se pueden volver algunas cosas, lo que despierta quejas y exigencias por parte de las personas que desean lo nuevo.
Es así como con la llegada de cada nueva generación de consolas o la presentación de un ambicioso nuevo título, que las ilusiones se avivan, sin embargo, es algo que puede resultar totalmente momentáneo.
Se puede discernir entonces si existe la duda sobre si realmente es posible innovar en estos tiempos.
Si bien es complicado dar una respuesta clara a esto, lo mejor sería conocer dos perspectivas distintas: el software y el hardware.
La tecnología al servicio del jugador
Como bien mencionaba en un inicio, con la llegada de la tecnología a la vida de las personas y con el gran avance que ha tenido, es bastante sencillo poder apreciar como esta hace presencia en el ámbito de los videojuegos, solo basta con dar un ojo al como las consolas comenzaron a dividirse por generaciones que se diferenciaban fuertemente por sus capacidades: mejor procesamiento de los programas; una mejor calidad visual; juegos cada vez más ambiciosos; y así una larga lista.
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Durante más de cincuenta años, tanto las consolas de videojuegos como las computadoras han tenido una evolución totalmente impresionante, pero que cuando nos ubicamos en la actualidad, las cosas han cambiado debido a que este “avance” con respecto a la generación anterior se ha vuelto cada vez pequeña, ya que si antes teníamos esta diferencia tan marcada entre el paso de los 8 bits hasta los 16 bits, actualmente nos encontramos hablando de los SSD, Teraflops, frame rate, Ray traicing y así sucesivamente.
Es así como actualmente con las consolas de Sony y Microsoft para esta nueva generación parece algo completamente difícil de superar, sin embargo, y siendo algo que quizá resulta más evidente en la creación de nuevos componentes para PC, la tecnología sigue avanzando muy rápidamente, por lo que quizá parezca que hemos llegado al tope; probablemente en unos años esta perspectiva cambie.
Podemos dar por sentado entonces que el detalle para las compañías para poder innovar en el ámbito del hardware se tiende a convertir en un reto bastante arduo, pero aun así es algo totalmente posible. Veamos el caso de Nintendo, con su propuesta de consola híbrida con Switch; o el caso de Xbox con su propuesta de Xbox Series X y S al convertirse en todo un ecosistema que puede usarse más allá de los videojuegos; por el lado de Sony, la tecnología del DualSense para una mayor inmersión al momento de jugar.
No es que no exista una manera de innovar en este ámbito, sino que es necesario que la evolución de la tecnología continúe y poco a poco se una con esta industria.
El dilema está con los juegos
En lo que respecta al apartado de software, la cosa se convierte en algo más complicado.
Como bien mencionaba antes, lo que realmente atrae del sector de los videojuegos son los títulos que se puedan ejecutar en las plataformas antes mencionadas, porque lo que realmente disfrutan los jugadores son estas experiencias que han conseguido innovar la manera en como poder vivir nuevas experiencias desde la comodidad del hogar.
Si bien es innegable que el desarrollo de videojuegos depende mucho del desarrollo del hardware, el cual le ha permitido ir mucho más allá de lo que antes se creía posible: gráficos cada vez más realistas, mundos mucho más amplios y la ejecución de una mayor cantidad de cosas en simultaneo; en términos de historias, es posible notar que hay numerosos patrones que se repiten constantemente.
Considero que el detalle está justo en este punto y esto se debe a que se está acostumbrado a ver como esta industria ha mantenido su capacidad de innovar con los años, sin embargo, en ocasiones parece que se olvida que el sector aún mantiene las mismas bases que fueron erigidas en las generaciones anteriores.
Por poner un ejemplo, resultaría imposible pensar en los juegos de plataformas de no ser por Mario; no se podría pensar en los shooters en primera persona de no ser por Doom; no se podría pensar en el mayor exponente del terror en videojuegos de no ser por Silent Hill o Resident Evil. Esto es algo que se repite una y otra vez.
El detalle se encuentra principalmente en este punto: ya existe una gran cantidad géneros bien establecidos en la industria, que puede ir desde los juegos de simulación hasta los de ritmo, y que seguramente casi la totalidad de los videojuegos se apeguen a uno de éstos, o incluso, tomando un poco de varios de éstos.
Debates que resurgen cada cierto tiempo
Algo que sucede normalmente dentro de la comunidad de jugadores son las conversaciones, foros y discusiones que se generan alrededor de los juegos que van saliendo al mercado, destacando tanto sus puntos fuertes como los débiles. Es aquí en que yace un tema que se repite continuamente: la comparación de un juego con otro.
Esta situación es algo común con ciertos títulos, por ejemplo, puede verse el caso de Pokémon que vagamente ha cambiado su fórmula principal durante los 25 años que tiene la franquicia, siendo por esto mismo que se le ha acusado de ser continuista y de no innovar para ofrecer algo nuevo que pueda mejorar esa fórmula.
