Beryl empezó a cumplir con los pronósticos de una temporada intensa para 2024. El segundo fenómeno hidrometeorológico del año en el océano Atlántico, que nació en Cabo Verde, en África, hizo un recorrido de seis mil 887 kilómetros hasta las costas de Quintana Roo, su primera parada antes de llegar al Golfo de México.
Beryl es precoz. Se formó a menos de un mes de iniciada la temporada de huracanes, que va de junio a noviembre y fuera del pico de intensidad para los meteoros de categoría 3, que regularmente se desarrollan entre agosto y septiembre.
Para los quintanarroenses los huracanes no son cosa común y corriente, pero tampoco levantan inquietudes; después de Wilma (2005), que puso a Cancún de rodillas y de Dean (2007), que dejó en malas condiciones a Mahahual y a Chetumal, se ha desarrollado una de las culturas de protección civil más efectivas que han dado como resultado, saldo blanco.
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Durante la semana que inició el 1 de julio, Beryl mantuvo el interés de Quintana Roo. Veinticuatro horas más tarde, daba inicio la evacuación de Punta Herrero y María Elena, en el municipio de Felipe Carrillo Puerto; el miércoles le tocó a Banco Chinchorro, en el municipio de Othón P. Blanco y a Punta Allen, en Tulum. A los habitantes de Holbox, en Lázaro Cárdenas, les dieron la opción de abandonar la isla con transportación gratuita.
Suspenden aeropuertos vuelos por Beryl
El jueves, día previo al impacto del huracán Beryl, entre Punta Herrero y Tulum, los servicios de barcos de pasajeros, así como de autobuses, suspendieron operaciones cerca del mediodía; solo se dejó hasta las 20 horas, el acceso libre al transporte público en la zona hotelera de Cancún, 23 kilómetros de playas que generan una de las más potentes economías del turismo nacional.
De los cuatro aeropuertos, el más joven, el Felipe Carrillo Puerto, suspendió operaciones a las 14 horas, mientras que el Aeropuerto Internacional de Cancún, empezó a cancelar vuelos desde las 15:30 horas; ya para las 18:30, se habían suspendido 284 vuelos en esta terminal aérea.
Las primeras lluvias llegaron a varios destinos de Quintana Roo al filo de las 16:30, después se apagaron para dar vida a un sol radiante, que dio oportunidad para que en los residenciales la gente saliera a pasear a sus perros. Pese a saber qué Beryl llegaría en la madrugada del viernes, la vida continuó en un Quintana Roo que está lejos del recuerdo de Acapulco y del huracán Otis.