Con la llegada del siglo XXI, la industria del entretenimiento se ha fortalecido y evolucionado de una manera constante y a un ritmo vertiginoso, llegando así al punto en que no toma lugar solo en la pantalla grande o en un teléfono móvil, sino en varias de éstas a la vez; y es gracias a esto que nos hemos adentrado en la época del entretenimiento transmedia, siendo industrias como la del cine y los videojuegos las que más se han beneficiado.

Durante años, la relación e influencia entre la industria de los videojuegos y la del cine se ha vuelto algo innegable y en algunos casos, fuertemente criticada o alabada.

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Con el perfeccionamiento del uso de las narrativas en los videojuegos o el uso de la tecnología para efectos especiales, son tan solo pocos ejemplos de esta retroalimentación entre ambas partes.

Pero pese a esta beneficiosa relación, usualmente se suele cuestionar distintos puntos, siendo en esta ocasión pertinente de hablar de las “adaptaciones” de videojuegos al cine y el auge de las “aventuras gráficas” en los videojuegos. Un debate se abre sobre esta complicada relación que realmente es mucho menos controversial de lo que parece.

Una evolución narrativa curiosa

El desarrollo de videojuegos en sus inicios resulta totalmente alejado del actual, pero en este caso no hago referencia a la tecnología necesaria para sus creación y disfrute, sino más bien por la narrativa casi inexistente que tomaba lugar en juegos como Pac-Man o Space Invaders que se concentraban en la búsqueda del mayor puntaje posible.

Cine y videojuegos una relación enrevesada pero beneficiosa
El juego que dio origen a Mario también comenzó con la inclusión de un objetivo narrativo (Cortesía: Nintendo)

Con la llegada de Donkey Kong en 1981, implementando de manera sencilla, pero efectiva la trama entre el héroe, la princesa y el villano, pasó de juegos cuyo objetivo era solo la acumulación de puntos hacia aquellos que buscaban una resolución a un conflicto narrativo.

Aquí entra uno de los primeros puntos de contacto con el cine, ya que los creativos detrás de juegos tenían años conviviendo con este tipo de productos en el mercado, los cuales para finales de los 70 ya poseían géneros definidos por la historia que deseaban narrar, siendo la anteriormente mencionada una de las más básicas. Es así que los videojuegos ya estarían tomando “prestado” parte de éstas para crear sus propias historias.

Sin embargo, a pesar de que las bases de estos nuevos títulos serían técnicamente las mismas, debido a su naturaleza interactiva los videojuegos tomarían un rumbo distinto, retomando en este caso la personalización y una narrativa más orgánica que ya ofrecía el famoso Dungeons & Dragons.

De esta manera, a pesar de existir una historia predefinida pero que deja agujeros que el jugador pueda rellenar por sí mismo, la convierte en una trama mucho más inmersiva.

Sumado a ello, la industria del videojuego tomaría prestado con los años uno de los puntos centrales del cine: músicos, ilustradores, escritores y una larga lista de creativos para que dieran una mano para crear historias en las que gracias al montaje de todas estas partes fuera posible conseguir una narrativa en la que el jugador forme parte activamente.

La convergencia entre ambos mundos

Si bien ya se ha mencionado la influencia de los elementos que ya tenía el cine para el entorno de los videojuegos, uno de los primeros contactos entre ambas industrias —y quizá el más destacable— fue la adaptación al cine de Super Mario Bros en 1993. ¿Su resultado? Un desastre total para Nintendo, ya que luego de invertir 48 millones de dólares en su desarrollo, recuperaría a duras penas la mitad, sumado a las terribles críticas de la prensa y los usuarios; esto marcaría un alejamiento de la compañía nipona con el cine.

Aquella situación no impediría que se realizaran adaptaciones de videojuegos a películas y también a la inversa; adaptaciones a videojuegos como E.T (a pesar de su rotundo fracaso) o las novelas visuales de Indiana Jones.

Con los años, los videojuegos y el cine no solo comenzaron a compartir historias y géneros, sino también la presencia de directores, artistas e incluso compositores como Guillermo del Toro, con el famoso P.T de Hideo Kojima; Michael Giacchino, con la música de Medal of Honor; y actores como Keanu Reeves, en Cyberpunk 2077 o Norman Reedus, en Death Stranding. Esto sucede principalmente, y tal como lo recupera Hypertextual, gracias a la rentabilidad económica.

Quizá lo más importante es el gran avance que han tenido los videojuegos con la tecnología implementada para conseguir aspectos cada vez más realistas y fáciles de implementar,  gracias a sus motores gráficos, por ejemplo de Unreal Engine, que fue usado para la grabación de la serie The Mandalorian. Y esto en combinación con el perfeccionamiento y estudio de la camarografía ha dado como resultado en tomas impresionantes en los productos de ambas industrias.

Esto deja clara evidencia que luego de la década de los 90 dl siglo pasado, el cine y los videojuegos comenzaran una amistad que llegaría hasta el día de hoy, tomando prestada una de otra constantemente. Pero a pesar de estos beneficios, las criticas llegan constantemente de parte del público.

De la consola a la pantalla grande

El resultado de Super Mario Bros, sin duda alguna fue un desastre, pero ese “sacrificio” no hubiera dado pie a que otras casas productoras adaptaran más videojuegos al celuloide, como Street Fighter (1994) o Mortal Kombat (1995).

