viernes, diciembre 5, 2025

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Qué es una alerta de tsunami y por qué debes atenderla

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Con motivo del tsunami que mantuvo al Pacífico en vilo, R360 te explica qué es una alerta de tsunami y por qué no debes menospreciarla.

Un tsunami es una serie de olas originadas por movimientos súbitos en el fondo marino, como terremotos, deslizamientos submarinos o erupciones volcánicas. Estas olas, también conocidas como maremotos, se generan cuando se desplaza una gran masa de agua que altera la superficie del mar, desplazando volúmenes de agua varios metros por encima de su nivel normal.

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Alerta de tsunami y su impacto en la población costera

El término “tsunami” proviene del japonés y significa “ola de puerto”, con sus caracteres que representan “tsu” (puerto) y “nami” (ola), respectivamente, según el Gobierno de México.

La alerta de tsunami es un aviso emitido por centros especializados para informar a las autoridades, a la población y a sectores vinculados sobre la posible llegada de estas olas. Existen cuatro niveles principales de alerta:

  • Advertencia
  • Aviso
  • Vigilancia
  • Información

La advertencia o warning indica un tsunami inminente o en curso que puede causar inundaciones graves, por lo que se recomienda evacuar a zonas altas o alejadas del mar. El aviso o advisory señala la posible presencia de corrientes o olas peligrosas para quienes estén cerca del agua, y se aconseja mantenerse alejados de las playas y puertos.

La vigilancia o watch se emite tras un sismo lejano con posibilidad de tsunami, invitando a prepararse y mantenerse informados ante una posible alerta de tsunami. Finalmente, la declaración de información comunica que no hay amenaza o que esta no ha sido confirmada, aunque el sismo ocurrió. Estos protocolos fueron detallados por el National Weather Service, que también señala que las alertas de tsunami pueden actualizarse o cancelarse conforme se obtengan más datos.

La velocidad de propagación de un tsunami en mar abierto es alta, alrededor de 800 kilómetros por hora, similar a un avión comercial, pero disminuye al acercarse a la costa, hasta unos 35 kilómetros por hora en zonas poco profundas.

La energía de las olas puede aumentar considerablemente al llegar a la orilla durante una alerta de tsunami, generando inundaciones repentinas o retiradas rápidas del mar seguidas por oleadas que alcanzan varios metros de altura. No siempre la primera ola es la más alta; en ocasiones, la tercera o cuarta ola son las más destructivas. Además, las olas pueden seguir llegando durante 24 horas o más después del evento inicial.

Los tsunamis se clasifican en tres tipos, de acuerdo con el área de impacto y el origen del sismo:

  • Locales
  • Regionales y lejanos
  • Transoceánicos

Los tsunamis locales afectan zonas a menos de 100 kilómetros del epicentro del terremoto y suelen ser los más rápidos en llegar a la costa durante una alerta de tsunami. Los regionales pueden generar daños hasta a mil kilómetros del epicentro, en un lapso de dos a tres horas.

Los lejanos, que tardan entre ocho y doce horas en alcanzar las costas mexicanas, se originan en regiones distantes como la margen occidental del Pacífico, donde terremotos de magnitud entre 9 y 9.5 generan tsunamis que pueden causar daños significativos.

En México, la mayor amenaza proviene de los tsunamis locales, especialmente aquellos originados por terremotos en la Fosa Mesoamericana, donde las placas de Cocos y Rivera se hunden bajo la placa de Norteamérica. Esta zona, que suele activar una alerta de tsunami, se extiende desde Jalisco hasta Chiapas, donde se concentran las costas con mayor riesgo.

A lo largo de los últimos 250 años, se han registrado 60 tsunamis que han alcanzado la costa occidental mexicana, con olas que en promedio miden hasta cinco metros, y en casos excepcionales, hasta diez metros. Los estados más expuestos a tsunamis locales y lejanos son Nayarit, Jalisco, Colima, Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas; mientras que Baja California, Sonora y Sinaloa enfrentan principalmente amenazas de tsunamis regionales y lejanos, según reportes del Gobierno de México.

Los daños de un tsunami son producto de la fuerza del agua que arrastra rocas, embarcaciones y escombros hacia el interior de la tierra, desplazándose a gran velocidad y causando destrucción en su camino durante una alerta de tsunami. Un ejemplo reciente es el tsunami que golpeó la costa de Japón en marzo de 2011, tras un terremoto de magnitud 9.0, que generó una pared de agua que avanzó varios kilómetros tierra adentro.

tsunami en Japon
Tsunami de 2011 en Japón avanzó varios kilómetros tierra adentro tras sismo de magnitud 9.0. Foto: R360.

En situaciones donde no haya tiempo para una alerta oficial, la naturaleza puede advertir sobre un tsunami inminente. La sensación de un sismo fuerte o prolongado cerca de la costa, el repentino retiro del mar o un fuerte estruendo proveniente del océano deben ser señales para evacuar y buscar un lugar seguro, sin esperar indicaciones oficiales. Esta información es parte del protocolo de seguridad difundido por el National Weather Service.

Las alertas se transmiten a través de diferentes medios: radio y televisión locales, radio marítima, sistemas de alerta inalámbrica, páginas web oficiales y, en algunos casos, sirenas y mensajes telefónicos. Seguir estas instrucciones es fundamental para reducir riesgos durante una alerta de tsunami.

En suma, la alerta de tsunami es un mecanismo de prevención que permite a las comunidades costeras prepararse y actuar para minimizar pérdidas humanas y materiales. Ignorar estas señales puede tener consecuencias graves, dado que las olas pueden alcanzar alturas significativas y llegar con rapidez a las costas vulnerables.

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