Hugo Alday | R360
En los años noventa, Terenci Moix nos regaló una enorme obra literaria denominada “Las garras de Astracán” que describió a profundidad los cultos a la apariencia, al poder y al dinero. Que personificó a los yuppies en ascenso, a los banqueros de la última hora, a los nobles que explotan su título a falta de dinero y otros personajes, fruto de los cambios que transformaron a la sociedad española en esa década.
Sin embargo, en el México moderno, claramente podemos ser testigos de la manera en la que se encarnan diversas situaciones, que hoy en día se reflejan en nuestra sociedad. Basta con tomar un periódico o navegar en Twitter para ser presa de las notas que resaltan la participación de los juniors del poder político y empresarial de México, enlodando décadas de prestigio de marcas o de apellidos, para derramarlos en sectas y escándalos siempre relacionados con abuso de poder, sexo y drogas, en un profundo culto al exceso.
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No necesitamos ir muy lejos cuando tenemos a la vista el deterioro ambiental de las playas y selvas de Tulum al amparo de Borge y sus groupies.
El México actual, se encuentra atrapado en una pandemia de la que el Estado en todos sus niveles busca a toda costa arribar a buen puerto, con los menores daños colaterales y directos.
Sin embargo, este mismo México también se encuentra sumergido en una apoteósica campaña antigubernamental emanada de los poderes fácticos como lo son los grupos empresariales, sindicatos y medios de comunicación, a los que se le suman de manera emergente este grupo de yuppies o juniors extensamente definido por Terenci Moix, que no son otra cosa que agentes reclamantes de los beneficios que durante décadas percibieron sin merecimiento alguno, y que hoy se ostentan como agraviados del Estado.
Como si se tratase de un soneto de Joaquín Sabina propio de la obra titulada “De Purísima y Oro”.
“Enseñando las garras de astracán,
Reclinaba en la barra de chicote,
La bien pagá derrite, con su escote,
La crema de la intelectualidad…”
Como si la “bien pagá” derritiera con su escote todo a su paso en el poder y la intelectualidad, parece que, de pronto y sin darnos cuenta el sexenio de los groupies de Enrique Peña Nieto y Televisa, se apoderó de la vida y de la idea de felicidad de millones de mexicanos que, sin más aspiración, anhelan seguir viviendo en una telenovela antes de enfrentarse a sí mismos y a su propia realidad.
Sin duda, los tiempos que hoy enfrentamos desde cada una de nuestras trincheras, nos obligan a ir más allá de las obligaciones propias de nuestro empleo o función, para sacar adelante a nuestro país. Un país que se enfrenta a una Nueva Normalidad plagada de exigencias empresariales y resistencias ciudadanas. Un país que lucha por deshacerse de los poderes fácticos asimilados a cadenas de corrupción del pasado. Un país que tiene frente a sí, una elección en la que los ciudadanos definirán la forma de continuar escribiendo el futuro, mientras lucha por liberarse de Las garras de Astracán.
