CHETUMAL, QR.- Investigadores de la Universidad Autónoma de Quintana Roo (Uqroo) demuestran, a través de estudios, que las inundaciones en Chetumal pueden contrarrestarse.
Realizan un diagnóstico en el que exponen hallazgos, problemas y soluciones, pese al escaso presupuesto. Las investigaciones desaprovechadas por los gobiernos locales han sido llevadas a otros países por lo innovador de la metodología.
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El doctor José Manuel Camacho Sanabria, investigador de la Comisión Nacional de Humanidades, Ciencia y Tecnología (Conahcyt) adscrito a la Universidad Autónoma de Quintana Roo (Uqroo), indicó que desde el 2016 trabaja junto con la doctora Rosalía Chávez en el Proyecto de Gestión de Riesgo y Planeación Territorial.
Dentro de este proyecto, y a partir de 2020, se abordó el tema de las inundaciones en la ciudad de Chetumal. En la investigación fue tomada como prototipo la colonia Proterritorio, una de las más propensas a la acumulación de agua pluvial.
En este asentamiento se realizaron estudios y uno de los trabajos más importantes fue representar, a través de cartografía, la profundidad o altura de las inundaciones, algo que no se había tomado en cuenta en otros instrumentos de planeación.
“Detectamos que, en 20 minutos con 120 milímetros de precipitación pluvial, el agua supera el nivel de las banquetas, es decir, llega a 30 centímetros”, reveló.
Por eso, es importante tener clara la situación de cómo se presentan las inundaciones en las diferentes regiones de la capital del estado.
Camacho Sanabria informó que otro de los problemas para la atención y solución de las inundaciones es la falta de un atlas de riesgo municipal actualizado.
Agregó que ya se tuvo un acercamiento con las autoridades municipales de Protección Civil, quienes consideraron permanente actualizar este documento, especialmente en emergencias como las ocurridas el 18 de agosto de 2022 y, recientemente, el 14 de junio de este año, cuando no se contaba con información de los sitios o puntos prioritarios a los que debían dirigirse durante las contingencias.
Por ello, aseguró, se tomó la decisión de utilizar esta variable de la altura o profundidad. Esta metodología fue replicada en 20 colonias de la sección norponiente de la ciudad de Chetumal, como Bicentenario, La Franja, Tamalcab, Nuevo Progreso y Caribe.
Detalló que el estudio realizado en la colonia Proterritorio permitió diferenciar las Zonas de Acumulación de Agua Pluvial (Zapa). Una de ellas es la zona de encharcamiento pluvial, es decir, las que están de cero a 30 centímetros; mientras que las que están por encima de esta medida son denominadas zonas de inundación.
Indicó que actualmente están replicando este diagnóstico en otras colonias de la ciudad, con la idea de abarcar todas. El tiempo estimado para concluir el estudio es de aproximadamente dos años.
Comentó que para la realización de este estudio se acercaron a la Coordinación Estatal de Protección Civil; sin embargo, señalaron que, por cuestiones administrativas, no les corresponde, por lo que los remitieron a la autoridad municipal en el tema. Esta última solo ha aportado algo de información y, aparte de una invitación a una reunión, ese ha sido todo el apoyo recibido.
Uno de los principales retos que presenta la metodología de este estudio es que se requieren largos periodos de tiempo para la investigación de campo y costos para cubrir los gastos y remunerar a las personas encargadas de la recolección de datos, ya que, literalmente, se debe ir casa por casa.
Reveló que un estudio realizado en 2020 y 2022 permitió conocer que Chetumal se inunda principalmente por ondas tropicales, seguido por frentes fríos y, en tercer lugar, por huracanes.
“Es decir, lo que más afecta a esta ciudad es la intensidad de las lluvias, no tanto un huracán por su viento, ya que generalmente es la continuidad de las lluvias por estos sistemas lo que causa que Chetumal se inunde”, acotó.
En este momento, trabajan en la etapa descriptiva de la investigación; después sigue la fase para relacionar los eventos de inundación con las precipitaciones y los sistemas meteorológicos, para llegar a conclusiones.
