Brainrot o “podredumbre cerebral” es un término que ha cobrado gran relevancia en los últimos años por el impacto negativo que produce en niños y adolescentes.
Tung Tung Tung Sahur, Bombardino Crocodilo, Lirilarila, Tralalero tralala, Brr brr patapim, son algunas de las frases que se escuchan cotidianamente entre niños y adolescentes, las cuales son imitadas de videos de formato corto (VFC) que son publicados en redes sociales como Instagram Reels, Youtube Shorts y TikTok.
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Esta repetición sin sentido de contenidos digitales absurdos, virales, acelerados, incoherentes y de baja calidad es lo que se ha denominado como Brainrot y se ha comenzado a investigar por el deterioro del estado mental o intelectual de quienes lo consumen en exceso.
El brainrot también ha sido denominado por algunos expertos como resaca digital, debido a que en aquellos menores que lo padecen se ha observado malestar, dificultad para concentrarse, apatía, aislamiento y hasta ansiedad si no tienen su teléfono móvil con ellos.
Efectos del Brainrot en funciones cognitivas y mentales
El diseño de los VFC, caracterizado por interfaces de desplazamiento infinito (patrón de diseño donde el contenido se carga continuamente a medida que el usuario se desplaza hacia abajo y que elimina la necesidad de hacer clic) y recomendaciones algorítmicas (sistemas que usan datos para sugerir contenido relevante para los usuarios, personalizando su experiencia), ha generado serias preocupaciones sobre la adicción y las consecuencias negativas para la salud, como es el caso del estrés y la ansiedad.
¿Cómo afecta el brainrot en la cognición y la salud mental? Un estudio denominado Feeds, Feelings, and Focus: A Systematic Review and Meta-Analysis Examining the Cognitive and Mental Health Correlates of Short-Form Video Use publicado en el Psychological Bulletin sugirió que el factor de riesgo clave no es simplemente cuánto tiempo se pasa en las plataformas Instagram Reels, Youtube Shorts o TikTok, sino la naturaleza problemática y desadaptativa del uso, que con frecuencia implica la pérdida de control y la interferencia con las responsabilidades diarias.

Este estudio realizado a 98,299 participantes, encontró que un mayor uso de los VFC se asocia consistentemente con una peor función cognitiva y un deterioro en la salud mental tanto en jóvenes como en adultos.
En el ámbito cognitivo, el estudio halló que un mayor uso de VFC se asoció con una peor cognición en general y con reducciones en la capacidad de atención de los participantes. También se encontraron afectaciones al Control Inhibitorio, función esencial para regular la conducta.
Recomendaciones para reducir efectos del Brainrot en menores
A nivel electrofisiológico, la investigación encontró que los usuarios intensivos de VFC tuvieron una actividad reducida durante tareas de atención, lo que sugiere un procesamiento mental deteriorado. Estos resultados interpretados a través de la Teoría dual de habituación y sensibilización suponen que la exposición repetida a contenido de ritmo rápido y altamente estimulante puede llevar a la habituación, volviendo a los usuarios menos sensibles a tareas cognitivas más lentas y que requieren esfuerzo, como la lectura profunda.
¿Cómo evitar los estragos del brainrot? Lo más importante es identificar si un niño o adolescente abusa de estos VFC en las redes sociales; en caso de hacerlo se pueden aplicar algunas estrategias como:
- Supervisar el contenido que consumen. Esta supervisión puede realizarse a través de herramientas de control parental que permiten gestionar y controlar la actividad en las redes, limitando su actividad o el acceso a determinados sitios. Algunos ejemplos de herramientas son Google Family Link (gratuita, para Android y iOS), Qustodio, Norton Family y Bark.
- Mantener conversaciones abiertas y frecuentes. Es muy importante mantener una buena comunicación que permita enseñarles a diferenciar qué contenidos son constructivos y cuáles no, y también darles la oportunidad de que platiquen qué es lo hacen en internet y que muestren las tendencias del momento, pues al escucharlos se favorece al desarrollo de la confianza.
- Limitar el tiempo de pantallas. Aquellos padres que establecen horarios claros para el uso de dispositivos evitan que la exposición a redes sociales se convierta en un hábito compulsivo y excesivo. Para el establecimiento de horarios o tiempo de uso de pantallas también puede auxiliarse de las herramientas arriba mencionadas.
- Favorecer el desarrollo de la creatividad desconectada. Establecer espacios donde los niños y jóvenes puedan experimentar, crear y hasta aburrirse, lejos de las pantallas. Desde armar un rompecabezas o legos, colorear mandalas, sentarse en familia o amigos a compartir un juego de mesa, son opciones que ponen en práctica diversas habilidades que se están viendo afectadas por el brainrot.
- Mantener y cuidar la rutina del sueño. El uso de pantallas antes de dormir interfiere con la calidad del sueño y, en los adolescentes interfiere con la cantidad de horas de sueño (pueden pasar toda la noche pegados a su dispositivo electrónico). Una buena estrategia es guardar los dispositivos fuera del dormitorio o se puede recurrir nuevamente a las herramientas ya mencionadas pues permiten inhabilitar los dispositivos a una hora establecida, así la hora de desconectarse e ir a la cama se vuelve una rutina más tranquila.

