El pasado 27 de junio, el QS World University Rankings 2024: Top global universities publicó sus resultados tras evaluar a mil 500 instituciones de Educación Superior en aspectos como la sostenibilidad, el resultado de empleo, redes internacionales de investigación, etc., y la UNAM nuevamente se ubicó en el grupo de las 100 mejores del mundo.
Se clasificó en el lugar 93, como la número uno de México. El hecho de que la UNAM logre calificarse dentro de las mejores del mundo ¿supone que toda la Educación Superior (ES) en México sea de calidad?
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La respuesta es compleja debido a la diversidad cultural, social y económica del país, aunado al hecho de que las Instituciones de Educación Superior (IES) en el país gozan de autonomía, es decir, ostentan la facultad para ejercer libertad de cátedra e investigación, crear su propio marco normativo, gobernarse a sí mismas, etc. Sin embargo, sí es posible realizar un análisis sucinto de la misma.
Para el estudio de la realidad, se retoma el todavía vigente criterio, establecido por Muñoz Izquierdo (1991), quien propone que, operacionalmente, las IES deben satisfacer cuatro aspectos: relevancia, equidad, eficacia y eficiencia.
Relevancia: Grado en que los objetivos de la educación superior responden efectivamente a las necesidades, intereses y posibilidades de los diferentes sectores a quien se dirige.
En la Ley General de Educación Superior (2021), se establece que la educación será de excelencia, colocando al estudiante al centro del proceso educativo, con una mejora integral constante que promueva el máximo logro de aprendizaje para el desarrollo del pensamiento crítico y el vínculo escuela-comunidad.
En la misma, también se especifica que ésta será partícipe en la consecución de los objetivos del desarrollo del milenio, en la educación para todos, para la ciudadanía mundial y para el desarrollo sostenible, los cuales forman parte de los objetivos planteados por la ONU en su Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. De acuerdo con lo anterior, en teoría, los criterios, fines y políticas de la ES son relevantes.
Bases de la Educación Superior
Equidad: Distribución equitativa de oportunidades educativas para el acceso y conclusión de los estudios iniciados. Según datos del Inegi (2019), uno de cada tres estudiantes logró ingresar a la universidad; el 64% por medio de una Institución de Educación Superior pública; en cuanto a las mujeres, su participación fue del 52% del total nacional.
Los estudiantes hablantes de lenguas indígenas o con discapacidad, solo representaron el uno por ciento de la matrícula (Anuies 2020).
En cuanto a la culminación de una carrera, según la OCDE (2017), solo el 21% lo logra. Estos datos duros, muestran que, aunque en la actualidad se han dado algunos pasos en materia de cobertura, incluyendo el impulso dado por el arranque de 145 universidades Benito Juárez, ubicadas estratégicamente para atender a grupos minoritarios, es innegable que la distribución equitativa de las oportunidades requiere todavía de esfuerzos constantes; en cuanto a la culminación de los estudios universitarios, la deuda sigue pendiente.
Eficacia: Medida en que los objetivos planteados se alcanzan realmente. Conocer qué tanto se han de alcanzar los objetivos planteados requiere el empleo de un sistema de evaluación, sistema del que hasta hace poco carecía el Estado mexicano para el nivel en cuestión, sin embargo, recientemente se creó el Sistema de Evaluación y Acreditación de la Educación Superior (Seaes, cuyo objetivo es diseñar, proponer y articular, estrategias y acciones en materia de evaluación y acreditación de la Educación Superior, para contribuir a su mejora continua. Aunque en ciernes, este sistema apunta hacia la mejora de la eficacia).
Eficiencia. Relación obtenida entre los resultados de la educación y los recursos invertidos en la misma. El recorte presupuestal destinado a la Educación Superior en el país, aunado al desequilibrio entre el número de egresados y el de profesionistas absorbidos por el mercado profesional (ENOE, 2022), manifiestan ser la mayor área de oportunidad en cuanto a la eficiencia de las Instituciones de Educación Superior.
Aunque se han sentado las bases para la mejora de la calidad de dichas instituciones, sobre todo en los criterios de relevancia, equidad y eficacia, resulta apresurado evaluar políticas y programas en ciernes, además que, no se puede pasar por alto que la herencia de las políticas neoliberales siguen rigiéndolas, al conceptualizarlas como palanca comercial en el mercado mundial, por lo tanto, la expectativa del Gobierno en turno de la Educación Superior como palanca del desarrollo económico y social del país, todavía tiene un largo camino por andar.
Muñoz, C. (1991). Calidad de la Educación Superior en México. Diagnóstico y alternativas de solución. Perfiles Educativos, 51-52, 38-45.