El próximo 25 de septiembre se cumplirán nueve años de la salida del PRI Quintana Roo del poder estatal. Actualmente, está sin rumbo y no funge como oposición.
El tricolor en el estado continúa pagando los errores cometidos en el pasado: excesos, abusos, corrupción y saqueo al erario. No ha logrado eliminar la imagen de ser el partido que dañó gravemente a la entidad.
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En crisis, PRI Quintana Roo alcanza casi una década sin gobernar
Desde 2016 ha tenido una caída estrepitosa y pese a su discurso de reconocimiento de errores, y casi de pedir perdón, no ha podido siquiera mantenerse como un partido combativo, como en sus buenos tiempos.
La llegada de Cora Amalia Castilla Madrid, por segunda ocasión, a la dirigencia estatal no trajo novedades; por el contrario, la situación del instituto político ha empeorado.
El Partido Revolucionario Institucional (PRI) mantiene una campaña de afiliación desde el pasado 2 de abril, pero no ha despertado interés. Nuevamente, el pasado es su carta de presentación.

Ha intentado convencer a exmilitantes para que regresen a sus filas, pero muchos se han alejado de la política y otros prefieren incorporarse al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), al Partido Verde Ecologista de México (PVEM) o a Movimiento Ciudadano (MC), las tres fuerzas que están recibiendo a esos exmilitantes.
El último registro de militantes del PRI Quintana Roo fue de alrededor de cinco mil, tras su caída en 2016; sin embargo, su actual campaña de afiliación no partió de esa base ya reducida, aunque en su cúspide llegó a superar los 100 mil afiliados.
La última vez que ganó las diputaciones de los 15 distritos locales fue con la llegada de Joaquín Hendricks Díaz a la gubernatura. Hoy solo cuenta con Filiberto Martínez Méndez en el Congreso del Estado, quien respalda a Morena.
La mayoría de las regidurías municipales las obtuvo por última vez durante el sexenio de Félix González Canto; actualmente, solo mantiene 12 en los 11 ayuntamientos.
La crisis financiera es el problema más grave que enfrenta el PRI. Cuenta apenas con cinco millones 441 mil pesos para gastos de operación y nómina, además de arrastrar laudos millonarios desde la presidencia de Raymundo King de la Rosa en 2016.
Con el regreso de Castilla Madrid, lo único claro es que se busca “rescatar” al partido con prácticas de antaño que ya no funcionan, menos aún sin recursos para respaldar o “comprar” apoyos ciudadanos. Las primeras en abandonar al PRI fueron las líderes de colonia, quienes movían la estructura.
No hay nuevos cuadros; las oportunidades están reservadas para militantes afines a Cora Amalia. En nueve años, el PRI Quintana Roo no ha formado líderes con ideas innovadoras.
Sin renovación, PRI Quintana Roo se rezaga ante Morena
Entre los nombres que suenan como posibles candidatos a la gubernatura en 2027 están: Filiberto Martínez, expresidente municipal de Solidaridad; Candelaria Ayuso, exdiputada local; Joel Sauri, extesorero de Othón P. Blanco; y Arturo Contreras, exsecretario de gobierno durante el sexenio de Carlos Joaquín.
También se menciona a Leslie Hendricks Rubio, excandidata a la gubernatura, aunque en su caso fue notoria la falta de apoyo del partido. En su momento trascendió que existió un acuerdo entre el entonces dirigente Pedro Flota y Carlos Joaquín para evitar que su candidatura despegara.
El PRI Quintana Roo navega sin brújula; no hay un liderazgo que pueda sacarlo a flote. Solo espera que Alejandro Moreno Cárdenas, dirigente nacional, intervenga, pero el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) está enfocado en ganar visibilidad y adeptos mediante el enfrentamiento con Morena desde el Senado.
Payo Obispo
Movimiento Ciudadano (MC) iniciará en septiembre la renovación de sus dirigencias estatal y municipales. El conflicto interno entre José Luis Pech Várguez y Lidia Rojas Fabro podría agudizarse, ya que, si no son ellos quienes ocupen nuevamente los cargos, buscarán colocar a personas afines a sus intereses con miras al proceso electoral de 2027.
MC ha mostrado crecimiento y competitividad en elecciones pasadas, pero corre el riesgo de estancarse o retroceder si no resuelve las diferencias entre sus liderazgos.

