CHETUMAL, QR.- Su autor, el escultor Sebastián, la comparó con la torre Eiffel de París. Hoy, ni siquiera los habitantes de la capital se acercan a tomarse fotos a los pies de La Megaescultura ubicada en la bahía de Chetumal.
El acceso es gratuito. A un lado de la entrada se encuentra un guardia de seguridad privada, y al otro, un módulo de información turística que actualmente funciona como bodega.
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Para llegar a los pies de La Megaescultura de Chetumal, se atraviesa un puente de cerca de 200 metros de longitud, con barandales pintados de blanco y un piso rojo. A ambos lados se extiende el agua de la bahía.
En el camino hay lámparas y bancas de cemento tipo “confidente” (de posición encontrada), así como un espacio para estacionar bicicletas.
Al final del puente se encuentra una plazoleta utilizada para eventos públicos. En el centro hay una columna de cemento de aproximadamente cuatro metros de altura, que se usa para colocar un proyector durante transmisiones de eventos artísticos, culturales o deportivos, como peleas de boxeo.
La estatua del ícono del reggae, Bob Marley, rescatada del bulevar de Chetumal, fue colocada el 6 de febrero del año pasado en el costado derecho de la plazoleta. La figura de metal negro lo muestra con guitarra, base y micrófono, como si estuviera cantando.
Desde la plazoleta se observa la imponente Megaescultura de Chetumal, pintada de blanco y con 67 metros de altura. Está en desuso, y tanto su estructura de cemento como su parte superior de metal presentan un notable deterioro debido a las condiciones climáticas, la salinidad y la falta de mantenimiento. La cúpula, diseñada como mirador, es la más afectada por el óxido.
El interior, que alguna vez funcionó como Sala de Inmersión para proyectar contenidos sensoriales y recreativos, ahora se utiliza como bodega. El elevador está abandonado y lleva años sin funcionar, a pesar de los reiterados anuncios de reparación.
El escenario de cemento en la base de la megaescultura presenta fisuras, y las instalaciones eléctricas están deterioradas. Un letrero informa sobre la existencia de wifi gratuito, aunque no funciona.
En el costado izquierdo se encuentra un área de juegos infantiles y algunas bancas, casi inutilizadas por su exposición constante a la intemperie.
En puntos estratégicos del lugar se colocaron letras “Q” de color guinda con la leyenda “Gobierno del Estado 2022-2027“. De las fuentes danzarinas, que tuvieron un costo superior a los 22 millones de pesos, solo quedan algunas bases de madera, y del videomapping, solo el recuerdo.
Durante los 30 minutos que Ruptura 360 estuvo en el lugar, nadie se acercó a pasear o a tomarse fotos. Los eventos en la zona son escasos, y solo ocasionalmente algunas personas recorren el sitio o aprovechan para fotografiarse. Por las noches, se encienden luces de colores.
El edificio, calificado como símbolo de la corrupción por el ex presidente Andrés Manuel López Obrador, comenzó su construcción durante el sexenio de Joaquín Hendricks Díaz. Diseñado por el escultor Enrique Carvajal, mejor conocido como Sebastián, fue comparado en su momento con la torre Eiffel de Francia. Estuvo a punto de convertirse en oficinas de la Secretaría de Turismo (Sectur) federal.
La inversión total supera los 500 millones de pesos, y desde su construcción, todos los gobiernos estatales han destinado recursos para rehabilitarlo. Ha cambiado de nombre, ha sido re inaugurado en diversas ocasiones y su uso ha variado, pero siempre ha fracasado.
A pesar del desinterés general, en algún momento la Secretaría Estatal de Turismo propuso cobrar el acceso a los visitantes, y para los turistas extranjeros, en dólares.
El edificio, ubicado en la avenida Primo de Verdad con Bulevar Bahía, está en proceso de ser transferido al Instituto de Cultura y las Artes de Quintana Roo (Ica).