La noticia que paralizó a Francia este domingo, 28 de diciembre de 2025, no fue una sorpresa, sino el cierre de un capítulo: Brigitte Bardot, figura central del cine y activista de la causa animal, falleció a los 91 años. Su vida, marcada por una sensualidad que liberó a una generación y una personalidad indomable que la llevó a la polémica política, fue un “resplandor universal”.
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El adiós en La Madrague y la reacción del círculo rojo
La actriz y defensora de los animales murió en su residencia de La Madrague, ubicada en Saint-Tropez, en el sur de Francia, lugar del que se había enamorado y donde residía desde hacía décadas, alejada del estrellato cinematográfico. La Fundación Brigitte Bardot, de la cual fue fundadora y presidenta, confirmó el deceso en un comunicado remitido a la AFP.
El fallecimiento generó reacciones inmediatas y profundas en la política francesa:
- Emmanuel Macron, presidente de Francia, expresó en la red social X que el país “llora la pérdida de una leyenda del siglo”, destacando que Bardot “encarnó una vida de libertad” y un “resplandor universal”. Macron añadió que su voz, su fama deslumbrante, sus iniciales, y su pasión por los animales marcaron su existencia.
- Rachida Dati, ministra de Cultura, la describió como “un icono entre los iconos”.
- Marine Le Pen, líder del partido Agrupación Nacional, enfatizó su figura como “libre e indomable”.
Brigitte Bardot, el ícono que creó a la mujer libre
Brigitte Bardot se consolidó como una de las figuras más reconocidas del cine francés del siglo XX. Protagonizó cerca de medio centenar de películas, imponiendo un estilo de vestir simple y sensual, y convirtiéndose en un referente cultural que trascendió la pantalla grande.
Su fama internacional se cimentó con cintas cruciales:
- Y Dios creó a la mujer (1956): Realizada especialmente para ella por su entonces marido, el cineasta Roger Vadim. En esta película, con apenas 22 años, la actriz baila un mambo apasionado sobre una mesa, descalza y con el pelo suelto, con la falda abierta hasta la cintura. La escena escandalizó a Francia, pero cautivó a Estados Unidos.
- El desprecio: Otra obra que reafirmó su estatus de estrella.
Su imagen influyó notablemente en la moda y en la percepción de la feminidad durante las décadas de 1950 y 1960, contribuyendo a la liberación sexual de una sociedad todavía rígida. La intelectual y principal referente del feminismo, Simone de Beauvoir, quedó subyugada por su libertad, escribiendo que Bardot “ignora deliberadamente la ropa sofisticada, las joyas, los perfumes, el maquillaje, todos los artificios (…) Hace lo que le da la gana, y eso es lo que perturba”.
La periodista Marie-Dominique Lelièvre, autora de una biografía sobre Brigitte Bardot, la resumió como “el ídolo de toda una generación de mujeres, una referencia importante”. Incluso el cantante brasileño Jorge Veiga le dedicó una samba en 1960.
Además de su legado cinematográfico, Bardot forjó la leyenda de Saint-Tropez, el pueblo tranquilo de pescadores que convirtió en destino obligado de la jet-set mundial, y consolidó la fama de Buzios, en Brasil.
El trauma de la fama: matrimonios y la persecución de los paparazis
En la vida real, Brigitte Bardot exhibía la misma libertad que sus personajes, llevando una existencia francesa de resplandor universal. Tuvo cuatro maridos: Roger Vadim, Jacques Charrier, el millonario Gunter Sachs y el industrial Bernard d’Ormale, quien fue su compañero hasta sus últimos días.
Sin embargo, la fama descontrolada le causó un profundo trauma, especialmente con el nacimiento de su único hijo, Nicolas, en 1960:
“La histeria que me rodeaba era una locura. La sala de partos instalada en mi casa, los fotógrafos detrás de las ventanas, los que se disfrazaban de médicos”, confesó años después. “Asocié el nacimiento de mi hijo con ese trauma”.
Nicolas fue criado por su padre, el actor Jacques Charrier. A pesar de los pesares, en su casa La Madrague, la actriz recibió a personajes de talla mundial, incluyendo a un adolescente Bob Dylan y a John Lennon, quien tomó LSD para calmar sus nervios antes de la cita.
La segunda vida: el activismo animal y la confrontación política
Hastíada por el desgaste de la gloria y la persecución mediática, Brigitte Bardot tomó la decisión de retirarse definitivamente del cine en 1973, con apenas 38 años. A partir de entonces, su vida se centró en la defensa de los animales.
En 1986, creó la Fundación Brigitte Bardot, impulsando campañas contra el maltrato animal y la caza, y promoviendo la protección de especies salvajes y domésticas. Se convirtió en una voz visible del activismo animal en Europa y una acérrima activista antitaurina. Sobre este cambio de vida, Brigitte Bardot declaró a la AFP: “Estoy muy orgullosa de la primera parte de mi vida, que ha sido un éxito y que ahora me permite tener una fama mundial que me ayuda mucho en la protección de los animales”.
De icono cultural a figura marcada por la controversia
Si bien Brigitte Bardot se alejó del cine, nunca se retiró del debate público. Su simpatía popular se transformó en desconcierto ante sus comentarios cada vez más controvertidos sobre política, migración y prácticas de caza, lo que le valió varias condenas judiciales por difamación e incitación al odio racial.
Entre sus posturas políticas más notorias, en el umbral de los 80 años, declaró sus simpatías por la líder de extrema derecha francesa Marine Le Pen, a la que calificó de “Juana de Arco del siglo XXI” en las elecciones presidenciales de 2012.
Pese a las polémicas, Brigitte Bardot mantuvo su visión de sí misma como una personalidad única e irremplazable. Cuando le preguntaron qué actriz podía encarnarla, respondió sin dudar: “Ninguna. No hay ni una sola capaz de hacerlo. ¿Qué les falta? Mi personalidad”. En su libro Mon BBcédaire, publicado en octubre, reiteró su credo: “La libertad es ser uno mismo, incluso cuando incomoda”. Con su muerte, Francia despide a una figura de contrastes que redefinió el cine, la cultura popular y el activismo en el siglo XX.
