KANTUNILKÍN, QR.- Con una participación multitudinaria y el sonido característico de las orquestas jaraneras de Miguel Collí y Juan Torres, conocido como “El trombón de oro”, arrancaron oficialmente las festividades en honor a la Virgen de la Inmaculada Concepción, patrona de esta comunidad.
La noche de alborada marcó el primer gran encuentro de la celebración, donde habitantes y visitantes se congregaron para vivir el inicio de estas festividades en honor a la Virgen que cada año fortalecen la identidad cultural del municipio.
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Colorido comienzo de las festividades en honor a la Virgen
Alrededor de las 10 de la noche del domingo, autoridades locales encabezadas por el presidente municipal Josué Nivardo Mena Villanueva, acompañadas por diputados y representantes de gremios tradicionales, realizaron el tradicional corte de listón que dio paso a las actividades oficiales.
Durante el acto, destacó la entrega de un reconocimiento y un homenaje póstumo a los familiares de David Roberto Tah Pool, recordado como un impulsor del estilo de baile que caracteriza las noches de vaquería, una tradición que también forma parte esencial de las festividades en honor a la Virgen.

En su mensaje, el alcalde invitó a las familias de las comunidades cercanas a sumarse a la celebración, subrayando el valor histórico de estas expresiones populares. Recordó que en 1922 la jarana se interpretaba únicamente con violín y acordeón, hasta que llegó la primera orquesta que transformó el ambiente festivo.
Mena Villanueva señaló que las noches de vaquería siguen siendo un símbolo de herencia cultural y que las nuevas generaciones continúan preservándolas, convirtiéndolas en un pilar dentro de las festividades en honor a la Virgen.
El ambiente se mantuvo animado hasta la madrugada de este lunes, cuando hombres vestidos de blanco y mujeres portando trajes típicos regionales siguieron llenando de color y ritmo la plaza principal. Sus bailes y música marcaron de manera oficial el arranque de las festividades en honor a la Virgen, una tradición que no sólo honra a la patrona del pueblo, sino que también fortalece los vínculos comunitarios y proyecta el valor cultural de Kantunilkín.




