Martín G. Iglesias | R360
Hasta la primera década de este siglo, el discurso político era la base principal para saber si la o el que aspiraba a un cargo de elección popular traía “punch” para convencer a las masas de votantes y conquistar así, a simpatizantes para su proyecto.
Lógicamente, las personas que aspiraban a dar buenos discursos tenían que estudiar hasta las gesticulaciones de las palabras, la entonación y el manejo de los sentimientos, que eran la base para poder “tocar” los corazones de los futuros votantes.
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Sin embargo, el discurso pasa a segundo término en esta nueva era a la que están a punto de entrar los actores políticos en el 2021, puesto que el electorado está bombardeado de información sobre quienes aspiran a un cargo de elección popular; ya no quieren “saliva”, ahora son exigentes con los hechos, pues como dice el refrán “se arrastra más con el ejemplo que con las palabras”.
Es así como los políticos y las personas que quieran incursionar en la práctica democrática tendrán que adaptarse a la “Nueva Normalidad” de hacer política, pues no basta salir en la portada de los medios de comunicación o postear en las redes sociales que están regalando una despensa o visitando una comunidad. Tampoco la sociedad ve bien que exista el canibalismo entre la clase política, pues como dice los politólogos “el buen funcionamiento de la democracia suele estar asociado con la ausencia de conflicto y el establecimiento de acuerdos”.
Es así que quien quiera hacer política de altura tendrá que sentarse a la mesa con los adversarios y tomar acuerdos; ya la sociedad no está dispuesta a más enfrentamiento entre la clase política y los gobiernos, ese “show” ya quedó atrás, ahora es necesario reinventarse para demostrarle al electorado que el proyecto que encabeza tal o cual persona es el que beneficia a la colonia, a la región, a la comunidad, al municipio, al estado o a la federación.
Ya no basta con la ideologización de las ideas, el nuevo electorado quiere ver dichas ideas convertidas en la paxis de las acciones de gobierno, no plasmadas en un documento pulcro como los planes de gobierno, sino tangible a nivel de calle, de manzana, supermanzana o colonia.
Solo esta acción permitirá delimitar el margen de acción de las prácticas sociopolíticas a nivel de sociedades e individual, clausurando prácticas contra hegemónicas y estableciendo los regímenes de veracidad. Interesa que los que dicen los políticos lo lleven a la acción mediante modalidades específicas de operación de la ideología, es decir, los efectos performativos de la ideología, pongo el ejemplo como “no robar, no mentir y no traicionar al pueblo”.
En conclusión, la sociedad que razona y vota ya no quiere más enfrentamiento entre políticos, ya no quiere más promesas incumplidas, no desea más fotos con el candidato/a, no más migajas del presupuesto público; ahora quiere que le cumpla con las políticas públicas a la que están obligados al llegar al gobierno, así como también que los legisladores se encarguen de proteger las garantías individuales y la responsabilidad Constitucional. Quien no lo entienda, pues se quedará en el camino. Ahí se las dejo…
SASCAB
El periodismo del pasado ya no es una opción atractiva para los nuevos lectores. Los medios impresos tienen que evolucionar hacia una realidad que les cuesta trabajo aceptar, poca gente lee las noticias en papel, el 95 por ciento de la población ahora lo hace por medio de las redes sociales, las páginas web y hasta por la radio.
Sin embargo, los medios impresos siguen teniendo el mayor presupuesto de las partidas que asignan a Comunicación Social los diferentes gobiernos y las dependencias del Estado. Ya existe una “Nueva Normalidad” hasta en la prensa impresa.
