La corrupción que no se detiene y no hay señales de querer acabar con ella.
Al contrario, hay mucha basura política incorporada a la Cuarta Transformación después de la derrota electoral de 2021, cuando se generó ese pragmatismo salvaje por Andrés Manuel López Obrador, para ganar la mayoría constitucional en el Congreso de la Unión.
También te puede interesar: Reportan accidente de tránsito nocturno en comunidad El Tintal; localizan a un herido
Sin embargo, aún hay un amplio “bono electoral” después del hartazgo social que sacó del Palacio Nacional a la corrupción neoliberalista en 2018.
En la marcha del sábado 15 de noviembre hubo mucha manipulación mediática y porril, pero también está creciendo otro tipo de hartazgo que se tiene que escuchar y atender.
Tensiones políticas dentro de la Cuarta Transformación
No se puede seguir ignorando a la población cuando persiste la corrupción en gobiernos morenistas y verdes que operan con impunidad, como en el viejo régimen prianista, con ejemplos claros en Quintana Roo.
Otro tema son los fraudes electorales implementados por la Cuarta Transformación, igual que en el pasado, como son los casos del municipio de la capital, Chetumal, donde reeligieron con trampas a una alcaldesa foránea que reprobó como gobernante, pero aún así la volvieron a imponer.
Igual en Felipe Carrillo Puerto, a otra “fundadora” incongruente con los principios de no mentir, no robar y no traicionar, se le facilitó el triunfo mediante la detención de su principal oponente, logrando la victoria por escaso margen frente a una candidata suplente.
Además, el Congreso está integrado por perfiles sumisos e inexpertos, salvo excepciones, electos por la ola obradorista. El Poder Judicial permanece en condición irregular; ni siquiera hubo fraude: simplemente no se realizó la elección de Heyden. Como si el pueblo fuera tonto. ¡Sigan así!
Desgaste institucional que compromete a la Cuarta Transformación
Lo único que puede salvar a Claudia Sheinbaum Pardo y su proyecto de la Cuarta Transformación es que ofrezca muestras de querer acabar con la corrupción, tanto la de antes que sigue incrustada en el sistema, como la actual, alojada en el interior de su propio movimiento.

Congruencia es la palabra clave. Si persisten en derrochar el “bono democrático” –que se les está escurriendo como el agua–, van a recibir una dura lección en 2027, ni siquiera van a esperar hasta el 2030, cuando pueden perder la Presidencia de la República. Por mucho fraude, no les va alcanzar –no leen las señales–, sí continúa la imposición de “candidaturas indeseables” en todos los niveles.
Ya tienen un primer aviso: la caída de Claudia Sheinbaum Pardo en el ranking internacional, del 2° al 9° lugar, misma encuesta que gustaba presumir a López Obrador.
Incongruencia, en el caso a nivel nacional del senador Miguel Ángel Yunes Márquez, representante de una familia icónica de la corrupción del pasado, a quien por un voto le entregaron nada menos que la Comisión de Hacienda en el Senado (¡!).
Y se siguen acumulando. No quieren escuchar que el problema no son las marchas ultras, con mucha violencia manipulada, como la del 15 de noviembre pasado, sino la corrupción interna y la lucha de poderes que desde dentro socavan a un gobierno que ahora está acorralado y necesita un plan para recuperar el paso.
Restablecer o mantener la confianza que poco a poco se va desgastando, está bastante difícil, ya que la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo parece estar sola y abandonada por las tribus internas que mantienen la rapiña por el poder, los presupuestos y los negocios, tanto a nivel nacional, estatal y municipal.
¿Por qué llegan al poder gobiernos ultras como Javier Milei? Precisamente, porque la gente prefiere votar por un loco que por otro corrupto. Usted tiene la última palabra.

