El divorcio no es solo una ruptura legal; es una experiencia emocional profunda que marca un antes y un después en la vida de quienes lo atraviesan. Desde la psicología, se ha identificado un proceso de cinco etapas emocionales que, aunque no siempre se presentan en el mismo orden ni con la misma intensidad, son comunes en la mayoría de las personas que enfrentan una separación.
1. Negación:
En esta fase inicial, es común que uno o ambos miembros de la pareja se resistan a aceptar la realidad del divorcio. Pueden experimentar incredulidad, confusión y una esperanza persistente de reconciliación. Esta negación actúa como un mecanismo de defensa ante el dolor inminente.
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2. Ira:
A medida que la realidad se impone, la negación da paso a la ira. Los sentimientos de frustración, resentimiento y enojo pueden dirigirse hacia la expareja, hacia uno mismo o incluso hacia las circunstancias que rodearon la ruptura. Es una etapa donde las emociones están a flor de piel y pueden surgir conflictos intensos.

3. Negociación:
En un intento por revertir o mitigar el dolor de la separación, las personas pueden entrar en una fase de negociación. Aquí, se buscan acuerdos, se hacen promesas o se intenta modificar comportamientos con la esperanza de salvar la relación. Es una etapa cargada de esperanza, pero también de ansiedad.
4. Depresión:
Cuando las negociaciones no conducen a una reconciliación, la tristeza profunda se instala. La persona puede sentirse abrumada por la pérdida, experimentar insomnio, cambios en el apetito y una sensación de vacío. Es crucial en esta etapa buscar apoyo emocional y, si es necesario, ayuda profesional.
5. Aceptación:
Finalmente, llega la aceptación. La persona reconoce la realidad del divorcio y comienza a adaptarse a su nueva vida. Aunque el dolor puede persistir, se empieza a vislumbrar un futuro con nuevas oportunidades y se retoman actividades y relaciones que brindan satisfacción y bienestar.
El divorcio es individual

Transitar por estas etapas es un proceso individual y único. No hay un tiempo establecido ni un camino recto. Lo importante es reconocer y validar cada emoción, buscar apoyo cuando sea necesario y confiar en que, con el tiempo, es posible reconstruir una vida plena y satisfactoria después del divorcio.
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