CHETUMAL, QR.- El miedo se fue esfumando y dije: ya tengo preparadas mis maletas, contó Sagrario del Socorro Cabrera Cáceres al ser diagnosticada con un segundo tumor, luego de más de una década de haber superado el cáncer de mama.

Fue a la edad de 38 años que Sagrario detectó una “bolita” en su seno derecho. Comenzó a sentir reflujo y “cosas” raras en el cuerpo.

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Decidió ir al ginecólogo, la pregunta obligada fue relacionada con antecedentes de cáncer en la familia, ella respondió: “mi abuelita murió de cáncer de mama”.

Le ordenaron un ultrasonido, pues no era candidata a la mastografía. Incrédula aún, dejó pasar dos meses, hasta que un día que conducía su vehículo sintió un dolor fuerte en la espalda. “Esto no es normal”, se dijo preocupada.

Por recomendaciones de la esposa de su ginecólogo, en una clínica particular, se practicó el ultrasonido y el diagnóstico fue probable cáncer en el seno derecho.

Pese al dictamen médico se fue de vacaciones. A su regreso se realizó la mastografía.

“Parecía como que me estaban tirando una piedra y como que un volcán explotó dentro de mí”, aseguró.

Ahí fue cuando le confirmaron la enfermedad y quedó en shock, pero lejos de preocuparse se ocupó.

Acudió a la ciudad de Mérida con un oncólogo y tras una revisión con el patólogo, terminaron por extirparle el seno completo.

Con los tratamientos adecuados logró mantenerse cerca de 13 años sin cáncer y sin ningún síntoma.

El cáncer ataca de nuevo

Sagrario indicó que la tranquilidad se terminó en el tiempo que inició la pandemia por Covid-19, pues comenzó a bajar de peso drásticamente, registró cansancio y nuevamente reflujo.

“Sentía que en la parte del pecho algo muy frío, voy a la Uneme Dedicam y al momento que el radiólogo me pasa el monitor por la espalda se da cuenta que tengo un derrame pleural (capa de tejido que protege los pulmones), que es un cáncer secundario al que tuve y este proceso sí ha sido más difícil todavía”, indicó.

Este tipo de cáncer o tumor es inoperable, con metástasis (propagación de un cáncer a un órgano distinto de aquel que inició) grado cuatro, por lo que lo tuvieron que eliminar con quimioterapia inyectada y tomada.

“Eso me provocó que se me abrieran las plantas de los pies, que se me cayeran las uñas, baje mucho de peso, me tuvieron que hacer cinco trasfusiones de sangre”, recordó.

Ahora, a sus 52 años, continúa con la segunda batalla contra la enfermedad con un medicamento denominado Zometa, utilizado para eliminar las altas concentraciones de calcio en la sangre que ocasionan el cáncer.

Este tratamiento es similar a la quimioterapia, aunque por sus reacciones secundarias está en monitoreo constante por posibles afectaciones al hígado.

Sagrario aseguró que el malestar aún no desparece: “siento que me aprieta, tengo esa inflamación, todavía tengo agua en el pulmón, que no me han logrado sacar el 100 por ciento”.

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Agregó que es mentira que a las mujeres después de los 10 años nos libramos del cáncer, pues una vez que afecta se “casan” con el ginecólogo, con los estudios y con todo lo relacionado a la enfermedad.

“Ya estoy saliendo adelante gracias a nuestro Dios y gracias al equipo de médicos que he tenido, que no ha sido de acá (en Chetumal) lo reitero, aquí ni siquiera me hicieron caso en el ISSSTE, tuve que ir con mi doctor particular de siempre que es el doctor Edwin Franco”, mencionó.

También perjudica a la familia

Durante su primer padecimiento de cáncer, Sagrario perdió a su pareja y su trabajo, lo cual fue un impacto adicional a la enfermedad.

“En mi caso no ha sido muy fácil, nada más cuento con mis dos hijos, y con un mundo de ángeles que son mis amigos”, enfatizó.

En esta segunda ocasión fue un golpe fuerte para sus hijos, porque en la primera vez estaban pequeños, no tenían idea de lo que significaba un cáncer.

