KANTUNILKÍN, QR.– Aún hay algunos productores que lograron buenas cosechas de maíz criollo gracias al programa “Rescate de semillas criollas” que, en su momento, implementó la Dirección de Promoción Económica y Desarrollo Rural. Dicho programa incluyó el compromiso de apoyar a otros productores para propagar estas variedades y evitar que se extingan.
Roberto Canul Balam, productor del ejido de Kantunilkín, explicó que su maíz morado, conocido como chovita, inició la producción y aún no se ha secado por completo. Varios organizadores de festividades tradicionales lo solicitan para preparar el tradicional relleno negro.
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Destacó que las semillas de maíz criollo pueden conservarse para el próximo ciclo de siembra, a diferencia de las semillas mejoradas o transgénicas.

Productores destacan cosechas de maíz criollo y preparación artesanal de tortillas
Canul Balam compartió el proceso artesanal de preparación de tortillas, que considera más nutritivo al no emplear químicos en su producción.
Reconoció que las semillas nativas o tradicionales son variedades adaptadas a condiciones locales durante generaciones, con alta diversidad genética y un importante patrimonio biocultural y alimentario, especialmente en América Latina.

Cosechas de maíz criollo refuerzan autosuficiencia y tradición agrícola
Por otra parte, mencionó que el maíz híbrido es de reproducción abierta, con menor uniformidad en rendimiento a gran escala, pero con gran resistencia a plagas y enfermedades específicas de cada zona. Esto lo hace fundamental para la autosuficiencia y la diversidad de la agricultura tradicional.
Canul Balam recalcó que las semillas criollas representan un patrimonio cultural que se remonta a la época prehispánica y están vinculadas a las prácticas agrícolas tradicionales, permitiendo la autosuficiencia de las comunidades. Los productores pueden seleccionar y reproducir sus propias semillas sin depender de grandes empresas.

Finalmente, enfatizó que cada día se pierde más la semilla criolla, por lo que es vital concientizar a los productores sobre su conservación. En su momento, el proyecto fue impulsado por el Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario Número 186.

