La tecnología se encuentra avanzando a pasos agigantados, evolucionando a lo que hace décadas solo se podía soñar en un futuro muy distante. Con esto llegamos hoy en día, en que las computadoras, teléfonos inteligentes y demás artefactos son usados por una gran cantidad de usuarios, pero si bien éstos se han visto beneficiados por todos estos avances, la industria que ha explotado todo su potencial ha sido la de los videojuegos.
Así se ha llegado al punto en que hoy en día, nos encontremos en la entrada de la novena generación de consolas y la décimo primera generación de procesadores.
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La innovación siempre ha sido un factor fundamental en este sector: la búsqueda de la optimización de los videojuegos para obtener mayores resoluciones, aumento en el Frame Rate, compatibilidad con realidad virtual o inclusive el añadido con Dolby Atmos son detalles que siempre se están mejorando tras bambalinas para el disfrute de la comunidad de jugadores.
De esta forma encontramos una situación que se ha venido gestando desde hace más de 10 años y que genera dudas y debates a la hora de comprar, en estos casos refiriéndome a las consolas, hablamos de las revisiones de hardware que son hechas para mejorarlas, y de esta forma, garantizar una mejor experiencia de juego.
Pero, si bien es cierto que es en pro de los jugadores, en algunos casos puede acarrear situaciones que rozan con lo “abusivo”.
El inicio de una férrea batalla
Desde que se concibieron los videojuegos como simples experimentos con el hardware que existía en la década de los 70 del siglo pasado, siempre ha habido personas que han dado un pasó más allá a la hora de crear estos contenidos, pero esto mismo es lo que conlleva que exista la necesidad de una plataforma o consola que pueda cubrir las exigencias para desarrollar estos títulos.
Es así cuando la Atari 2600 salió al mercado, siendo una de las primeras consolas de sobremesa en ser un éxito; iniciaría una batalla entre las consolas y los arcades, lo cual daría por resultado que estos últimos quedaran completamente a un lado.
Aun así, con los años se crearía la llamada “guerra de consolas” cuando Nintendo y Sega ingresaron al mercado en la década de los 80, siendo fuertes rivales durante años.
Debido a la gran rentabilidad que estaban teniendo, compañías como Sony y Microsoft también se unirían a la contienda durante los 90.
Estos hechos marcarían un antes y un después en la industria, porque, así como sucedía con el mercado de las computadoras o los teléfonos celulares hoy en día, cada compañía debía demostrar por qué debían ser la opción predilecta para el público haciendo uso de dos herramientas: el catálogo de juegos que se lanza en cada consola y el “poder” que tiene cada una para ejecutar mejores juegos.
Es aquí en donde la innovación y el avance de la tecnología se ha puesto a prueba durante años.
Las consolas también reciben Power Ups
El primer gran precedente de esta “guerra de consolas” fue cuando el mercado se hallaba divido por la popularidad de dos grandes compañías: Nintendo con la Nintendo Entertainment System (NES) que reproducía juegos a 8 bits, y Sega, con la Sega Genesis (o Mega Drive) que doblaba la apuesta reproduciendo los juegos a 16 bits; en vista de eso, poco después Nintendo sacaría la Super Nintendo Entertainment System (SNES) para igualar a Sega.
Aunque hoy en día esto puede sonar prehistórico, en su tiempo fue un cambio radical y que requirió de la mejor tecnología para que una CPU pudiera procesar tantos datos en poco tiempo, y a su vez, fuera accesible al público. Esta competencia es un reflejo perfecto de lo que sucede hoy en día.
Como bien mencionaba anteriormente, las consolas han salido por generaciones, y con esto se hace referencia directamente a la tecnología que utilizan para poder ejecutar el sistema y los títulos que se desarrollen, por lo que, con cada generación que sale al mercado significa que están recibiendo mejoras de rendimiento para ir a la par de la innovación tecnológica.
Podemos ver el caso de la nueva generación con Xbox y Sony con las especificaciones técnicas de sus nuevas consolas, siendo las más importantes la inclusión del SSD para reducir los tiempos de carga y la tecnología del Ray Tracing, para una iluminación mucho más natural y realista.
A pesar de esto, podemos ver cómo dentro de cada generación de consolas existe algo llamado “revisión de hardware”, que no es más que versiones mejoradas de una misma consola de la generación, las cuales aumentan el rendimiento de esta. Sin embargo, aunque puede ser beneficioso, en algunos casos se puede convertir en todo lo contrario.
Una nueva forma de vender consolas
Las revisiones de hardware son el método con el cual las compañías pueden mejorar los errores de una consola para evitar posibles fallos o puntos débiles que puedan tener, en muchos casos suele ser algo que sucede tras bambalinas, y que como sucede con las actualizaciones de software, constantemente se está trabajando para mejorarla.