La situación aquí resulta cuanto menos curiosa debido a que esta presencia de películas de  videojuegos durante los 90 e inicios de la primera década de los años 2000, fue debido a este “boom” que presentaron las consolas y los juegos de la época, por lo que, por razones obvias, uno de los motivos principales para desarrollar estas películas era aprovecharse de la situación, sin embargo, esto es lo que daría como resultado productos muy mal vistos por el publico y la crítica, siendo posible comprender el descontento y la mala fama que ganaron estos filmes.

Luego de los primeros años 2000 comenzaron a cambiar un poco su enfoque con respecto a estas adaptaciones, con películas que, aunque no son perfectas, resultan en una adaptación entretenida y que consigue la esencia de su contraparte en videojuego como las cintas de Tomb Raider, entre 2001 y 2003; Silent Hill, en 2006; Scott Pilgrimm Vs. The World, en 2010; Detective Pikachu, en 2018 o incluso la reciente de Sonic, en 2020.

Cine y videojuegos una relación enrevesada pero beneficiosa
Una gran cantidad de videojuegos ha sido adaptada al cine, pero algunos han tenido mejor recepción que otros (Cortesía: Meristation)

A pesar de ello, estas películas siempre son el blanco de críticas mixtas y esto se debe principalmente a que muchas personas quienes acuden a verlas han jugado anteriormente sus títulos y es aquí donde yace el problema: ir al cine esperando ver un videojuego y no una película.

Adaptar un videojuego, el cual es sumamente interactivo y se puede dar el lujo de tomar mucho más tiempo para explicar su historia para convertirse en algo más entretenido, resulta una tarea complicada para encapsularla en una historia que tenga sentido en un tiempo máximo de dos horas o menos.

Sin embargo, los casos de Silent Hill o Scott Pilgrimm consiguieron capturar la esencia de la historia y adaptarla a películas de manera coherente, pero original, demostrando así que lo importante es conservar la esencia del juego.

Cuando la narrativa toma el control

Por el lado de los videojuegos también existe un debate que ha surgido durante los últimos años, que si bien no resulta algo sumamente controversial, siempre ha dado de qué hablar entre los jugadores y la prensa especializada: las aventuras gráficas y las cinemáticas.

Anteriormente mencioné sobre cómo las formas en que se narran las historias tomaron su propio estilo, ya que en lugar de lo que plantea el cine, los videojuegos permiten al jugador poder formar parte de la historia e interactuar con todo, ya que gracias a este mundo digital, la historia tiene herramientas que van desde los personajes hasta el entorno para conseguir una mayor inmersión.

Pero en 2012 saldrían juegos en que la “formula tradicional” de los videojuegos cambiaría en cierto grado, dejando un poco de lado la interactividad y control del jugador al que se estaba acostumbrado y siendo sustituido por un mayor peso en la narrativa, cambiando el puesto de la persona de ser un “actor” en la historia a un mero espectador en ciertos puntos.

En ese año salió The Walking Dead, una adaptación de las novelas originales, pero en un videojuego. En un principio, el concepto de “aventura gráfica” era todo lo que se prometía: interacción del personaje con el mundo y sus acciones que ayudaban al desarrollo de la trama. Esto mismo aplica a títulos como Mass Effect o The Last of Us.

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The Walking Dead ha sido una de las mejores aventuras gráficas de la última década. (Cortesía: Vida Extra)

Sin embargo, juegos como Beyond Two Souls o Life is Strange son juegos en los que  las cinemáticas y las decisiones son la base de todo, dejando la interacción más a un lado, pero dando un mayor peso a la narrativa.

En este caso, el debate de este género yace en el “sacrificio” de la interactividad, sembrando así la duda si esto realmente es un videojuego o no debido a la delgada línea en la que se encuentran, dejando al jugador más como un espectador.

Si vemos las bases de lo que concebimos como un videojuego, estas aventuras gráficas claramente lo son, aunque se “simplifique” la presencia de la persona, sin embargo, la interacción sigue siendo la base de éstos.

Ahora las “aventuras gráficas” se encuentran como un género por sí mismas, logrando dejar en claro que sin importar la temática que toquen, si lo que se busca es algo tan frenético como un shooter, aquí no lo encontrarás.

Una amistad que perdurará

Tomando esto todo esto en consideración, la relación entre la industria del videojuego y la cinematográfica ha sido más cercana conforme pasan los años, por lo que no debería resultar sorpresivo ver cómo el uso de la camarografía, las actuaciones, las historias e incluso el equipo con el que se realizan las producciones de ambas industrias pueden resultar similares en numerosos puntos.

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Sumado a esto, también es pertinente mencionar que esta influencia que existe entre las industrias, si ya es lo suficientemente notoria, en un futuro lo será mucho más y es que tal como lo plantean en Volk, los cineastas ya han tenido una interacción con los videojuegos, por lo que implementar ideas de éstos en sus filmes ya es algo de lo más normal.

En general, los videojuegos son parte fundamental de la cultura popular desde hace varias generaciones, por lo que conforme han evolucionado toman inspiración en el cine —y viceversa— para crear nuevas experiencias que puedan ser disfrutadas por el público.

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