Abraham Torres | R360
Esta es la misma historia de otros 140 ecuatorianos que lograron salir de México el pasado 10 de abril a través de un vuelo humanitario que coordinó el gobierno de Ecuador y la aerolinea Aeroregional.
Todo comenzó así. Romina es una ecuatoriana que estudia la licenciatura en Negocios Internacionales en Cancún. Vive en esta misma ciudad. Cuando en su universidad le informaron que las clases serían virtuales ya era demasiado tarde para ella. Ecuador había cerrado sus fronteras.
“Mi mamá estaba muy preocupada. Cuando recién comenzó lo del coronavirus en México, en Ecuador ya estaba muy fuerte el tema. No pude regresar a casa”.
Tuvo que pasar un mes para encontrar una manera de regresar a Ecuador. A través de un vuelo humanitario.
“Yo vivo en una casa con varios estudiantes ecuatorianos y dos se volvían a Ecuador el 8 de abril. Ellos me contaron todo el proceso que tuvieron que realizar para encontrar un espacio en los vuelos. El del miércoles definitivamente no fue opción. Mis papás hablaron con la Embajada de Ecuador en México y así logré obtener un lugar en el avión del viernes”, relata.
Pero no todo fue tan sencillo. Aun cuando envío un correo electrónico con la solicitud días atrás, fue hasta el jueves por noche que le confirmaron que había un espacio para ella. Sus papás tuvieron que comprar rápidamente los boletos de avión.
“Mis papás me dijeron: hija, estás dentro de la lista. Regresarás a casa”, relata.
La travesía. Uno pensaría que es bastante sencillo. Subo a un avión, llego a mi destino y posteriormente a mi casa. En tiempos de coronavirus todo se altera.
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Romina salió de Cancún rumbo a la Ciudad de México en el vuelo del viernes a las 8 de la mañana junto con otros compañeros. Estuvo siete horas en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y finalmente se subió al avión que la llevaría a Ecuador.
“Llegando a la Ciudad de México tuvimos que ir a migración a completar una serie de papeles que nos requerían para poder salir del país. Todo fue muy confuso. Nos cambiaron varias veces de sala porque nuestro vuelo era como un vuelo fanstama. No existía, no aparecía en las pantallas de destinos. Nadie sabía de él.“
El avión era muy chiquito y viejo, recuerda Romina. Volaron durante 3 horas hasta llegar a Panamá. Realizaron una escapa para recargar combustible. Les esperaban otras dos horas de viaje para llegar a Quito.
¿De verdad existen los controles sanitarios? Por increíble que parezca, cuando Romina salió del Aeropuerto Internacional de Cancún no tuvo que aprobar inspección médica alguna. No pasó por algún filtro sanitario. Cuando llegó al aeropuerto de la Ciudad de México le tomaron la temperatura para descartar alguna sintomatología.
Al llegar a Quito nuevamente le tomaron la temperatura y la desinfectaron junto con todos los pasajeros. Tuvieron que completar unos formularios para descartar sintomatología del Covid-19. En migración nuevamente les tomaron la temperatura.
“En México no tuvimos tantos controles sanitarios como los que tuvimos al llegar a nuestro país”.
La llegada. ¿Hotel o base militar? Cuando Romina estaba en el avión se sentía más tranquila. Sabía que pronto vería a su familia. Aunque todavía tuviera que esperar por lo menos 14 días más. Y es que en estos vuelos humanitarios los pasajeros deben hacer una cuarentena obligatoria antes de incorporarse con sus seres queridos.
La autoridad sanitaria nacional de Ecuador organiza la administración de la prueba del coronavirus a toda persona que llegue al país de acuerdo a la normativa vigente.
Aunque la prueba de laboratorio ofrezca un resultado negativo, el viajero deberá cumplir con el Aislamiento Preventivo Obligatorio (APO) dispuesto por el Ministerio de Salud Pública de aquel país.
“Si tienes los recursos para irte a un hotel lo puedes hacer. Si no cuentas con las condiciones económicas para ello, deben ser trasladados a una base militar en la ciudad de Latacunga, donde cumplirás la cuarentena”, explica.
Actualmente Romina se encuentra en un hotel compartiendo habitación con uno de sus compañeros de viaje. El trayecto para llegar a él, fue proporcionado por las mismas autoridades.
“Cuando te mandan la confirmación de tu espacio en el vuelo humanitario te anexan la lista de hoteles. Puedes elegir qué hotel te conviene más. En el hotel en el que estoy hay alrededor de 50 personas”, relata.
Desde el hotel, todos los días habla con su familia. Dice que platica mucho con ellos. Sobre todo ha reflexionado lo que hará una vez que acabe su confinamiento.
“En cuando salga estaré todo el tiempo posible con mis papás. Disfrutarlos. No los veo desde enero. Todo este tiempo me ha servido para mantenerme ocupada. El coronavirus me ha puesto ha reflexionar sobre lo importante que es administrar nuestro tiempo. Ahora tenemos más tiempo. Y a veces no sabemos qué hacer con él.”
Lo que sigue. Por ahora Romina concluirá su semestre universitario a distancia. Sus clases inician el 20 de abril. Las deberá comenzar en el hotel. Y tiene algo muy claro. “No pienso quedarme en Ecuador. En agosto regresaré a Cancún para continuar mis estudios en la universidad”.
Un poco de contexto. Fue desde el 25 de marzo cuando el gobierno de Ecuador inició con los vuelos de repatriación hacia ese país para que sus ciudadanos de grupos vulnerables y sus acompañantes pudieran regresar al país.
Se tenía previsto tres vuelos más para el 17 de abril. Uno de ellos saliendo de la Ciudad de México y llegando a Quito. Y el otro par saliendo de Miami y llegando a Guayaquil y Quito.