Posibles soluciones
El investigador mencionó que, con los estudios realizados en Chetumal y otras consultas, se han logrado identificar algunas soluciones o alternativas.
Resaltó que la ciudad cuenta con un porcentaje de infraestructura de drenaje pluvial, pero es insuficiente y deficiente. Los últimos datos sobre esta infraestructura corresponden a 2012 y 2015.
Habrá que hacer otros estudios, apuntó, para saber si realmente se cuenta con una cobertura del 60 por ciento, como señalan actualmente las autoridades, y no solo basarse en su dicho, tomando en cuenta el crecimiento urbano y poblacional de la ciudad.
Destacó que, aunque “se ha observado una disminución en cuanto a la rapidez con la que se filtra el agua, hay que considerar la intensidad de la precipitación pluvial”.
Añadió que “no fue lo mismo lo que ocurrió el 18 de agosto de 2022, con una precipitación de alrededor de 170 milímetros en un día, en comparación con el agua que cayó el 14 de junio; es decir, aunque fue menor, la continuidad en cuanto a la acumulación de agua fue mayor, pues en siete horas se registraron 120 milímetros”.
Consideró que cuando el agua rebasa las banquetas o cuando se pronostiquen lluvias con un promedio de 120 milímetros de precipitación, las autoridades deben emitir alertas.
Para ello, explicó, se requiere un sistema de monitoreo a través de estaciones meteorológicas sinópticas que registren cada cinco o diez minutos la precipitación en toda la ciudad, con el fin de implementar acciones y prevenir a la población.
Subrayó que la actualización del atlas de riesgo de Othón P. Blanco es fundamental, ya que el actual data de 2007. No obstante, en 2011 la Uqroo realizó un documento similar para toda la zona metropolitana de Chetumal.
Aunque este documento se socializó con las autoridades gubernamentales e, incluso, la Coordinación Estatal de Protección Civil conoce su existencia, la dirección municipal de Protección Civil desconocía de su existencia.
El encharcamiento pluvial, es decir, el que va de cero a 30 centímetros, mientras que las zonas que están por encima de esta medida son denominadas zonas de inundación.
Indicó que ahora están replicando este diagnóstico en otras colonias de la ciudad, con la idea de abarcar todas. El tiempo estimado para concluir el estudio es de aproximadamente dos años.
Comentó que para realizar este estudio se acercaron a la Coordinación Estatal de Protección Civil; sin embargo, señalaron que, por cuestiones administrativas, no les corresponde, por lo que los remitieron a la autoridad municipal, la cual solo ha aportado algo de información y, aparte de una invitación a una reunión, es todo el apoyo recibido.
Uno de los principales retos de la metodología de este estudio es que se requiere de periodos largos de tiempo para la investigación de campo, además de cubrir los costos para pagar gastos y al personal para la recolección de datos, ya que literalmente se tiene que ir casa por casa.
Reveló que un estudio realizado en 2020 y 2022 permitió conocer que Chetumal se inunda principalmente por ondas tropicales, seguido por frentes fríos y, en tercer lugar, los huracanes.
“Es decir, lo que más afecta a esta ciudad es la intensidad de lluvias, no tanto un huracán por su viento, pues generalmente es la continuidad de las lluvias por estos sistemas lo que hace que Chetumal se inunde”, acotó.
En estos momentos, trabajan en la etapa descriptiva de la investigación; después sigue la fase para relacionar los eventos de inundación con las precipitaciones y los sistemas meteorológicos, a fin de llegar a conclusiones.
Posibles soluciones para Chetumal
El investigador mencionó que con los estudios realizados en Chetumal y otras consultas se han logrado identificar algunas soluciones o alternativas.
Resaltó que la ciudad cuenta con un porcentaje de infraestructura de drenaje pluvial, pero esta es insuficiente y deficiente. Los últimos datos sobre infraestructura datan de 2012 y 2015.