El proceso les generó confusión, por lo que considera que ha vivido el padecimiento sola, con la ayuda de sus amigos.

“Al momento de que te detectan el cáncer afecta todo el entono, hay gente que no les gusta verte sufrir, hay gente que tiene miedo de ver lo que te suceda, pero también hay gente muy humana que sabe y que está pendiente de ti, yo tengo muchos ángeles”, destacó.

Obstáculo económico

Pese a que va superando poco a poco la enfermedad, ha tenido que suspender parte de su tratamiento, pues uno de los medicamentos oncológicos no lo están surtiendo en el ISSSTE, tiene un costo de 94 mil pesos y tendrá que esperar hasta que llegue para que le pueda ser aplicado.

En tanto, solo está consumiendo un medicamento hormonal con un costo de casi 5 mil pesos, que debe tomar todas las noches.

Ella labora en el Gobierno del estado y asegura que con el sueldo no se habría podido pagar su tratamiento. De hecho, su oncólogo tuvo que intervenir para que le surtieran el medicamento a través del ISSSTE y él de forma particular se lo aplicaba.

También se lograron los estudios, pues en el momento que ella necesitaba el tratamiento y los exámenes clínicos, el ISSSTE cerró sus puertas para la atención que no estuviera relacionada con Covid-19.

Regresaron las ganas de vivir

Pese a todos los síntomas en esta segunda etapa de la enfermedad que le impedían caminar hasta para ir al baño, le regresaron las ganas de vivir, pues no faltó quien le tendiera la mano: “me dije, no me vuelves a botar, yo me voy a levantar y aquí estoy”.

El tumor desapareció a las ocho quimios, ahora está en revisión y tratamiento. Están bajando las medidas, de 150 ahora tiene 15.

Su próxima cita es el próximo 9 de noviembre y gracias a una fundación su seno derecho le fue reconstruido.

Llamado a mujeres y hombres

Por la experiencia que aún vive, en el marco del Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mama que se conmemoró el 19 de octubre, hizo un llamado a las mujeres y hombres para que se practiquen revisiones periódicas.

En el caso de las mujeres, que se exploren y no permitan que algo raro aparezca en su cuerpo; que acudan a realizar su mastografía y su papanicolau.

Consideró que de cada 10 mujeres, dos salen diagnosticadas con algún tumor.

Resaltó que en ocasiones el problema es asintomático y silencioso, las personas no se dan cuenta hasta que hace estragos en el cuerpo.

“Los hombres también deben realizarse exámenes clínicos pues no están exentos, por ejemplo, del cáncer de próstata”, añadió.

Datos oficiales

La Secretaría de Salud informó que, enero a septiembre del año en curso, se han realizado 18 mil 52 estudios de detección, de los cuales:

  • 3 mil 839 fueron papanicolaou
  • 3 mil 719 pruebas de VPH
  • 3 mil 952 exploraciones mamarias
  • 6 mil 542 mastografías

En 2020 se registraron 118 casos de cáncer de mama y 27 de cáncer de cuello uterino en el estado, mientras que en el presente año, han sido 73 y 21, respectivamente.

Durante la presente administración estatal, se han efectuado 166 mil 579 acciones de detección de cáncer de mama y cervicouterino.

En todo el sector salud han sido diagnosticadas con la enfermedad 963 mujeres:

  • 725 de ellas con cáncer de mama
  • 238 con cáncer cervicouterino

La red de servicios para la prevención y detección oportuna del cáncer está integrada por los centros de salud urbanos y rurales del estado y 10 módulos rosa.

La mastografía es gratuita para mujeres sin derechohabiencia durante todo el año y se realizan en:

  • Hospital Integral de José María Morelos
  • Uneme Dedicam de Chetumal
  • Hospital General de Playa del Carmen
  • Uneme Dedicam de Cancún
  • Hospital Integral de Kantunilkín

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La tasa de mortalidad por cáncer de mama en el estado es de alrededor de 10 por cada 100 mil mujeres de 20 años o más.

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