Podemos ver el caso de la PlayStation 2, una consola que recibió numerosas revisiones de hardware, pero no fue hasta cuatro años después de su lanzamiento (en 2004) que decidieran lanzar la versión doce, la cual tendría por resultado la PlayStation 2 Slim, siendo la misma consola con algunos cambios notorios, entre ellos el más importante: la reducción de su tamaño, dejando en el mercado la versión original llamada Fat (o “gorda”) y la Slim (o “delgada”).
Este caso es solo un ejemplo de las primeras revisiones, pero como se pudo ver con los años, era solo el inicio de la aparición de numerosas revisiones de hardware de muchas compañías para “mejorar” el rendimiento de sus consolas y poder venderlas. Podemos ver el caso de la Xbox 360 con sus 6 revisiones que fueron comercializadas.
Pero quizá el mejor ejemplo lo tiene Nintendo con la familia Nintendo DS, una consola portátil que vio la luz en 2004 y tendría tres revisiones de hardware distintas que se comerciarían con nombres distintos y ofrecían diversos tamaños.
No fue hasta 2010 que Nintendo decidiría descontinuar esta línea y sacar una nueva familia de portátiles, siendo Nintendo 3DS una de las familias de consolas más longevas y exitosas de la compañía nipona.
¿Son necesarias o una mera excusa para vender?
Como bien se ha venido exponiendo, estas revisiones de hardware que han tenido las diferentes generaciones de consolas en numerosas ocasiones han sido de ayuda para su rendimiento, siendo uno de los casos más memorables el de la eliminación del “circulo rojo” que inutilizaba a la Xbox 360, pero a pesar de esto, eran revisiones al mismo hardware de la consola base, es decir, las distintas versiones que surgieron de ésta no eran algo totalmente necesario; casos similares sucedieron con consolas como la PlayStation 3 o la Nintendo Wii.
En el caso de la familia 3DS fue más allá, ya que, en ciertas ocasiones, algunos juegos eran exclusivos de las consolas New Nintendo 3DS, limitando de esta forma el mercado para las consolas base y obligando a los usuarios a comprar esa versión para poder jugar.
Por otro lado, tenemos el caso más reciente, y que encendió las alarmas de nuevo, debido al anuncio de la Nintendo Switch OLED, siendo este el resultado de la tan rumorada revisión de la Nintendo Switch, la cual solo presenta algunas mejoras como la inclusión del puerto Ethernet en el Dock y una pantalla OLED de 7 pulgadas.
Este anuncio es el responsable de que se desatara un nuevo debate dentro de la comunidad sobre si esta era la respuesta que debía dar Nintendo para esta nueva generación y también sobre qué tan viable resulta comprarla en comparación con sus otras dos consolas hermanas —Switch y Switch Lite—, ya que no presenta una mejora considerable que se esperaba con la rumorada “Switch Pro”.
Una estrategia que necesita límites
Durante años, las compañías desarrolladoras de estas consolas han puesto en práctica esta estrategia, que a pesar de ofrecer una mejor calidad en sus productos, termina generando descontento e inseguridad dentro de la comunidad de jugadores al no saber cual será la vida útil de su consola y si valdrá la pena esperar por una revisión para poder adquirirla. Esto ha sucedido desde hace varios años y continuará por un tiempo si no se le ponen límites.
Si bien es cierto que esta nueva generación ha traído consigo dos nuevas versiones de cada consola, éstas han sido anunciadas como miembros únicos de la familia —por ahora— que se acomodan a las necesidades de cada usuario, sea por la accesibilidad económica o su forma de jugar y adquirir los títulos (formato físico o digital).
Solo es cuestión de tiempo para saber si a estas consolas también pasarán por este proceso de revisión para sacar una “nueva” consola con “mejoras” para salir al mercado.
De esta forma queda en claro que las revisiones de hardware en las consolas es algo necesario debido a que ayuda a reducir los errores que puedan tener y asegurar la calidad de sus productos.
Ahora bien, el comercializar estas nuevas versiones por cualquier “mejora” no debería ser el caso. En dicha situación, esta “nueva consola” debería tener los suficientes cambios notorios como para justificar su lanzamiento y a su vez, no debería ser limitante para los usuarios de una versión anterior para “obligarlos” a comprar una nueva.
Una cosa es garantizar la calidad de un producto y otra es abusar de estas “mejoras” para venderlas de nuevo.
Aún así, la última palabra recaerá única y exclusivamente en la comunidad de jugadores que adquieren estos productos.