Pero, así como sucede con Pokémon, es posible ver entregas como Call of Duty, FIFA o Just Dance, siendo franquicias que se mantienen en un mismo estilo, y aunque cambien en términos de historias o gráficos, en esencia son tremendamente similares.
Sin embargo, no siempre este continuismo es necesariamente malo, véase el caso de la franquicia Souls de FromSoftware con su fórmula de ser juegos particularmente complicados, llegando a ser tan distintivos como para crear a su alrededor el género SoulsLike. Pero lo importante de esto es que esta misma fórmula que han creado la han mantenido e ido añadiendo y puliéndola cada vez más.
El debate sobre el continuismo es algo que siempre se hace presente. Recientemente con la beta de Elden Ring o incluso el tráiler de Horizon Forbidden West y God of War Ragnarok se ha apreciado la reutilización no solo de modelos y animaciones, aparentando no ofrecer nada nuevo en comparación con sus predecesores, algo que se habla mucho en la comunidad y que resulta irónico que lo que se aplaudió hace años por ser innovador ahora se ve como algo normal.
El gran riesgo de innovar
En numerosas ocasiones a más de una persona se le ha ocurrido que puede arreglar su juego preferido de una manera impresionante, sin embargo, el desarrollo de videojuegos resulta algo sumamente complicado y que tristemente no podrá satisfacer a todos al ser algo creado para un público masivo.
Sumado a ello, la innovación en franquicias establecidas puede resultar un riesgo total, véase el caso de Fallout 76, un videojuego que llegaba luego de tres años de la anterior entrega y apuntaba a ser el mayor exponente de la franquicia debido a las declaraciones sobre un juego mucho más amplio que sus predecesores, pero que con la llegada del producto final, dejando por claro que esta visión “innovadora” que se le quería dar resultaría en el juego menos memorable de la franquicia.
Pero, por otro lado, franquicias como Assassins Creed han tenido un resultado regular, ya que luego de la salida de su fórmula e historia común del credo de los asesinos de las primeras entregas, las más recientes decidieron tomar un rumbo mucho más cercano al RPG, pero manteniendo la esencia de la saga. Esta visión ha permitido innovar una fómula muy concreta, y que a pesar de no ser la preferida por todos, ha demostrado ser considerablemente buena.
De hecho, un gran caso de éxito ha sido el propuesto por The Legend of Zelda: Breath of the Wild, un mundo abierto con cientos de cosas por hacer que era todo lo que necesitaba la famosa franquicia de Nintendo. Este éxito dio por resultado que otros copiaran su fórmula muy claramente, siendo Inmortal Fenix Rising o incluso Genshin Impact juegos que beben claramente Zelda, pero que logran tener su estilo propio al momento de jugarlo.
Sin embargo, si bien innovar puede resultar algo complejo para franquicias establecidas, los nuevos juegos —a pesar de que casi todos géneros ya se han desarrollado— pueden encontrar una manera de tomar estas fórmulas, combinarlas e incluso mejorarlas para crear un producto que funcione.
Tal es el caso de Returnal, un Rogue Like en el que su narrativa se combina perfectamente con la dinámica principal: morir y volverlo a intentar; y por otro lado tenemos a Deathloop, un juego con toques de Rogue Like, RPG e incluso Souls, una mezcla totalmente rara pero increíblemente funcional.
Innovar no lo es todo
En general, la industria del videojuego se ha caracterizado por mantenerse viva gracias a la innovación en todos sus aspectos, por lo que a pesar de que cada vez se está haciendo más complicado innovar, siempre podrá haber un camino para hacerlo, y aunque si bien ya se hace imposible no tomar inspiración en la gran cantidad de juegos que ya hay en el mercado, siempre es posible crear algo nuevo con base a ellos.
Debemos entender que innovar no siempre será la mejor opción para todos los juegos y es que introducir nuevas cosas solo será bien recibido cuando realmente aporte algo al juego y al jugador. No se trata solamente mejores gráficos, menores tiempos de carga o mecánicas nuevas por doquier, sino por el contrario, que sea el perfeccionamiento o añadidura de elementos que puedan mejorar la fórmula ya existente.
Esta situación de prescindir de la innovación constantemente e ir puliendo lo que se tiene lo ha demostrado claramente FromSoftware al crear una fórmula tan buena y que ha perdurado con los años gracias a su perfeccionamiento constante. Esto puede aplicar a títulos tales como Forza Horizon o Metroid, que han demostrado que no deben mantenerse innovando para que sus juegos funcionen.
Sin duda alguna, el poder mantener la innovación en la industria de los videojuegos se hace algo cada vez más complejo mientras pasan los años, pero eso no implica que hay que dejar de intentarlo. Al final, los desarrolladores son quienes han creado estos títulos con tal de cumplir el fin último de los videojuegos: darle al jugador el medio para vivir nuevas experiencias.