Será necesario realizar otros estudios, apuntó, para verificar si en realidad se cuenta con una cobertura del 60 por ciento, como señalan actualmente las autoridades, considerando el crecimiento urbano y poblacional de la ciudad.
Destacó que, pese a que “se ha observado una disminución en cuanto a la rapidez con la que se filtra el agua, hay que considerar la intensidad de la precipitación pluvial”.
Añadió que “no fue lo mismo lo ocurrido el 18 de agosto de 2022, con una precipitación de alrededor de 170 milímetros en un día, en comparación con el 14 de junio, cuando aunque la precipitación fue menor, de 120 milímetros en siete horas, la acumulación de agua fue mayor debido a la continuidad”.
Consideró que cuando el agua rebasa las banquetas o cuando se tengan pronósticos de lluvias de un promedio de 120 milímetros de precipitación, las autoridades deben emitir alertas.
Para ello, abundó, se requiere un sistema de monitoreo a través de estaciones meteorológicas sinópticas que registren cada cinco o diez minutos la precipitación de lluvias en toda la ciudad, con el fin de implementar acciones y prevenir a la población.
Subrayó que la actualización del atlas de riesgo de Othón P. Blanco es fundamental, pues el existente data de 2007. Sin embargo, la Uqroo elaboró en 2011 un documento similar para toda la zona metropolitana de Chetumal.
Aunque se socializó para las autoridades gubernamentales y la Coordinación Estatal de Protección Civil conoce de su existencia, la dirección municipal de Protección Civil desconocía este documento.
En una investigación realizada por Ruptura 360, ninguna de las dos autoridades mencionó el atlas de la Uqroo. La Coeproc informó que el Ayuntamiento de Othón P. Blanco no cuenta con este instrumento, y su homóloga municipal reveló que únicamente dispone de un Atlas de Peligros Naturales de la Ciudad de Chetumal, que data de 2007.
Camacho Sanabria anunció que también están trabajando en la actualización del Atlas de Riesgo para Chetumal. Aunque el proceso lleva tiempo, ya que se elabora a nivel de colonia y manzana para obtener datos más precisos.
La metodología de actualización de esta herramienta para la prevención de riesgos se ha adoptado de países desarrollados como Holanda, Alemania, Inglaterra e Italia, donde estos estudios se realizan a nivel de vivienda, utilizando ciencia ciudadana o sensores humanos, pues las personas pueden aportar datos importantes que se combinan con imágenes satelitales y cartografía temática.
La apuesta es la infraestructura verde
Enfatizó que una de las soluciones más adecuadas para la ciudad de Chetumal es lo que hoy en día se denomina infraestructura verde.
Explicó que este esquema se basa en aprovechar las pocas áreas verdes que quedan en la capital del estado como vasos reguladores o zonas de filtración natural de agua, en lugar de la infraestructura gris, que incluye rejillas, drenajes, bocas de tormenta y colectores pluviales, pues esta requiere mayor inversión y, en el caso de Chetumal, depende de la tipología del suelo y el nivel del mar.
Resaltó que la infraestructura verde o azul (cuerpos de agua) se orienta más hacia la sustentabilidad; es decir, no solo serviría para disminuir las inundaciones, sino también como zonas de captación de agua que podrían utilizarse para otras actividades.
Explicó que esta infraestructura verde podría considerarse en la periferia, ya que en la ciudad casi no quedan espacios verdes debido al crecimiento urbano y a la mala planeación.
Hizo referencia a un área que hasta hace poco funcionaba como infraestructura verde y que fue destruida para construir una carretera. “Es al final de la avenida Maxuxac, a la altura de la calle Chicozapote; había un espacio de vegetación y ahora es una vía que conecta con la Calzada del Centenario”.
Expuso que “Protección Civil en su momento nos mencionó que no consultaron si era pertinente o no pavimentar esa área, que filtraba el agua de varias zonas y ahora quedó como una resbaladilla, lo cual empeorará las inundaciones”.
Destacó que una de las pocas zonas que aún funcionan como infraestructura verde es la que está contigua al Parque Insurgentes, donde ya hay incluso asentamientos irregulares, lo que aumentará el nivel de inundaciones.
