CIUDAD DE MÉXICO.- De las tres personas que murieron ayer, una era civil. No estaba preparada, como los dos policías que fallecieron en el atentado contra Omar García Harfuch, titular de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México.
Ella estuvo en el lugar y en la hora en que células del crimen organizado atacaron al alto jefe policiaco, quien recibió tres balazos, pero sobrevivió; Gabriela, recibió un balazo en la cabeza y su cuerpo quedó en el auto en que viajaba con sus familiares.
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Esta es la primera vez, en la reciente historia de la Ciudad de México, y desde que el ex presidente Felipe Calderón Hinojosa, decidió declararle la guerra al narcotráfico. García Harfuch responsabilizó al Cártel Jalisco Nueva Generación del ataque.
Gabriela viajaba ocasionalmente en automóvil con su esposo una hermana y una cuñada desde su casa en El Potrero, Xatlaco, en el Estado de México hacia el metro Auditorio, en donde la familia tiene un puesto de Tlacoyos.
Gabriela, víctima del ataque a García Harfuch, deja en la orfandad a dos niñas de tres y nueve años de edad. También deja a cuatro hermanos; todos perdieron desde hace 20 años a su madre, y jamás conocieron a su padre.
En el Paseo de la Reforma, lugar del atentado, en las Lomas de Chapultepec, se encontraban hermanas, cuñados, la suegra y el tío de Gabriela, quienes llegaron al enterarse de la muerte de Gabriela.
En la comunidad de El Potrero, Xatlaco, donde Gabriela vivió sus últimos años, está una casa con el piso de tierra, y las paredes y techo de madera y tabique. Faltan servicios como el agua. Desde las 15 horas de ayer, vecinos levantaron una lona en un espacio para velar a Gabriela.
