A raíz de la pandemia derivada del Covid-19 que azotó a la humanidad entera demostrándole a todos los sistemas económicos sean tangibles o intangibles, la vulnerabilidad de sus estructuras cuando se habla de la fuerza de la naturaleza, surgió una palabra que poco a poco fue tomando fuerza en el diálogo cotidiano y que hoy en día tiene un especial relieve para esta sarcástica reflexión que les comparto.
Después de haber escuchado hace unos días a los dirigentes de los partidos políticos que enterraron a mi generación en falsas promesas, que van desde defender al peso como un perro y prepararnos para administrar la abundancia, hasta culpar al mes de diciembre de una de las peores debacles económicas de este país, pasando por el “ya me cansé” cuando se trata de buscar desaparecidos.
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Y después de escuchar a los responsables de la matanza del 68, la del Halconazo de 1971, de la matanza de Aguas Blancas, la de Acteal, la de Ayotzinapa y a los que sembraron un narcogobierno declarado hasta en la corte de Nueva York y de votar contra la reforma eléctrica, venir hoy a decirnos que están preparados para hacer crecer la economía y combatir la inseguridad porque tienen experiencia, considero entonces que el término epidemiológico al que me refiero en el título de este artículo puede ser efectivamente empleado en política.
La desgracia de una generación: Los asintomáticos
Después de décadas de malos gobiernos del PRIANismo que hoy son sinónimo de cinismo, muchos nos hemos percatado de que tal vez estas personas pudieron haber tenido alguna señal de inteligencia o una embarradita de honestidad entre sus genes e incluso pudieran demostrar alguna huella de buena intención en su actuar público, desgraciadamente para mi generación y para muchas más, estos sujetos emanados del PRIANREDISMO resultaron ser totalmente asintomáticos.