César Muñoz | R360
Facebook Live ha sido una magnífica plataforma a través de la cual los periodistas han encontrado, con muy poca inversión, un foro de expresión sin fronteras. Desde su lanzamiento, en abril de 2016, este streaming ha permitido el lanzamiento de innumerables “noticieros” de alta y baja calidad con relación a sus contenidos, que se ha sumado a las transmisiones de contenidos noticiosos de medios tradicionales, así como coberturas “en vivo”, en las que la fuente policíaca domina incluso a la de espectáculos y deportes. Se podría pensar que con tanta variedad, los contenidos y formatos tienden a mejorar, pero no ha sido así. Los pobres números de las audiencias son el reflejo de esa realidad.
Parte del fracaso radica en la visión que tienen los periodistas no sólo con la estructura, el formato y el contenido, sino con la visión comercial, porque el periodismo también es un negocio que necesita de recursos para subsistir en un mundo dominado por los grandes consorcios de comunicación.
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Si bien las escuelas y universidades de periodismo de México están introduciendo en sus planes magisteriales y temarios nociones de periodismo emprendedor, esto es incipiente y no resuelve de momento el problema de la falta de conocimiento para la administración de negocios de comunicación, en concreto, de aquellos relacionados con el periodismo. Hay que reconocer, sin embargo, que hay esfuerzos aislados de organizaciones gremiales internacionales que impulsan el periodismo emprendedor y periodistas que ofrecen cursos en línea y presenciales relacionados con el tema.
En su estructura, los periodistas han ordenado sus recursos humanos, materiales y de transmisión, alrededor de la plataforma de streaming, con la misma lógica en la que los consorcios de prensa escrita, radio y televisión estructuran su negocio alrededor de la impresión o la señal. Pero la diferencia es que el streaming no requiere de los conocimientos técnicos y especializados de una rotativa o un generador y antena para la salida de un contenido, lo que implica un ahorro sustancial de recursos humanos y materiales. Tampoco deben pagar la renovación de una concesión o permiso por la señal en espacio aéreo; todo está en los datos y la señal que pagan a las empresas de telefonía y de internet.
En los casos más avanzados, la estructura ha permitido la instalación de espacios adaptados con micrófonos profesionales y buena iluminación; en algunos casos, se sustituye la escenografía de un estudio amateur por escenografías virtuales. En el aspecto técnico hay notables avances que permite el streaming en comparación con los espacios y recursos materiales que deben ocuparse para medios electrónicos.
En el formato empieza el problema. En las transmisiones en Facebook Live, en lo técnico, la mayoría ha optado por la toma fija, resultado de la falta de creatividad, conocimientos de producción audiovisual y hasta de recursos materiales y humanos. La falta de creatividad para incursionar en lo visual los ha llevado a la instalación de mesas con dos, tres y hasta cuatro opinadores, que intervienen de forma espontánea, queriendo con ello emular a los Influencers; el enfoque está totalmente equivocado. Sin una personalidad en el formato, la improvisación es un síntoma generalizado.
En la mayoría de los casos los guiones –cuando los hay- se construyen sobre la marcha, con una llamada telefónica unas horas antes del programa o incluso con una conversación unos minutos antes de la salida del programa. Los periodistas en este nivel basan su fortaleza en su influencia, y en algunos casos, no todos, en su capacidad para interpretar los distintos fenómenos sociales, políticos y económicos, por lo que asumen que la improvisación y su conocimiento les dan autoridad y no un guión inexistente en el papel.
Así, el contenido ha pasado de tener un alto grado de sustancia a un pobrísimo nivel interpretativo que ha derivado en un periodismo militante y hasta de extorsión, en este último caso, con un nivel de impunidad que empobrece y envilece a la profesión.
En su mayoría, el contenido es una copia de programas noticiosos de Estados Unidos, en los que un presentador estrella da una noticia y la comenta. En algunos casos, se invita a un entrevistado. En suma: el mismo formato y contenido de los medios tradicionales. Ahí hay una gran deuda de los periodistas que usan Facebook Live: dar a la plataforma un sentido diferente, que no se trivialice y que el contenido sea más que comentarios sin sentido y sin sustancia.
Las transmisiones desde el lugar de los hechos, han tenido más aceptación en las audiencias, sobre todo de corte policíaco. Aquí se ha pasado de la improvisación a un dominio relacionado con una narrativa que tiende a la crónica. El éxito de estas transmisiones se debe a la movilidad, la oportunidad informativa y a cronistas que han desarrollado una poderosa narrativa de los valores universales: muerte y vida; tragedia y heroísmo; amor y desamor, entre otras. No es extraño ver páginas policíacas con 10 mil seguidores como mínimo. Sin embargo, ¿este es el futuro del periodismo en Facebook Live?
La plataforma del streaming es otro problema. Si bien es “gratuita”, Facebook impone sus reglas y normativas. Los periodistas no pueden comercializar sus espacios, como en el modelo tradicional de televisión. Hay modelos en los que las únicas menciones “en vivo” corresponden a los lugares en los que se realiza la transmisión, generalmente cafés o restaurantes, que fungen como “patrocinadores”. Ahí hay un intercambio que no da para sobrevivir, pues los cafés o restaurantes se asumen como altruistas.
Lo trivial está sepultando al periodismo, paradójicamente con una de las mejores plataformas de streaming de los últimos tiempos como Facebook Live. Y la falta de visión de negocios de los periodistas no abona para un futuro promisorio. El mañana está en los cambios radicales de estructura, en la innovación de los formatos; el enriquecimiento de los contenidos noticiosos con opiniones alejadas de la militancia de cualquier tipo, y sobre todo, en el aprendizaje de nuevos modelos de negocios disponibles en proyectos que están incursionando con éxito en el competido mundo de la comunicación, modelos que desafíen a Facebook para que haga partícipes a todos en el negocio, porque después de todo, sin los generadores de contenido, el streaming de la red social no tendría razón de ser.
