David Acosta | R360
CHETUMAL, QRoo.- La intrusa apareció a principios del 2018 y nadie le tomó importancia, al principio, pero cuando intentaron retirarla con cuatro millones de pesos del erario, además de devorar el dinero público, se expandió: De tener bajo su dominio seis hectáreas, hoy ya domina más de 14. Aunque especies animales, plantas y microorganismos han desaparecido como consecuencia de ello, finalmente le dejaron el camino libre.
Esto ocurre en el espacio ecológico que forma parte de los humedales de Chetumal que están rodeado por las colonias Lagunitas, Nuevo Progreso y Mártires Antorchistas, en donde habitan más de mil 200 familias. Son más de 150 hectáreas que componen esta zona que cuenta con una laguna partida en dos por un puente, recientemente remodelado, que sirve de acceso a los asentamientos humanos.
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De un lado del puente se observa una aguada que ha reducido su nivel, del otro lado, la situación es dramática, pues está invadido por una planta marina conocida como lechuga acuática o repollo de agua y cuyo nombre científico es Pistra Stratiotes.
Fueron los vecinos de la zona que utilizaban el cuerpo de agua principalmente para pescar, quienes alertaron a principios del 2018 de esta planta acuática, que de acuerdo a instituciones de investigación como el Colegio de la Frontera Sur, es invasora y ajena a la región.
La grave afectación ecológica no fue tomada en cuenta y cuando se quiso actuar ya había invadido gran parte de la laguna del lado este del puente. La Procuraduría de Protección al Ambiente (PPA), la Secretaría de Ecología y Medio Ambiente (SEMA), la Dirección de Ecología Municipal, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y hasta la Secretaría de Marina, intentaron retirarla con maquinaria y personal, pero fue imposible.
Se invirtieron cuatro millones de pesos en el mes de mayo del 2018 y solo lograron retirar 40 toneladas; los trabajos fueron de unos cuantos días. De ese entonces a la fecha no se volvió a retirar una sola lechuga.
De invadir seis hectáreas el problema ha rebasado más de 14 y la afectación ecológica ha sido desastrosa. Se estima que por cada cinco hectáreas se tiene un volumen de mil 900 toneladas de la planta.
Doña Rosa, una de las habitantes del lugar, señaló que es lamentable que se hayan dejado olvidados los trabajos y lo que antes era un cuerpo de agua que daba de comer a mucha gente de la zona, además de un paisaje hermoso, ahora luce desolador.
Antes de la aparición de la lechuga acuática se podían observar cocodrilos, peces, pequeños mamíferos, aves y hasta crustáceos. Ahora, de acuerdo a vecinos que viven en las orillas, ya se percibe un mal olor.
La alfombra que ha formado la planta acuática impide el proceso de la fotosíntesis, fundamental para el ciclo de vida en los ecosistemas. Al impedirse este proceso, la afectación es directa a la biodiversidad.
La zona ubicada al noroeste de la ciudad, que incluso fue contemplada por la pasada administración municipal de Othón P. Blanco para un desarrollo ecoturístico, fenece poco a poco. Las autoridades responsables del cuidado del entorno ecológico solo han prometido estudios y acciones.
Nadie sabe ciencia cierta cómo llegó esta planta acuática a Chetumal, común en Estados Unidos y originaria del Río Nilo en África; la única teoría refiera a que un ave pudo haberla traído.
Esta planta flota en la superficie del agua y sus raíces cuelgan sumergidas. Sus hojas llegan a medir cerca de 15 centímetros y es considerada nociva para los ecosistemas.
La zona en cuestión conecta con la “Sabana de Expofer”, cuya agua desapareció, aunque se ubica a una distancia de por lo menos tres kilómetros de distancia.