Mencionó que la construcción del Parque Quintana Roo, a la salida de la ciudad, es perjudicial, pues es otra de las escasas áreas de filtración de agua.
Indicó que el hecho de que la ciudad esté en gran parte al nivel del mar influye en las inundaciones, pero no es determinante. Es decir, la acumulación de agua sí tiene solución.
En países como Holanda, en los Países Bajos, o ciudades como Venecia, en Italia, que están al nivel del mar, se han buscado alternativas que, aunque no eliminan completamente el problema de las inundaciones, sí lo han reducido significativamente y han consolidado la prevención.
Una de las preguntas que se puede hacer con respecto a esta ciudad es: ¿realmente lo que hacen las autoridades de Protección Civil en conjunto con las demás instituciones es una prevención?
Desde su punto de vista, sin demeritar el trabajo de las autoridades, lo que se hace no es prevención, solo se ataca el problema.
Estudio abarca geografía humana
La doctora Rosalía Chávez Alvarado, también investigadora del Conacyt adscrita a la Uqroo, explicó que en el estudio sobre inundaciones que realiza junto con Camacho Sanabria es importante el análisis de la tipología de suelos, ya que esta afecta la duración de la acumulación de agua, que puede permanecer varios días.
Mencionó que, a diferencia de su colega, que está más enfocado en la geografía física, ella se dedica a la geografía humana, otra de las aristas que incluye el diagnóstico. Este concepto se entiende como la rama de la geografía que estudia cómo los grupos humanos organizan, distribuyen y construyen el espacio terrestre, es decir, es el enfoque social.
En el proceso de investigación, han detectado hallazgos importantes, como el hecho de que en algunas áreas los habitantes de las colonias han informado que el agua de las inundaciones tiene olor a gasolina, especialmente en las familias que viven cerca de estaciones de combustible.
En este sentido, es importante identificar si la gasolina proviene de las estaciones o de los autos que quedan varados o estacionados en las calles. Además, hay filtraciones del drenaje sanitario y de las fosas sépticas, que en su conjunto generan metano, lo cual representa un importante riesgo.
Las gasolineras y las gaseras son clasificadas por el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) como un riesgo químico. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) las identifica como áreas “Natech”, que son zonas propensas a un riesgo derivado de un fenómeno natural que provoca un peligro químico.
Construcción social del riesgo
La investigadora resaltó que la gente realiza acciones que, en teoría, se conocen como construcción social del riesgo, lo cual significa que las mismas personas generan actividades que producen el riesgo.
Explicó que, por desesperación ante el aumento del nivel del agua, algunas familias retiran las tapas del drenaje sanitario, lo cual provoca que otras colonias se inunden desde el interior.
“Es decir, no solo se inundan otras calles, sino también desde la tarja de las cocinas, lavabos o WC”, detalló.
Consideró que parte de lo que provoca las inundaciones no es solo la falta de responsabilidad social de quienes arrojan basura en las calles; la acumulación de agua también es causada por el Ayuntamiento de Othón P. Blanco, ya que el personal corta o poda árboles y deja los restos en los camellones. Cuando llegan las lluvias, el agua arrastra la maleza y esta tapa las alcantarillas.
Psicosis en familias capitalinas por lluvias e inundaciones
Chávez Alvarado enfatizó que las familias de Chetumal consideraban las lluvias como algo positivo y hasta las encontraban reconfortantes, pero ahora lo que sienten es miedo.
“Es toda una serie de sentimientos y emociones que considero requieren de un estudio psicosocial”, puntualizó.
Añadió que “existe el miedo a no tener una casa con segundo piso, a no tener un área segura para resguardarse o, lo más importante, el temor de perderlo todo, incluso documentos importantes, porque no hay a dónde ir”.
Acotó que, si bien se establecen albergues, al momento de la contingencia las calles están inundadas y la gente no tiene cómo llegar o una ruta para evacuar de sus viviendas y ponerse a salvo.
