Quintana Roo vive el peor momento de su historia, la emergencia por Covid-19 solo vino a destapar la realidad. Hoy el estado caribeño que está a meses de cumplir sus 46 años se encuentra a la deriva, sin rumbo y sin un gobierno capaz de sacarlo adelante. Carlos Joaquín no solo no pudo gobernar, sino que en su afán por conseguir recursos pasó por encima de la Constitución.
La pandemia de acuerdo al poderoso subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell se recrudece de nuevo en Quintana Roo. El panorama no es halagador para el sector social, económico y hasta el político de la entidad, pues se avecinan elecciones que no dejarán bien “parado” a nadie.
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El Covid-19 no solo afecta al estado, pues se trata de un problema mundial, sin embargo desnudó la deficiencias no solamente en materia de salud, que según Carlos Joaquín corrigió en estos casi cuatro años de gobierno, pero la terca realidad lo contradice una y otra vez: el personal médico de los hospitales de la Sesa ni siquiera cuentan con equipo de protección; ellos lo tienen que comprar.
La prometida diversificación económica por el Gobierno del Cambio desde el proceso electoral del 2016 nunca llegó, ni siquiera inició y al caerse el turismo se desplomó la economía del estado; no hay nada que la sostenga.
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Pero además en el intento de que se reconozca el turismo como una actividad esencial, Carlos Joaquín ha expuesto a los quintanarroenses ante contagios masivos en el norte, y en el sur quiere imponer unas medidas que nadie respeta.
Lo que antes había sido suficientemente evidenciado hoy es noticia nacional, muchos estados en los que se incluye a Quintana Roo maquillan cifras de Covid-19, lo que dio pie a que se postergara el sistema de semáforo epidemiológico nacional. Como ya es costumbre, el Gobierno del Estado, en esta ocasión, a través de la Secretaría estatal de Salud (Sesa) negó tal situación, aunque los casos de cifras negras y “maquilladas” han sido documentados en infinidad de veces.
La situación que se vive en el estado parece no preocupar a ciertas autoridades, tal es el caso del tijuanense Alberto Capella Ibarra, secretario de Seguridad Pública, quien lejos de enfocarse de lleno a verdaderas acciones para que la gente permanezca en casa, ya instaló cómodamente un programa en la plataforma de Instagram denominado “En frecuencia policial”, en el que se dedica a entrevistar a personajes de la farándula sobre temas de seguridad.
Pero Quintana Roo no solo está en la lona por el tema del Covid-19, sino también porque nunca se tuvo idea del plan de gobierno, se puso en los cargos a gente solo para el pago de facturas, favores y vínculos consanguíneos.
Los pocos cambios en su gabinete solo significan un retroceso como el de la Coordinación General de Comunicación (CGC) en la que sacó a una persona ineficiente y puso a Carlos Orvañanos Rea, que está más extraviado que un niño en la feria y quien tiene una mala imagen equiparable a la del propio mandatario estatal. Se avecina otro movimiento: Efraín Villanueva Arcos, ex priista, quien prepara su llegada a la Secretaría de Ecología y Medio Ambiente (Sema).
Como el miedo no anda en burro y en el colmo de la desesperación el gobernador desapareció la Oficialía Mayor y pasó sus funciones a la Secretaría de Finanzas y Planeación (Sefiplan). Ello no hubiese generado mayor controversia, salvo porque lo hizo violando la Ley Orgánica de la Administración Pública y la Ley Orgánica del Poder Legislativo, así como y la Constitución Política del Estado de Quintana Roo que en su artículo 49 habla sobre la división de poderes y el 75 que establece las facultades de la legislatura, situación que generará una controversia por extralimitación de funciones, si el Congreso respeta la división de poderes.
El escaso equipo de Carlos Joaquín está preocupado, pues los dos siguientes años son electorales, ya no hay tiempo para gobernar solo resta salvar la salida lo menos deshonrosa posible, de ahí que se haya decidido fusionar la Oficialía Mayor, la principal dependencia señalada por corrupción y lavadora de recursos. Su ex titular, Manuel Alamilla Ceballos, tendrá un premio de consolación en la Universidad Tecnológica de Quintana Roo.
Payo Obispo
Cuentan los trabajadores de la CGC que Carlos Orvañanos Rea no se para por las oficinas y que ahí sigue despachando la gente de Haidé Serrano Soto, quien según comentan los empleados había despedido hacía unos días a la trabajadora que al parecer murió de Covid-19 y que incluso la había obligado a viajar a Cancún sabiendo que no se encontraba bien de salud. Espero que el gobernador Carlos Joaquín no esté pensando colocarla en el IQM porque sería como poner al lobo a cuidar a las ovejas.