“Las autoridades les dicen dónde están los refugios, pero no les dicen cómo llegar, lo cual causa mucho estrés en los momentos cruciales”, destacó la investigadora.
Por otra parte, mencionó que hay familias que no desean retirarse por miedo a robos en sus viviendas, es decir, por la inseguridad. Prefieren quedarse en el peligro con el agua contaminada, experimentando síntomas de ansiedad e incluso depresión.
Externó que a esta situación se suman los riesgos de infecciones gastrointestinales, de piel e incluso hongos.
Comentó que la situación genera aún más estrés, especialmente por el temor a perder el trabajo, sobre todo en el caso de las mujeres, quienes suelen encargarse de los hijos durante una contingencia. El temor por el impacto económico siempre está presente.
Es necesario, desde su punto de vista, que en el momento de una emergencia causada por un sistema climático se involucre la atención psicológica, ya que hay niños, adultos mayores y personas enfermas.
“Pensamos que los hombres son más valientes que las mujeres, pero nos han informado que hay varones que experimentan un alto nivel de impotencia, lloran y caen en depresión, y nadie los atiende”, subrayó.
Puntualizó que la ayuda psicológica debe brindarse de manera general antes, durante y después de las emergencias por lluvias o inundaciones.
Indicó: “Me causa mucha extrañeza que en Chetumal y todo Quintana Roo se sabe que viene un huracán, aunque no toque directamente, o en el caso de lluvias, se conocen las posibles consecuencias, pero no se suspenden actividades”.
En otros lugares, resaltó, se suspenden las actividades para que las familias puedan prepararse y tomar sus precauciones, mientras que aquí a veces esto ocurre hasta después de la contingencia.
Pocos recursos, grandes hallazgos
La doctora reconoció que el aspecto económico del estudio que realizan es un reto importante, pues cuentan con un presupuesto limitado, pese al apoyo de la Uqroo y del Conacyt, que no solo cubren el sueldo, sino también un fondo adicional para la investigación.
La inversión aplicada hasta el momento es de aproximadamente 40 mil pesos; sin embargo, de acuerdo con Chávez Alvarado, para llevar a cabo el estudio en toda la ciudad se requerirían alrededor de 250 mil pesos. Esto implicaría contar con un equipo de más de 15 personas, realizar trabajo de campo, generar una base de datos y cartografía que incluya fotografías y georreferencias.
Los resultados representan una herramienta fundamental para las autoridades de Protección Civil, Seguridad Pública, el sector salud, el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (Dif), la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y la Secretaría de Marina (Semar).
Pero, sobre todo, puntualizó, estos hallazgos son esenciales para planes de prevención real y no solo para activar medidas en el momento de una contingencia climática. “Limpiar rejillas no es prevención; la prevención es invertir en atlas de riesgo, planes de desarrollo urbano, campañas informativas de prevención y un sistema de monitoreo”, enfatizó.
Mencionó que, de acuerdo con las autoridades estatales, en las últimas lluvias que generaron graves inundaciones se invirtieron más de 40 millones de pesos, parte de ello fue en despensas y apoyos económicos, pero lo que la gente realmente quiere es que no se inunde su casa, calle o colonia.
Finalmente, los investigadores, quienes laboran en el Laboratorio de Resiliencia ante el Riesgo por Inundaciones en Quintana Roo (Oriqroo), señalaron que la metodología de los estudios realizados en Chetumal ha sido llevada a Managua, Nicaragua; Tunja, Colombia; y próximamente a La Habana, Cuba, para la realización de investigaciones.
Una investigación realizada por Ruptura 360 reveló que en Chetumal, en las 160 colonias, fraccionamientos y asentamientos irregulares, hay alrededor de 100 puntos críticos susceptibles a encharcamiento e inundaciones.
Solo el 60 por ciento de la ciudad cuenta con drenaje, y se tienen instalados alrededor de cuatro mil 500 pozos de absorción; sin embargo, en ambos casos, la mayoría está en mal estado. Además, ni el Gobierno del Estado ni el Ayuntamiento cuentan con recursos ni con un proyecto de inversión para este tipo de infraestructura.